El biólogo marino que explica los misterios alrededor de la centolla chilena
"Es una especie muy misteriosa", dice Miguel Pardo. "Todavía nadie encontró larvas de centolla en el medio marino". Una expedición científica busca terminar con este enigma.
La centolla es un imperdible de la cocina chilena y uno de los productos marinos más exportados del país, pero el origen de este crustáceo esconde algunos enigmas científicos cuya solución podría hallarse en las frías aguas del fiordo Yendegaia, cerca del Cabo de Hornos.
Hasta ese inhóspito lugar viajó a fines del pasado mes de julio un grupo de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile, para sumergirse en los bosques marinos de huiro en busca del estado más temprano de la centolla austral, sus larvas, cuya ubicación sigue siendo desconocida en la actualidad.
"Es una especie muy misteriosa. Todavía nadie encontró larvas de centolla en el medio marino", asegura Miguel Pardo, doctor en biología marina y miembro del Centro Ideal.
El científico explicó que las larvas son liberadas por las madres en aguas someras, pero que luego se desconoce dónde se encuentran y dónde pasan sus primeros años de vida.
Averiguarlo es importante para conocer la renovación poblacional de esta especie, una de las delicias de la gastronomía chilena y uno de los principales productos de exportación del país, cuyos embarques ascendieron hasta casi los 82 millones de dólares en 2017.
"Se han hecho bastantes esfuerzos para encontrar las larvas en las columnas de agua y no se encuentran ahí", dice Pardo, que maneja la hipótesis de que las pequeñas centollas crecen en los bosques de huiro, un entramado de algas que puede llegar alcanzar longitudes de hasta 70 metro y que se encuentra en toda la costa no tropical del Pacífico, en especial en el sur de Chile.
Para poder corroborarlo, siete biólogos bucearon en estos bosques de algas para extraer varias muestras, que los investigadores del Centro Ideal procesarán para determinar las especies presentes y establecer si hay larvas o reclutas (primer estadio juvenil) de centolla en ellas.
Inexplorada zona
La expedición científica se realizó en el fiordo Yendegaia, una zona sin apenas intervención humana y con una gran biodiversidad, que tiene el glaciar Stoppani a escasos kilómetros y donde las condiciones del agua son muy heterogéneas, cambiando su temperatura y la salinidad según la proximidad con el glaciar.
"Esta prospección servirá para ver si realmente estos bosques de algas son áreas de crianza de las etapas tempranas de la vida de la la centolla y el centollón", establece Pardo, a las orillas del fiordo Yendegaia, en el canal Beagle.
La protección de las áreas de crianza de la centolla es un factor clave para asegurar su sustentabilidad, aseveró Pardo.
"Como todos los recursos marinos, (la centolla) tiene que ser manejada porque sino podría colapsar bajo la pesquería, como ya ha ocurrido en lugares como Argentina o Alaska. En Chile no ha pasado y tenemos que evitarlo", añade el investigador.
La forma, según Pardo, es a través de la cooperación entre pescadores, autoridades y científicos que con este tipo de estudios pueden facilitar valiosa información que sirva para su ulterior protección.
El científico también precisa que si la investigación confirmara que hay larvas de centollas en los bosques de huiro se debería evitar la cosecha de sus algas en el futuro, usadas para la elaboración de productos cosméticos, farmacéuticos y alimenticios.
"Es una actividad económica importante pero a la vez si no es regulada estamos causando un perjuicio a la comunidad de organismos asociados a estos bosques", concluye Pardo.
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