Para las mujeres en ciencia, la pandemia fue y es una amenaza. Es que los avances en materia de equidad de género logrados con tanto esfuerzo en el área en las últimas décadas encontraron en la crisis mundial por coronavirus un gran obstáculo.
Al inicio de la pandemia, a medida que los países avanzaban en medidas de aislamiento social, los estudios a servidores de preimpresión, como arXiv, elevaban rápidamente sus ingresos para autores masculinos, mientras que los de mujeres descendían.
En mayo de 2020 un informe en Australia advertía que las científicas, que tienen 1,5 veces más probabilidades de tener trabajos ocasionales o con contratos a corto plazo, en pandemia tienen más probabilidades de perder trabajos, horas pagadas y oportunidades profesionales que sus homólogos masculinos.
Y este año, un informe de las Academias Nacionales de Ciencia en Estados Unidos publicado en marzo, advertía que, si previo a la crisis la representación de las mujeres en STEMM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas y Medicina) había aumentado, al igual que la adquisición de doctorados hasta la ocupación de puestos de liderazgo, ese progreso, prometedor y alentador, “es frágil y propenso a retrocesos, especialmente en tiempos de crisis”.
La evidencia indica, recalca el estudio, que la pandemia afectó negativamente la productividad, la creación de redes y comunidad, y el bienestar mental y emocional de las mujeres en STEMM. “Las colaboraciones han sido interrumpidas, la progresión profesional se detuvo y las mujeres se enfrentan a desafíos asociados con los efectos de género del trabajo remoto en conflicto con responsabilidades de cuidado”.
Pero, además, el mismo informe advertía que las condiciones de estrés social sumado a las interrupciones de la pandemia en la carga de trabajo y los horarios extendidos tienen el potencial de exacerbar condiciones de salud mental como insomnio, depresión, ansiedad y estrés postraumático. Todas condiciones más frecuente entre las mujeres que en los hombres.
Brecha se amplía
En Chile, el panorama lamentablemente no es muy diferente. Recientemente la Asociación Red de Investigadoras presentó los resultados de un estudio sobre la percepción de investigadoras frente a la pandemia por Covid-19.
La primera investigación sobre el tema en Chile, revela que un 93,47% percibe profundización de la brecha de género con la pandemia. Además, un 55,4% no ha podido realizar sus actividades planificadas por la pandemia y un alto porcentaje (60,4%) está de acuerdo con que la pandemia afectará negativamente sus posibilidades de postulación a proyectos.
En encuesta, que fue contestada por 429 personas, un 65,5 % posee un doctorado, 64,83% trabaja como colaboradora en investigación y un 40% aproximadamente carece de contrato formal jornada completa.
“La pandemia Covid-19 ha profundizado más las diferencias de género, afectando a las mujeres en todas las áreas donde nos desempeñamos”, explica la presidenta de la Asociación Red de Investigadoras, la Dr. Adriana Bastías.
Respecto de las dificultades para realizar investigación en tiempos de pandemia, las científicas nacionales apuntaron a: falta de tiempo, labores de cuidados, falta de acceso al lugar de investigación, trabajo virtual, salud mental y carencia de proyectos.
Este año la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) entregó un informe donde recalcaba el impacto negativo en la ocupación y en las condiciones laborales de las mujeres en América Latina y el Caribe derivado de la pandemia, produciendo un retroceso de más de una década.
Para las mujeres en ciencia, interrumpió las conferencias científicas mundiales, suspendió el tiempo en los laboratorios y las obligó a encontrar un espacio en sus hogares para trabajar. Desdibujó además los límites entre trabajo y labores domésticas. Todos elementos que pueden hacer retroceder los logros de género alcanzados hasta la fecha en esa área.
Por eso, dice Bastías es relevante contar con un estudio sobre la percepción de investigadoras frente a la pandemia y sus efectos, “ya que nos entrega información específica en el área en Chile, y entrega evidencia que puede ser utilizada para la implementación de políticas públicas que contribuyan a una recuperación sostenible de la investigación con acciones afirmativas que promuevan la igualdad de género”.
En este caso la contribución tiene que ver con que se hace foco en una práctica social en particular, a saber, la ciencia y la academia, “la que no está exenta de las inequidades de género que muestran otros espacios socio-laborales”, resalta Marcela Mandiola, investigadora especialista en género y parte de la Asociación de Red de Investigadoras.
“En ciencias y academia las normas y políticas que rigen la práctica son de alta exigencia, una demanda que invisibiliza los privilegios masculinos y la subordinación de las mujeres. Una práctica generizada, y sumida en la más profunda ignorancia irreflexiva respecto de si misma. En nuestro país estos estudios son esenciales, estamos recién en la etapa de la visibilización”, dice Mandiola.
Preocupante salud mental
“Dentro de los aspectos afectados, se puede apreciar que un 55,4% de las encuestadas no ha podido realizar sus actividades planificadas por la pandemia”, apunta Bastías sobre los resultados de la encuesta muestra además que la salud mental de las investigadoras en pandemia es preocupante.
