Durante los últimos años hemos visto como los niveles de sobrepeso y obesidad en nuestro país han tenido un aumento sostenido, llevándonos a ocupar el primer lugar dentro de los países de la OCDE -Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico- con un 74% de la población Chilena con sobrepeso u obesidad.
Este aumento en nuestro país no es aislado y ha seguido la tendencia mundial. De acuerdo a la OMS -Organización Mundial de la Salud- desde el año 1975 hasta la fecha, la tasa de obesidad en el mundo se ha triplicado. En nuestro país de acuerdo a los datos de la última ENS -Encuesta Nacional de Salud- se estima que el 31% de la población tiene obesidad. Es decir 1 de cada 3 personas es obesa, lo que corresponde a 4.700.000 chilenos aproximadamente.
Las enfermedades asociadas a la obesidad -producidas o exacerbadas por ésta- como la hipertensión, diabetes mellitus, hígado graso, apnea obstructiva del sueño, colesterol alto y problemas ortopédicos, entre otras, causan graves consecuencias en los adultos que la padecen y últimamente están afectando de igual forma a nuestros niños y adolescentes.
Estas patologías no logran tan solo empeorar la calidad de vida, también disminuyen la expectativa de vida al aumentar las probabilidades de sufrir complicaciones cardiovasculares graves o incluso favorecer la aparición de algunos tipos de cáncer.
Con algunos cambios en el estilo de vida, como alimentarse de forma sana y equilibrada y realizar actividad física de forma regular, los pacientes con obesidad pueden perder peso.
Al originarse por la interacción de múltiples factores como malos hábitos alimenticios, sedentarismo, aspectos psicológicos, entorno social, cultural, así como la genética individual, el tratamiento integral de una persona con sobrepeso u obesidad requiere del abordaje de un equipo multidisciplinario. En nuestro país existen centros especializados que brindan tratamientos personalizados. Aunque aún es insuficiente, algunos hospitales públicos de diversas regiones ya ofrecen a pacientes con obesidad evaluación y tratamientos integrales.
Una pandemia de la envergadura de la obesidad es un gran desafío y requiere un esfuerzo combinado de los diferentes actores sociales. Por un lado, se torna imprescindible que la industria alimentaria mejore su oferta entregando una mayor variedad de alternativas saludables. El Gobierno debe tener una mayor participación promoviendo la educación y prevención y sobre todo mejorando la cobertura para el tratamiento de pacientes que ya sufren las consecuencias de esta enfermedad. Los médicos y diferentes profesionales de la salud debemos tener un rol más activo y cambiar la actitud hacia pacientes con obesidad. Dejar de estigmatizarlos y comenzar a tratarlos efectivamente. No olvidemos que somos el número N°1 de la OCDE y ya es hora de empezar actuar.