Dr. Jorge Rojas Zegers, Premio Nacional de Medicina 2024: “Hay que ser médico por el placer de servir”
El ganador del Premio Nacional de Medicina 2024, en conversación Qué Pasa relata su carrera médica, la fundación de Coaniquem y cómo logró equilibrar su carrera de músico y médico a lo largo de su vida.
Cada dos años las más importantes asociaciones médicas del país entregan el Premio Nacional de Medicina. El reconocimiento se creó en 2001, y son la Academia Chilena de Medicina, el Colegio Médico, la Asociación de Facultades de Medicina de Chile, y la Asociación de Sociedades Científicas Médicas de Chile, las que lo entregan como una forma de reconocer la obra de aquellos médicos que han sobresalido entre sus pares en el área de la clínica o de la salud pública. Se considera además que hayan tenido un rol destacado en docencia, administración académica o investigación.
El galardón, este año correspondió al Dr. Jorge Rojas Zegers, fundador de Coaniquem, Médico Cirujano de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con especialidad en Cirugía Plástica y Reparadora, y un reconocido subespecialista en las áreas de cuidado y rehabilitación de quemaduras y de malformaciones craneofaciales, ha dedicado su trayectoria a la atención infantil, quien ha ejercido en el Hospital Roberto del Río, en Clínica Alemana de Santiago y en la Corporación de Ayuda al Niño Quemado, Coaniquem, institución que él mismo fundó en 1979.
Además, el galardonado médico es compositor y concertista en guitarra clásica, graduado en la Universidad de Chile, donde fue profesor titular.
En conversación con Qué Pasa, el galardonado se refiere a su vida profesional y qué lo llevó a fundar Coaniquem y su rol fundamental en la creación de la Ley 19.680 que prohíbe el uso personal de fuegos artificiales.
“Nunca estuvo en mi horizonte recibir un premio de esta naturaleza”, comenta el Dr. Jorge, quien expresa su sorpresa y gratitud por recibir un premio que considera el máximo reconocimiento entre sus pares, y reconoce que su trabajo ha causado un impacto significativo, aunque no había sido su principal motivación.
Durante su formación en medicina en la Universidad Católica, el Dr. Jorge tuvo la oportunidad de realizar su internado en cirugía pediátrica en el Hospital Roberto del Río. Bajo la tutela del Dr. Alfredo Gantz, se le ofreció la posibilidad de formarse como cirujano pediatra. Fascinado por la cirugía plástica y reconstructiva, especialmente por la habilidad del Dr. Gantz en operaciones de fisura labiopalatina, el Premio Nacional encontró su verdadera pasión. Decidió quedarse en la unidad de plástica y quemados, donde se sintió cómodo y descubrió su vocación en la reconstrucción facial pediátrica. Este campo le ofrecía la oportunidad de combinar su pasión por el arte, la ciencia y la medicina para ayudar a los niños a través de la cirugía reconstructiva.
“Eso me llevó a mí a quedarme en esa especialidad y ahí fue donde yo descubrí mi futuro. Me sentí cómodo, decía, esto es lo que yo quiero, quiero trabajar con niños”, añade Rojas.
-Fundó Coaniquem en 1979. ¿Qué le inspiró a crear esta institución y qué se ha significado convertirse en una referencia nacional e internacional en rehabilitación de niños quemados?
Ocurre que yo ya estaba trabajando en la unidad de cirugía plástica y quemados, y un curso de formación de posgrado organizado por 5 profesores de distintos países. Allí, un profesor dio una indicación de cómo tratar de salvar la vida de un gran quemado, cosa que no se conocía en Chile.
Entonces, tuve la oportunidad de estar en esa conferencia y me quedaron tres preguntas. Salí de la conferencia, hablé con el profesor, aclaré las preguntas, eso fue misterioso porque esto fue un día sábado, y el día domingo se produjo un incendio cerca del Hospital Roberto del Río, se quemó gravemente un niño de 6 años. Se quemó el 68% del cuerpo.