El 65,97% admite sentirse muy sobrepasada por la crisis del país. Realidad que testimonios anónimos del mismo estudio revelan: “Sí... es imposible conciliar trabajo y crianza en tiempos de pandemia... muy sobrepasada”. “Con mucha más carga laboral que antes considerando entre espacios hacer las tareas del hogar (aun considerando que no tengo hijos) paso más horas frente al computador lo que ha cansado mi vista y propiciados dolores paulatinos de cabeza”. “No me puedo concentrar en nada, estoy atrasada en mucho trabajo y eso me ha generado estrés y problemas físicos”. “Me cuesta dormir y tengo crisis de pánico. Nunca había tenido”.
Frases que no son la únicas sobre las complejidades que han tenido que sortear. “Me siento violentada en el espacio de trabajo. Dos colegas hombres de ese entorno que prácticamente no conozco se han atrevido a ridiculizar mis trabajos de cuidado y domésticos, han minimizado mi cansancio y vociferan sus logros académicos en proyectos y publicaciones. Las autoridades no han hecho nada. Siento que produzco menos que antes, que me cuesta coordinar a distancia a mi equipo de trabajo y eso me estresa mucho”, admite otra científica.
Vivencia que no es exclusiva de mujeres con hijos, dice otro relato: “Leo a muchos comentarios, respecto a que ´sólo´las mujeres con hijos estarían sobrepasadas, mientras que las que no tenemos estaríamos aventajadas en lo académico. No tengo hijos y, también, me he sentido angustiada, triste, cansada y sobrepasada. Me gustaría que eso también se considerara”.
Mandiola explica que de la misma manera en que ha afectado a las mujeres en todos los ámbitos, en ciencia ha quedado en evidencia una concepción binaria y tradicional del género en lo que se llama ‘ecosistema CTCI’ en Chile. “Misma posición conservadora que se alinea con la distribución tradicional de roles generizados en lo social. Desde ahí que las mujeres en ciencias, y cualquier otra persona que esté a cargo de labores de cuidado, vio su capacidad de trabajo reducida casi al mínimo. Sin embargo, las exigencias productivas del gremio no sufrieron ninguna modificación pandémica”.
La pandemia profundizó las brechas de género relacionadas, por ejemplo, a las labores de cuidado a niñas y niñas, y a personas mayores, además de tareas domésticas. En el estudio se puede observar que un 9% no publica los últimos cinco años, y que un 40,33 % no tiene investigación como Investigadora Responsable (IR), señala Bastías sobre una realidad que se ya observaba prepandemia y que hoy se profundiza.
“Un 60,4% de las personas encuestadas está de acuerdo con que la pandemia afectará negativamente sus posibilidades de postulación a proyectos”, resalta Bastías.
Cómo abordar
Casi la totalidad de las investigadoras (>93%) coincide que en este escenario se requiere que las agencias financiadoras las apoyen debido a la pandemia, y que flexibilicen o aumenten: Plazos de postulación a proyectos, plazos de rendición de proyectos, criterios de productividad en la evaluación, y que el tiempo de productividad sea considerado en caso de haber cuidado hijas/hijos u otro familiar.
Un buen apoyo sería, dicen que las dejen de discriminar midiéndolas con los mismos criterios que a los hombres que realizan menos trabajo doméstico y de cuidados. Por ejemplo, con medidas afirmativas, ya sea reservando el 50% de los fondos de concursos para mujeres IR o eliminando el límite de 5 años en los CV de mujeres.
Son tiempos que precisan “una disposición abierta, crítica y renovada”, añade Mandiola. “Con la voluntad política transversal de hacer una revisión profunda de los cimientos del ‘ecosistema CTCI’ de modo de develar y modificar las estructuras y dispositivos que mantienen la inequidad. Arquitectura que no es siquiera desafiada por las superficiales aproximaciones de lo que escaso que se ha hecho hasta ahora”.
Dentro de la política de género del Ministerio de CTCI y de las instituciones de educación superior, Bastías dice que esperan la implementación de medidas que busquen transversalizar la perspectiva de género en políticas públicas de recuperación debido a la pandemia, “con acciones afirmativas hacia las investigadoras y grupos históricamente desfavorecidos, considerando las interseccionalidades existentes, que protejan los derechos alcanzados, que eviten retrocesos y que enfrenten las desigualdades de género en el corto, mediano y largo plazo”.
Si el desempeño está alterado, dicen las investigadoras, las exigencias también deben alterarse. Otras solicitudes que recopilaron son extender plazos de proyectos actuales y sus rendiciones, evitar cambios de última hora y exigencias unilaterales no consensuadas, complejizar los indicadores de productividad, salir de la hegemonía de la publicación indexada y crear fondos especiales para investigación en género e investigación liderada por mujeres.
“Algo así como la convicción seria y humilde de que llegó la hora de ‘compartir los privilegios’ a través del cuestionamiento de los supuestos que yacen detrás del ´sistema de privilegio construido a través de la evaluación de pares’ que es la academia. Sistema que nunca ha tenido que ver con mérito”, concluye Mandiola.