Habita en gran parte de Chile, Sudamérica y Pablo Neruda le dedicó un poema. El ave que encarna a “Fiu” se robó el protagonismo de los Juegos Panamericanos 2023. La mascota oficial de esta jornada deportiva está basada en el “sietecolores”, una enigmática especie que habita humedales y totorales a lo largo del país. ¿Qué tanto sabemos de dónde vive, cómo es su comportamiento y cuáles son sus principales amenazas en el ecosistema?
El sietecolores tiene una amplia distribución en Sudamérica. Pasando desde el sur de Ecuador, Perú, Bolivia, Uruguay, Paraguay, el sudeste de Brasil y también en Argentina. En Chile habita con mayor frecuencia entre Atacama y Aysén, pero esporádicamente llegan algunos individuos incluso hasta Magallanes. “Pero por lo general esta especie es residente, así que no se mueve mucho”, explica Heraldo Norambuena, doctor en Biodiversidad e investigador del Centro Bahía Lomas de la Universidad Santo Tomás.
En la cultura mapuche esta ave es conocida como “Trif-Trif Trome”, y el pueblo guaraní como “Paparí”. En Argentina y Paraguay se les reconoce como “Tachurí sietecolores”, y en Perú como “Sietecolores de la totora”. Sin embargo, el nombre más popular para esta especies es simplemente “sietecolores”.
Principalmente hay cuatro subespecies descritas para el sietecolores. De ellas, podemos encontrar tres en Chile. Incluso, existe una subespecie que se encuentra en el altiplano, específicamente en los bofedales o humedales andinos.
Habita principalmente en humedales con totorales y juncos. En el norte de nuestro país, la subespecie altícola está principalmente en bofedales. También se encuentran sietecolores de este tipo en el altiplano argentino, en Bolivia y también en la zona andina del Perú.
Hacia la costa del norte chileno hay una especie, llamada loaensis, que está asociada a las cercanías del río Loa. Es prácticamente endémica de esa microcuenca. Y hacia el sur está la especie Tachuris rubrigastra, que es la más frecuente y la que tiene una distribución más alta en gran parte del territorio.
“No se encuentra amenazada, de hecho está en la categoría de “Preocupación Menor”. Esto quiere decir que tiene una población bastante numerosa y una amplia distribución, lo cual es bueno en términos de conservación de la especie”, anticipa Norambuena. No obstante, de todas formas se identifican algunos impactos, como la desecación y destrucción de humedales, sobre todo en ambientes donde hay conflictos con el avance de inmobiliarias y el desarrollo urbano.
Al ser los juncales y totorales su hábitat natural, los cuerpos de agua poco profunda como los humedales resultan ser uno de los principales sitios a proteger si se busca resguardar esta especie. “Las principales amenazas a los humedales se vinculan a actividad antrópica, ya sea por actividades industriales o por la expansión desregulada de núcleos urbanos”, explica el coordinador de proyectos de ONG Fima, Felipe Pino.
“En Chile tenemos un problema importante a propósito de esto último, a propósito de la proliferación de loteos irregulares muchos de ellos en lugares cercanos a humedales u otros cuerpos de agua”, agrega al respecto.
El sietecolores: La desconocida ave que se robó el protagonismo de los Juegos Panamericanos
Esta ave reside principalmente en los humedales, donde anida sus huevos y se alimenta principalmente de insectos. Es de la familia de los cazamoscas (Tyrannidae), los que tienen la característica de cazar moscas al vuelo. “Los sietecolores se mueven entre las totoras y los juncos en busca de insectos en movimiento y los atrapa en vuelo. O cuando el nivel del agua es bajo, o hay vegetación flotante, van caminando por sobre esta vegetación buscando insectos pequeños que están disponibles en ese lugar”, describe Norambuena.
Sus principales depredadores son las aves rapaces, de los que pueden destacar los varis y halcones. Existen registros de depredación del sietecolores por cernícalos o por halcones peregrinos. Sin embargo, el sietecolores es tan pequeño que es muy difícil de capturar.
“La defensa contra los depredadores es su tamaño. Miden 11 centímetros y pesan entre 6,5 y 8 gramos. Es tan pequeño que las aves rapaces prefieren buscar aves más grandes y que sean más fáciles de atrapar”, comenta el investigador de la UST.
¿Ambos poseen este llamativo plumaje? En el caso del sietecolores, tanto el macho como la hembra poseen estos colores en sus plumas que les da incluso el nombre. Es la especie más llamativa dentro de su familia, según cuenta Norambuena. Generalmente los otros tipos de aves cazamoscas suelen ser de colores más apagados. “Este es inconfundible, no hay ninguna especie que se le pueda parecer en apariencia al sietecolores”, destaca.
Si la gente quiere ver al sietecolores, es muy probable que deba acercarse a un humedal, en lo posible con totorales y espejos de agua cerca. “Allí se reproducen y construyen un nido con material vegetal, que sacan del mismo junco o totoral, y tejen una especie de copa”, explica Norambuena. Ese nido va “amarrado” a su vez a la totora, y lo interesante es que como el nivel del agua puede subir por las lluvias o aumento de caudal, este nido puede subir o bajar en la vegetación. “El nido está adaptado a los ambientes acuáticos”, agrega.
El sietecolores pasó a ser el emblema de estos Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Según explica el especialista en conservación de aves, porque es una especie que tiene amplia distribución en el sur de Sudamérica.
Por su parte, Felipe Pino remarca que además de lo que cada comunidad puede hacer para proteger los humedales de su comuna, como actividades de limpieza y educación ambiental, es imprescindible la aplicación apropiada de la legislación ambiental que protege estos espacios. “Así, la Ley 21.202 de protección de humedales urbanos nos da una herramienta sin precedentes para evaluar de mejor manera proyectos que puedan afectar estos ecosistemas, mientras que la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) podría tener un rol importante en mejorar la protección de aquellos que se encuentran fuera de los límites urbanos”, comenta.
Sin duda que el sietecolores tomará protagonismo de aquí en adelante. No solo como ícono de los Juegos Panamericanos, sino también como un emblema de conservación del ecosistema en gran parte de la región. Pablo Neruda dedicó un poema a esta en su libro “Arte de los pájaros”, donde lo compara con “una minúscula bandera” y “una escama del arco iris”.