El corazón como receptor metabólico y repositorio de lo mal que nos portamos
Si usted le pregunta a la generación de nuestros padres o abuelos, ¿cómo se daban cuenta cuando se enfermaban del corazón? Probablemente la respuesta sería porque un día advirtieron un dolor muy fuerte en el pecho, se sintieron muy mal y aparecieron en un hospital, ya que en el pasado habían pocas herramientas diagnósticas para anticiparse a estas enfermedades. Hoy disponemos de nuevas tecnologías, pero ¿cómo es posible mirar la anatomía y funcionamiento del corazón y las arterias de manera no invasiva y sin abrir el tórax de un paciente?
En este punto es donde convergen múltiples disciplinas, que en los últimos años han permitido el desarrollo de tecnologías que permiten mirar el cuerpo humano por dentro. Sin embargo, el corazón tiene una dificultad adicional: siempre está en movimiento. Entonces, ¿cómo le podemos tomar una foto o un video de un órgano así? Es un doble desafío que podemos resolver gracias al trabajo multidisciplinario. Necesitamos que los matemáticos e ingenieros entiendan el problema; que los médicos, enfermeras y kinesiólogos transmitan las necesidades, y que todos ellos trabajen juntos.
Las imágenes de resonancia magnética ofrecen una alternativa muy efectiva para abordar estos desafíos. Sin embargo, también es compleja, con equipamientos muy costosos, y por ende hay que ser muy eficientes en el uso de esta tecnología y adaptarla a la realidad de nuestro país. Además, debemos avanzar en que una mayor cantidad de chilenos puedan acceder a esta tecnología.
En Latinoamérica, incluido Chile, hemos sido actores pasivos en la ciencia y en la medicina en particular. Esperamos que Estados Unidos, Japón o potencias de Europa desarrollen tecnologías, fármacos y otras herramientas diagnósticas y terapéuticas para importarlas e intentar aplicarlas exitosamente en Chile. Pero muchas veces las soluciones externas no se aplican adecuadamente a nuestras condiciones particulares, nuestra población, nuestros hábitos y nuestra carga de morbilidad tiene características que no son comparables a la de países desarrollados. De esta manera, la mejor respuesta para enfrentar nuestros desafíos no va a venir desde afuera. Tenemos que empezar a trabajar localmente en esas soluciones.
La lejanía de los países del primer mundo nos juega muy en contra, pero sin duda la pandemia nos ha mostrado que la lejanía es una barrera autoimpuesta, y que el desarrollo de nuevas tecnologías para la medicina es posible hacerlo en Chile.
Las enfermedades cardiovasculares son emergentes en Latinoamérica. Después de muchos años luchando contra las enfermedades infecciosas y la desnutrición, ahora las enfermedades cardiovasculares avanzan fuertemente en la región. En los países desarrollados ya ha comenzado una leve tendencia a su disminución, basados en el mejor control de las enfermedades crónicas como diabetes, obesidad e hipertensión, y también mejorando su diagnóstico precoz. En Chile siguen creciendo. Las razones son múltiples, la mala calidad de nuestra alimentación, el estrés de nuestra población, el hábito tabáquico, el sedentarismo y el diagnóstico tardío.
El tiempo es clave. Cuando nuestra sociedad se enfrenta a la enfermedad, ya está en una etapa muy avanzada, donde los tratamientos son muy caros o de poca eficiencia. Tenemos que empezar a desarrollar herramientas con mirada en lo que hacen los países desarrollados, pero aplicadas a la realidad nacional, que nos permita prevenir y anticiparnos a estas enfermedades adaptadas a nuestra realidad.
Ese ha sido el foco de nuestro Núcleo Milenio Cardio MR en los últimos tres años: poner en conjunto a personas que tienen distintas miradas para desarrollar herramientas que permitan mejorar el diagnóstico precoz de las enfermedades al corazón y apoyar la elección de los mejores tratamientos para enfrentarla. Nosotros trabajamos con matemáticos; bioquímicos; ingenieros; físicos; médicos y enfermeras, para mirar la misma problemática y entregar soluciones específicas para el contexto nacional. Y así, se pueda lograr que nuestro trabajo tenga impacto en el país, como también en Latinoamérica y el mundo.
