Fue la palabra más buscada en 2020 en Google, el año en que tuvimos que aprenden a vivir en un mundo en pandemia, la ansiedad. Pero otro fenómeno, con más tiempo y consecuencias dramáticas para todo el mundo se mantuvo, y no solo eso, empeoró, generando también mucha ansiedad: el cambio climático.
En 2017, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) y el grupo climático sin fines de lucro ecoAmerica crearon el término “eco ansiedad” para definir el miedo crónico a la ruina ambiental. Desde entonces el término se ha popularizado, y aunque no es un diagnóstico clínico como tal, es muy real.
La preocupación y angustia de ser testigos de fenómenos extremos a nivel planetario y ver cómo el futuro de la Tierra y la vida que alberga tambalea, se suma a otros efectos psicológicos del cambio climático, como el eco duelo y la eco ira.
Especialistas en salud mental llevan décadas advirtiendo de estos efectos emocionales producto del deterioro del clima y medioambiente. En 2020, un sondeo en Estados Unidos de la APA determinó que dos tercios de los adultos en Estados Unidos reconocieron sentir al menos un poco de ansiedad ecológica, y casi la mitad de los menores de 34 años dijeron que el estrés por el cambio climático afecta su vida a diario.
Maisa Rojas, académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, parte del equipo de 230 investigadores e investigadoras que por tres años trabajaron en el actual reporte IPCC, indica que la eco ansiedad, “es parte de las reacciones humanas al ver que se hace pocos años hablábamos del cambio climático como algo del futuro, algo que le iba a ocurrir a los osos polares, pero ahora lo estamos viviendo cada uno en nuestras propias vidas y se ve en todas las regiones del mundo, y será distinto según en la región en que se vive, pero todos estamos presenciando ante nuestros ojos el cambio climático”.
Identidad ambiental
Así es, en muy poco tiempo el cambio climático ha pasado de ser una idea abstracta a una realidad en la vida de muchas personas en el mundo. Una realidad muy preocupante.
Las recientes y extremas inundaciones en Europa producto de las intensas precipitaciones, las olas de calor, las sequías, los huracanes, las noticias diarias de cómo retrocede el hielo en los polos, y el aumento sostenido del nivel del mal, son algunos de los ejemplos, todas consecuencias de cambios inducidos por el hombre, como resaltan los expertos del IPCC.
Eduardo Sandoval, psicólogo y Doctor en Ciencias Humanas, académico de la Escuela de Psicología e Investigador asociado al Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS) de la Universidad Autónoma explica que responde a una preocupación exacerbada y debilitante que experimenta el individuo frente a las transformaciones ocasionadas por la emergencia climática. “Tiene una amplia variedad de signos y síntomas, entre ellos alteraciones importantes en los patrones de alimentación en los ciclos sueño vigilia, un aumento de la hiper activación del individuo frente a las transformaciones que observa en su entorno inmediato”.
Aunque no se trata de un trastorno de salud mental reconocido por los manuales de clasificación diagnóstica, Sandoval indica hoy en día la eco ansiedad existe en tres dimensiones: la ansiedad, la incertidumbre y la imprevisibilidad frente a las diferentes transformaciones que ocasiona el cambio climático.
“La eco ansiedad nace de la identidad que tienen las personas en su relación con la naturaleza y el mundo natural, al igual que su identidad cultural o su identidad de género o su identidad étnica”, ha indicado en investigaciones y entrevistas el Dr. Thomas Doherty, psicólogo clínico y ambiental que estudia los impactos del cambio climático en la salud mental. El artículo de 2011 del Dr. Doherty The Psychological Impacts of Global Climate Change, ha sido citado por investigadores de todo el mundo más de 500 veces, es colaborador del informe Mental Health and Our Changing Climate de 2017 de misma asociación y fundador de la revista Ecopsychology.
Doherty indica que está aumentando la conciencia sobre la identidad ambiental con cuestiones como el cambio climático. Los pueblos indígenas, dice, tienen un sentido de identidad ambiental “muy bien desarrollado basado en su cultura, sus valores y su espiritualidad, pero las personas en una especie de mundo normal, también tienen varios tipos de identidades ambientales”. Eso hace, indica que “nos ponemos ansiosos o tenemos dolor porque tenemos cosas que valoramos que están amenazadas, ya sea personalmente o cosas que valoramos amenazadas o somos testigos de esto, y luego nos hace tener estas emociones”.
Otra investigadora en el área, la Dra. Ashlee Cunsolo, decana de la Escuela de Estudios Árticos y Subárticos del Instituto Labrador en la U. Memorial en Newfoundland, Canadá, por más de una década ha estudiado cómo el cambio climático y las pérdidas ambientales afectando la salud mental de la comunidad indígena Inuit en Canadá, y acuñó el término “dolor ecológico” para describir el dolor que sienten las personas por la pérdida ambiental, incluida la pérdida causada por el cambio climático.
