Esta semana, en el diván del líder, seguimos ahondando en la pintoresca figura de Kimbal Musk, empresario y chef que, si bien ha acompañado gran parte de la incombustible carrera del fundador de Tesla, también ha corrido con colores propios.
Prueba de ello es que en el popular podcast de Lex Fridman, por donde han pasado personajes de la talla de Jeff Bezos, Kanye West, Mark Zuckerberg o Yuval Noah Harai, hay un capítulo que se centra en su trayectoria, episodio cuyo título sintetiza el sinuoso recorrido de ese niño nacido en Pretoria que se transformó en un orgulloso ciudadano americano: The Art of Cooking, Tesla, SpaceX, Zip2, and Family.
El día en que el hermano de Elon Musk lo invitó a probar la ayahuasca
Fridman -profesor e investigador del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT)-, acostumbrado a sostener tensos y controvertidos diálogos con líderes como Elon Musk, Donald Trump y Javier Milei, hace una pausa para acompañar a su invitado a través de su difícil infancia en Sudáfrica, para profundizar en sus complejas relaciones familiares, para indagar en su precoz acercamiento a la cocina y, como no, para ahondar en su inquebrantable amistad con su hermano.
Tras una breve presentación, el cofundador de Zip2 se larga a hablar de sus experiencias cercanas a la muerte con la misma serenidad con que presentó su último libro de cocina, The Kitchen Cookbook, Cooking for your Community. Y este invitado, siempre tranquilo y sonriente, habla con pasión de las frutas que cultiva en sus granjas, de cómo aprendió el arte de hacer huevos revueltos en el Instituto Culinario Francés de Nueva York y de cómo un accidente aceleró su salida de la industria tecnológica y facilitó su aterrizaje en granjas y restaurantes que ha abierto en distintos rincones del mundo.
Sí, el hermano del futuro encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental de los Estados Unidos, es un agradecido de la vida. En polera celeste y sombrero vaquero, valora su paso por las puntocom, la industria automotriz y espacial, pero evidencia que lo que verdaderamente lo entusiasma es llevar las frutas y verduras que ha cultivado a las mesas de sus amigos y clientes, pues estas comidas son las que le permiten conversar largamente sobre lo mundano y lo divino.
Sí, Kimbal es un alegre ranchero y empresario gastronómico que ama, como su hermano, la tierra de la libertad y anima a los estadounidenses a despertar y darse cuenta de que tienen el privilegio de vivir en un país que valora la vida humana, ítem infravalorado tanto en la Sudáfrica del apartheid que le tocó a él, como en la desaparecida Unión Soviética en la que Lex Fridman vivió hasta sus once años.
Y en este escenario, el más alto de los Musk comparte tristes experiencias de su pasado, como cuando con sus primos y Elon vieron un asesinato sin que nadie se detuviera o cuando casi matan a su hermano en la escuela y no pudo hacer nada. Sí, casi matan al futuro dueño de Twitter a golpes, aunque lo peor vendría después, pues Errol, el padre de ambos, en vez de acoger y defender a su hijo, lo humilló en un interminable monólogo por haberse dejado golpear. Para Kimbal esta es, por lejos, la peor experiencia de su infancia, pues sintetiza la violencia de una sociedad y de un padre extremadamente cruel.
Un padre que, en palabras de su hijo predilecto, le enseñó que tipo de ser humano nunca ser y que acciones no cometer, pues a sus ojos el daño que causó no fue accidental; Errol maltrató y humilló conscientemente a su mamá y a su hermano. Por esta razón reafirma -en esta entrevista- lo que su padre tantas veces niega: no tiene ninguna relación ni conexión con él. Para Kimbal, su destino es vivir para compensar los errores de su padre.
Y este hombre -de más de un metro noventa de estatura- logró, gracias a su pasión culinaria, no solo evadir los dramas y las peleas de sus padres, sino congregar a su familia alrededor de sus rudimentarios platos de comida. Sí, a los once años Kimbal le pidió permiso a su madre para ir al supermercado y comprar “comida normal”, pues estaba cansado de los yogures sin azúcar, el pan negro y las sopas de zapallo que preparaba Maye Musk. Así que Kimbal, con las instrucciones que le dio el carnicero del supermercado, preparó un pollo con papás fritas que a todos les gustó.
Ahí, en esa cocina, el actual dueño de Square Roots, se da cuenta no solo de la magia de los alimentos, sino de su capacidad para reunir a las personas. Y este descubrimiento marcó su trayectoria, pues comprendió que su verdadero talento era el social, perfecto complemento para su hermano. Visto de manera optimista, las nulas dotes culinarias de su madre y las pobres habilidades sociales de su hermano, le permitieron a Kimbal encontrar y desarrollar su destino personal y empresarial, destino que casi llega a su fin a los 37 años, cuando un accidente lo dejó totalmente paralizado.