Es innegable que en Chile tenemos un gran instrumento al cual todos los investigadores le debemos nuestra motivación de vida y todo lo que hemos hecho: el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología, Fondecyt. Este instrumento revolucionó la forma de hacer investigación en Chile, pero es un instrumento que solamente financia a un investigador en una línea de investigación. Eso es muy bueno, pero resulta que los problemas de la ciencia y la sociedad son cada día más complejos, y no se resuelven sólo desde la mirada disciplinar de sólo un investigador.
Es por esta razón que se crean financiamientos específicos para proyectos de investigación que tienen una mirada interdisciplinaria. Entre ellos destaca la Iniciativa Milenio, que probablemente ejemplifica de mejor manera la estrategia para resolver los desafíos actuales y permite además que nuestro Núcleo se proyecte en el tiempo.
Posiblemente desde Chile no vamos a encontrar solución a todos los problemas cardiovasculares, pero sí vamos a ser capaces de seleccionar las tecnologías que mejor se adapten a nuestra realidad y vamos a generar una plataforma de investigación que permitirá validar de mejor manera métodos diagnósticos, de tratamiento y prevención para mejorar nuestros indicadores cardiovasculares. Debemos ser muy eficientes en el uso de recursos cuando queremos atender a nuestra población, tener un buen sistema de prevención de las enfermedades, y que tenga acceso a una buena alimentación, ejercicio y educación. El trasfondo de todo esto es la ciencia, a través del trabajo interdisciplinario.
En nuestro Núcleo tratamos de identificar cuáles son los biomarcadores que mejor caracterizan a un corazón enfermo; cómo transferir estas tecnologías para ayudar al diagnóstico de pacientes pediátricos y recién nacidos; y finalmente cómo podemos hacer que estas imágenes se obtengan de manera más rápida y eficiente. De esta forma, se pueda reducir el tiempo de los exámenes, el disconfort de los pacientes y los costos asociados. Con esto, podemos mejorar la atención de los pacientes, tratarlos a tiempo y hacer que este examen llegue a más personas, sin comprometer su calidad.
La investigación interdisciplinaria también genera muchas externalidades positivas. El conocimiento generado desde Chile nos permite transferirlo, comunicarlo, y divulgarlo de mejor manera. Así podemos generar impacto en escolares, profesionales y público en general para que se acerquen a la ciencia y comprendan la responsabilidad personal que cada uno de nosotros tiene en cuidar su salud y la salud de nuestros seres queridos.
Hemos logrado además que estudiantes chilenos puedan hacer pasantías y estudios de postgrados en conjuntos con las universidades y centros de investigación extranjeros con los cuales colaboramos estrechamente. Ellos y ellas, volverán al país con un bagaje potente que será replicado en todos los rincones del país.
El Núcleo Milenio Cardio MR cumplió su tercer aniversario de existencia, y la pregunta que viene es: ¿Qué haremos en los siguientes años? Nuestra visión es convertir a nuestro Núcleo en un Centro de Resonancia Magnética Cardio-Metabólica para Chile y Latinoamérica. Nuestro metabolismo y su potencial mal funcionamiento impacta directamente el funcionamiento de nuestro corazón. Cuando disminuimos nuestra actividad física, nuestros músculos se atrofian, y eso impacta el funcionamiento del corazón. Cuando las personas fuman, ese humo tóxico llega a los pulmones, no solo afectan nuestra capacidad respiratoria, sino que también la salud de nuestras arterias. Por lo tanto, de alguna manera nuestro corazón es el receptor del daño de muchos sistemas, es el repositorio de todo lo mal que nos portamos.
Creemos que en el futuro seremos capaces de unir todos los sistemas en una sola modalidad diagnóstica. Quizás bastará con que cada uno de nosotros se meta a un resonador magnético, una vez al año, y en pocos minutos podamos tener un diagnóstico preciso del estado global de nuestra salud.
En el desarrollo de esas nuevas tecnologías, las científicas y científicos chilenos tenemos que jugar un rol fundamental. Debemos avanzar hacia la capacidad de anticiparnos a las enfermedades, prevenirlas, guiar la mejor elección de los métodos preventivos y de tratamiento. Todo esto, antes que un fuerte dolor al pecho nos avise que ya es tarde para prevenir.
Para eso debemos invertir fuertemente en la formación de recursos humanos avanzados, y dejar de ser actores pasivos para transformar a Chile en un polo de desarrollo científico y tecnológico que ponga nuestras necesidades sociales y de salud como el eje motor de nuestra innovación.
*Sergio Uribe, director del Núcleo Milenio Cardio MR
**Marcelo Andía, director alterno del Núcleo Milenio Cardio MR
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