El amor también está en la microbiota: cómo influyen nuestras bacterias en la pareja

El amor también está en la microbiota: cómo influyen nuestras bacterias en la pareja
El amor también está en la microbiota: cómo influyen nuestras bacterias en la pareja

¿El amor está en el aire? ¿Te enamoras por química o por bacterias? Esto es lo que dice la ciencia.


Cuando pensamos en el amor, solemos imaginar la química entre dos personas, las emociones y las experiencias compartidas. Sin embargo, más allá de los sentimientos, la microbiota también podría influir en la atracción y la compatibilidad entre parejas. La microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan en distintos órganos del cuerpo humano, como el intestino, la piel y la boca, y desempeña un papel clave en nuestra salud.

“Los seres humanos tenemos muchas más bacterias que células en nuestro cuerpo, y su equilibrio es esencial para nuestro bienestar”, explica la doctora Patricia Roessler, inmunóloga de Clínica Alemana. La microbiota intestinal, por ejemplo, cumple funciones vitales como la producción de vitaminas esenciales, la protección contra infecciones y la regulación del sistema inmune. Su desbalance (disbiosis) se ha vinculado con enfermedades como obesidad, diabetes y trastornos inflamatorios. Lo interesante es que también podría estar relacionada con cómo nos vinculamos con los demás.

Investigaciones recientes sugieren que la microbiota podría influir en la atracción romántica, al afectar el olor corporal, el sistema inmunológico y la producción de hormonas. “En modelos animales se ha observado que ciertos cambios en la microbiota pueden modificar las preferencias de apareamiento”, indica la doctora Roessler. En humanos, aunque aún no hay conclusiones definitivas, la relación entre microbiota y atracción es un campo de investigación en crecimiento.

El amor también está en la microbiota: cómo influyen nuestras bacterias en la pareja

La microbiota podría jugar un papel en la atracción entre individuos, aunque el fenómeno aún se estudia. En animales, se ha observado que alteraciones en la microbiota pueden modificar las preferencias de pareja, y algunos estudios sugieren que en humanos, el olor corporal influenciado por nuestras bacterias podría ser un factor en la selección de pareja.

Sin embargo, no nos enamoramos porque nuestras microbiotas sean compatibles desde el inicio, sino que se vuelven más similares con el tiempo. “Las parejas que conviven desarrollan una microbiota más parecida debido al contacto íntimo y los hábitos compartidos”, explica Roessler. Esto se debe a la exposición constante a los mismos microorganismos, a través de besos, contacto físico y la alimentación.

Este intercambio microbiológico podría tener beneficios para la salud. La adaptación mutua de la microbiota podría fortalecer el sistema inmune y mejorar la tolerancia a microorganismos externos. “Cuando las bacterias se sincronizan, el organismo se vuelve más resistente a infecciones y se refuerza la inmunidad compartida”, comenta la especialista.

intestino
Imagen referencial.

En este sentido, la microbiota podría influir en el bienestar emocional, ya que regula la producción de neurotransmisores como la serotonina, clave en el estado de ánimo. Además, el enamoramiento produce oxitocina, una hormona que también interactúa con la microbiota. “Hay estudios que indican que la microbiota intestinal tiene receptores para la oxitocina, lo que refuerza el vínculo entre emociones y salud intestinal”, señala Roessler.

Con el tiempo, la microbiota de las parejas que cohabitan se iguala aún más. Investigaciones han demostrado que la microbiota de una pareja es más similar entre ellos que entre otros miembros del mismo hogar, lo que sugiere que el contacto íntimo es un factor determinante en este proceso.

El beso: un intercambio de bacterias y amor

Un beso de diez segundos puede transferir hasta 80 millones de bacterias, y este intercambio es más beneficioso de lo que podría parecer. “Las parejas que se besan frecuentemente comparten una microbiota similar, lo que fortalece su sistema inmunológico y promueve la tolerancia a microorganismos externos”, agrega Roessler.

Los besos no solo refuerzan el vínculo emocional, sino también ayudan a la diversidad y equilibrio de la microbiota, lo que puede mejorar la salud intestinal y el sistema inmune. Exponerse a microorganismos ajenos entrena al cuerpo para adaptarse a nuevas bacterias, reduciendo el riesgo de enfermedades infecciosas.

Pareja
Beso. Foto referencial.

El intercambio de microbiota no se limita a los besos. “Compartimos microorganismos a través del contacto físico, la convivencia y los objetos cotidianos”, explica la especialista. Abrazos, el contacto piel con piel, compartir una cama o incluso el aire en espacios cerrados facilitan este intercambio natural.

La alimentación también es clave. “Parejas que comparten dietas ricas en fibra y alimentos fermentados pueden desarrollar una microbiota más saludable y diversa”, establece Roessler. En este sentido, los hábitos de vida juegan un papel fundamental en la sincronización de la flora intestinal de una pareja.

A más amor, mejor microbiota

El enamoramiento no solo fortalece el vínculo emocional, también puede beneficiar la microbiota intestinal. Durante esta etapa, disminuyen las hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina, que pueden alterar la flora intestinal. Además, la oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, tiene receptores en la microbiota, lo que sugiere que el bienestar emocional impacta directamente en la salud intestinal.

Para mantener una microbiota saludable y equilibrada, la doctora Roessler recomienda:

  • Consumir alimentos ricos en fibra y fermentados, como yogur, kéfir y chucrut.
  • Evitar el exceso de ultraprocesados y azúcares refinados, que alteran el equilibrio bacteriano.
  • Mantener un estilo de vida activo y reducir el estrés, lo que favorece el equilibrio de la flora intestinal.
  • Exponerse a la naturaleza y evitar el abuso de antibacteriales, ya que la diversidad ambiental enriquece la microbiota.

El amor y la microbiota parecen estar más conectados de lo que imaginamos. Compartir experiencias, besos y una alimentación saludable no solo fortalece las relaciones, sino también el equilibrio interno de nuestro organismo.

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