De repente, le cuenta a Lex Fridman, dejó de sentir su cuerpo. No había dolor, pero no podía moverlo. ¿Será posible? Pese a quebrarse dos vértebras cervicales y a pasar días con una parálisis total del cuerpo, Kimbal, tras varias cirugías y meses hospitalizado, logró recuperar la movilidad. ¿Un milagro? En estas condiciones el dueño de The Kitchen Restaurant Group, pese a no ser una persona religiosa, sintió la voz de Dios y ésta lo motivó a dedicar sus posteriores esfuerzos empresariales a hacer del planeta un lugar mejor.
Sí, después del accidente, Kimbal dejó atrás su faceta de deportista extremo y de empresario tecnológico y empezó un camino más “orientado al alma y al espíritu”. En la biografía de Elon Musk, Walter Isaacson da cuenta de como este accidente también llevó a Kimbal a explorar con la medicina y la espiritualidad alternativa y, como Elon, se negó a acompañarlo:
“Kimbal, que creía en la curación de la mente mediante el empleo de alucinógenos naturales legales, había organizado una ceremonia de ayahuasca (…) Quiso convencer a Elon de que se apuntara con él a aquella experiencia que, decía, podría ayudarle a domar sus demonios. <<En la ceremonia de ayahuasca se pasa por la muerte del ego -explica Kimbal-. Toda la mochila que llevas, muere. Después, eres un ser humano distinto>>”.
Pero el primogénito del clan Musk le respondió que tenía sentimientos sepultados bajo cemento que no estaba dispuesto a liberar y lo invitó a agarrar un joystick y a sentarse juntos detrás de una enorme pantalla, pues esta es la forma que tiene Elon Musk de descansar. Nada de subir cerros, leer o expresar sentimientos con otros seres humanos. Tampoco terapias, meditaciones o encuentros espirituales. No, para el fundador de Neuralink no hay nada que lo ayude más a centrarse que jugar horas y días completos a sofisticados videojuegos. Escuchemos a Issacson:
“Después de ver un lanzamiento de SpaceX en sus ordenadores y pasar el rato haciendo el tonto en Boulder, se aburrieron y tomaron el avión de Elon hasta Austin. Allí jugaron al videojuego que era la nueva obsesión favorita de Elon, Polytopia, y vieron Cobra Kai, una serie de Netflix basada en la película Karate Kid.
En la serie, los personajes de la película original tienen más de cuarenta años, igual que Elon y Kimbal, y niños de la edad de los hijos del primero. <<A ambos nos tocó el corazón, porque hay un personaje muy empático -cuenta Kimbal-. Y los dos pasan dificultades que tienen que ver con su relación con la figura paterna y con cómo ser ellos mismos figuras paternas para sus hijos>>.
Para Sigmund Freud las peleas fraternales no tendrían nada de particular, pues a sus ojos, la dinámica entre hermanos estaba siempre atravesada por la rabia, la dominación y la competencia. Lo extraño es que ya siendo jóvenes emprendedores estas pasaran a transformarse en una práctica empresarial. Vamos con Isaacson:
“Elon era especialmente duro con Kimbal. <<Adoro a mi hermano, lo quiero muchísimo, pero era difícil trabajar con él>>, dice este. Sus discrepancias acababan a menudo en peleas en las que rodaban por el suelo de la oficina. Se peleaban por la estrategia principal, los pequeños desaires y el nombre de Zip2 (…) No tenían despachos privados, solo cubículos, de modo que no podían esconderse. En una de sus peores peleas, lucharon en el suelo y Elon parecía preparado para propinar un puñetazo en la cara a Kimbal, de modo que este le mordió la mano y le arrancó un pedazo de carne. Elon tuvo que acudir a urgencias para que lo suturasen y le pusieran una vacuna contra el tétanos. <<Cuando el estrés era intenso, no nos percatábamos de nadie a nuestro alrededor>>, dice Kimbal”.
En definitiva, pese a los contradictorios caminos que han tomado los hermanos Musk, está claro que, desde una mirada psicoanalítica, ambos lograron desasirse de la siniestra autoridad parental de Errol Musk gracias a su cercanía y complementariedad. Elon y Kimbal tienen muchas diferencias, pero al igual que los personajes de Cobra Kai, son padres que coinciden en no querer hacerle a sus hijos lo que Errol hizo con ellos, por lo que el desasimiento de Errol Musk fue una de las operaciones más necesarias -y dolorosas- para el desarrollo de esta exitosa dupla.
Sí, con sus luces y sombras, estos hermanos lograron sostener la oposición con la generación de sus antecesores, separación y diferenciación que les ha permitido construir civilización y avanzar en sus propios caminos, ya sean rumbo a Marte o de vuelta a la naturaleza…