Cuando ingresó hicieron todas las maniobras, y cuando yo llegué el lunes a pasar visita, encuentro a este paciente y me fui directo a hablar con el director del hospital y le dije, doctor, ¿está la posibilidad de hacer esta técnica (del curso)? Y me dice: pero esto es una locura, cómo vamos a hacer esto, y finalmente me autorizó a hacer ese procedimiento extraordinario y lo hice con ese paciente y en 100 días ese niño estaba de alta en su casa.
Esto causó una conmoción, porque estaba sentenciado a muerte en esa época, estamos hablando año 1976 ¿Pero el problema? Qué hacemos con este niño de 6 años que tiene que crecer y sabemos que las cicatrices se encoge o se retraen. Y nos pusimos a estudiar y nos dimos cuenta que la alternativa era hacer un programa nuevo que estaba partiendo en el mundo de rehabilitación de las cicatrices. Buscamos formas de hacerlo y lo hicimos con ese enfermo y la evolución fue extraordinaria. Entonces dijimos, hagámoslo con todos, y empezamos a tratar así a todos los enfermos con esa técnica de rehabilitación, pero lamentablemente los recursos del hospital en aquel tiempo no permitían llevar este plan a cabo.
Entonces hablé con el director del hospital y le dije: ¿le importaría que lo hiciera afuera del hospital? ¿Usted me apoyaría? Yo te apoyo, me dijo, y ahí nació la idea de crear Coaniquem, como una forma de encontrar un organismo intermedio, una corporación sin fines de lucro.
Así fue como partimos, y justamente, vamos a cumplir 45 años el próximo 19 de abril de la existencia de Coaniquem.
Unos de los mayores desafíos que el Dr. Rojas ha enfrentado en su carrera fue la necesidad de expandir los servicios de Coaniquem a nivel nacional para atender a pacientes de todas las regiones de Chile. El cual se abordó mediante la creación de oficinas regionales para generar recursos locales y la construcción de casas de acogida llamadas “Casa Abierta”. Con la ayuda de aliados y programas el primer programa de reciclaje de vidrio en el país, estas casas se expandieron gradualmente, ofreciendo alojamiento gratuito a pacientes y sus acompañantes. Asimismo, se estableció un colegio hospitalario para garantizar la educación de los niños durante su tratamiento. A pesar de los obstáculos aparentemente insuperables, la perseverancia y la colaboración llevaron a la realización de este proyecto, que ha permitido a Coaniquem atender a más personas en todo Chile.
A través de la perseverancia, la colaboración y la fe en el proyecto, se superaron los desafíos aparentemente insuperables. Hoy en día, Coaniquem cuenta con casas de acogida en cuatro centros en Santiago, Antofagasta, Concepción y Puerto Montt, ofreciendo transporte gratuito y apoyo educativo a los pacientes.
-Su trabajo fue fundamental para impulsar la Ley 19.680 en el año 2000, que prohíbe el uso particular y venta de fuegos artificiales en Chile. ¿Cómo fue su experiencia en este proceso y cuál ha sido el impacto en la reducción de accidentes por quemaduras?
Cuando nosotros partimos, no sabíamos cuántas personas se quemaban en Chile y queríamos tener por lo menos una impresión. Hicimos un estudio junto con la escuela de salud pública en La Universidad de Chile, y llegamos a una proyección de una cifra de 162.000 niños quemados cada año en Chile cada año. Ese mismo estudio lo repetimos 20 años después. El resultado fueron 80.000 niños, la mitad de la cantidad de pacientes con quemaduras.
El aporte de Coaniquem ha sido importante en bajar la probabilidad de tener una lesión de quemadura en Chile. Dentro de estos agentes causales había uno que tiene una crítica muy especial, es el único agente causal que podemos prescindir de él, porque yo tengo que convivir con líquidos caliente, hay que cocinar, tengo convivir con la calefacción, con el fuego, con la electricidad. No necesito el fuego artificial en mi vida.