Según Cunsolo, hace 10 años era un área nueva. Poco se hablaba de eco ansiedad. Algo que recién se empezaba a considerar, ha señalado en entrevistas. “Ahora lo vemos como el surgimiento de un campo muy importante y urgente en el que se están realizando más y más investigaciones, más y más financiación para la investigación y más y más interés”.
Para Héctor Velázquez, doctor en Filosofía y director del Centro Sociedad Tecnológica y Futuro Humano de la Universidad Mayor, es una emoción que nace de ver cómo cada año reportes y análisis advierten, por ejemplo, cómo se eleva numero de especies que se extinguen, más o menos 150 por año, “especies que ya no vamos a ver”, indica. Datos que sumados a otros, como el deshielo en la Antártica, la deforestación producto de graves incendios en la Amazonía, además de las negativas de los países que más contaminan como Estados Unidos y Japón, en aceptar bajar los acuerdos para disminuir los contaminantes, “hace que exista una sensación global de peligro inminente, irrefrenable e irreversible”.
Una sensación que se potencia con la globalización. “Antes se podía sentir como algo un poco ajeno, pero ahora no hay nada ajeno. Todo el mundo se siente involucrado y está viendo cómo las consecuencias son hoy, lo que en Chile se ve cada año con la sequía”, dice el experto de la U. Mayor, sobre una situación que no solo genera incertidumbre sino también impotencia “de algo que se ve como que ´yo no provoque y sí lo estoy sufriendo´”.
El poder comunitario
La ansiedad que puede derivar en una “pérdida de esperanza”, ante la magnitud del daño. Ante eso el Dr. Doherty utiliza el término “rehén climático”, es decir, el sentir que somos rehenes de este proceso más amplio.
“Y es cierto porque el ciudadano medio no tiene mucho poder para dirigir al gobierno o las corporaciones a abordar el clima. Así que nos sentimos rehenes de esto”, apunta Doherty. Pero el solo validar el problema, añade, está dando testimonio de su relevancia. “Uno de mis pequeños eslóganes en mi práctica con los clientes es ´validar, elevar, crear´. Así que validamos estos problemas, sea cual sea el problema que se encuentre en su vida. Y luego lo elevamos, lo elevamos, decimos: ´Esto es importante´. Lo miramos desde diferentes ángulos y nos volvemos creativos al respecto. ¿Qué vamos a hacer al respecto?´”, destaca.
Velázquez dice que hay que tener la capacidad de dimensionar lo que está ocurriendo. Efectivamente hay peligros reales, “pero también hay una sobrecarga emocional en la respuesta, que no se trata de desmerecer la importancia del asunto, sino verlo en su verdadera dimensión y ver qué se puede intervenir”. Es pasar, dice de la eco ansiedad a una “preocupación razonada y fundamentada”.
La directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, subraya la importancia de no dejarse llevar por el pesimismo. “Aunque muchos de los cambios son irrreversibles, si tomamos acción hoy, esos cambios se pueden relentizar. El futuro está en nuestras manos. Depende de las acciones de hoy en día limitar el calentamiento global”, explica Rojas.
Para ese cambio se necesita, agrega “que todos los países tomen un compromiso de carbono neutralidad al 2050″. La preocupación o eco ansiedad por el cambio climático “debería llevarnos a una ocupación y exigerles a las autoridad su respondabilidad”, señala Rojas sobre la relevancia de la acción colectiva para resolver esta problemática.
“Esto es muy parecido a lo que ocurre con la pandemia, es la acción colectiva lo que solucionará el problema, y cómo colectivamente le pedimos a los gobiernos, a la industria, a los alcaldes, a los gobernadores, que lo resulevan. La acción personal es importante porque uno no cuida lo que no conoce, entonces uno puede exigir que otro cuide lo que uno aprecia”, señala Rojas.
Sandoval añade también resalta el valor de la organización de las comunidades en torno a la protección del medioambiente: “Hay que apostar por el desarrollo y promoción de economía verde, procurando que nuestras comunidades y sociedad sean mucho más resilientes frente a las diferentes transformaciones que va a generar la emergencia climática”.
Contra la eco ansiedad, dice Velázquez ayuda a saber que la acción individual tiene impacto global. “No hay ningún esfuerzo individual que quede en eso. Cualquier acción que está en mis manos, el reciclaje, separar desechos, algo que parece ínfimo, tiene impacto. Es una responsabilidad concéntrica y ampliada porque nada me es ajeno, toda acción tiene un impacto y puedo cuidar a mi familia, a mi país, a mi planeta, lo que ayuda a desestresar esa sensación catastrófica que el problema es tan grande que nos aplasta a todos y no puedo hacer nada. Esto supone ciudadanos más pensantes, más maduros”.
Todo lo anterior, de la mano con las políticas públicas dice Sandoval “como la transición verde, la promoción de empleo verde, apostar por el desarrollo sostenible, invertir en soluciones sostenible y en la cooperación”.