Y nos dimos cuenta que esto se estaba aumentando más y llegando a cifras muy peligrosa, con mucha mutilación, con mucho daño a las personas con incendios, con mucha externalidades negativas, y así nos decidimos iniciar lo que se llama una vigilancia epidemiológica de quemaduras por fuegos artificiales concentradas en un mes en el año: Del 6 de diciembre al 6 de enero, cosa que hemos mantenido en el tiempo.
Empezamos a hablar con el poder Ejecutivo, con el Legislativo y finalmente se presenta esta ley y se aprueba por unanimidad de ambas cámaras, y el presidente de la República, que era don Ricardo Lagos va a Coaniquem a hacer la promulgación de la ley.
Con esa promulgación de la Ley, bajó en un 85% la cantidad de pacientes con quemaduras por fuego artificiales, cosa que se ha mantenido desde el año 2000 hasta el año 2024.
Es impresionante, porque significó que nosotros incidimos en una política pública que tuvo un efecto real sobre las personas. Después que ya teníamos 20 años de esta ley, yo le propuse a la cancillería y el Ministerio de salud, que por qué no presentábamos esto a las Naciones Unidas para tener alguna suerte de modelo y definimos hacerlo en la organización de Estados Americanos, que son 32 Estados parte.
Diseñé esta recomendación que fue aprobada por todos los Estados partes en noviembre de 2022. Ahora, nuestro objetivo es trabajar país por país para avanzar hacia esta legislación ideal, con la condición de que sea progresiva y no regresiva. Este logro no solo implica un cambio en la legislación chilena, sino también a nivel interamericano, con Coaniquem como impulsor de este proceso.
-Además de su destacada carrera médica, también es conocido como compositor y concertista en guitarra clásica. ¿Cómo encontró el equilibrio entre sus pasiones artísticas y su dedicación a la medicina?
Cuando terminé mi colegio, mis compañeros me dijeron, vas a tener que escoger o era músico o eres médico. Entonces yo les dije lo siguiente: se me dio los dos talentos, tengo que desarrollar los dos.
Comencé a estudiar música mientras estaba en el colegio, dedicando tres años al Conservatorio de la Universidad de Chile para estudiar guitarra clásica. Luego, pasé dos años exclusivamente dedicado a la música para avanzar en mi carrera. Al mismo tiempo, ingresé a estudiar Medicina, compartiendo los primeros cinco años con los últimos de la carrera de guitarra clásica. Justo cuando iba a comenzar mi internado, me gradué como concertista y obtuve una cátedra de guitarra en la universidad. Continué dando conciertos y, una vez al año, viajaba a Estados Unidos para ofrecer conciertos que apoyaban a Coaniquem. Así, mi arte se convirtió en una forma de financiar la causa de los niños con quemaduras.
-¿Qué consejos daría a los jóvenes médicos que desean seguir sus pasos en el ámbito de la medicina y la innovación?
Muy fácil, tres cosas.
Cada médico joven o mayor, o estudiante de Medicina debe tomar conciencia de que cada paciente que llega a ser atendido es una persona con una dignidad enorme. Ponen en nuestras manos lo más valioso que tienen: su vida y su salud. No estamos atendiendo a un cliente que nos pagará, sino atenderlo por el placer que sentirlo, porque yo tengo ser el médico por el placer de servir
Segundo, debemos atender a cada paciente con el mismo amor y empeño con el que atenderíamos a nuestros seres queridos: a nuestra madre, hijo, o esposo. Esto conlleva a una calidad de atención excepcional.
Por último, es crucial darse cuenta de que el paciente que está frente a nosotros está sufriendo, asustado y temeroso de su futuro. Debemos acompañarlo en su sufrimiento, ofreciéndole un sentido y apoyo.
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