Las generaciones se inscriben en una genealogía humana entre ascendientes y descendientes, donde los eslabones van traslapando deudas, memorias, pérdidas o ganancias de modo transgeneracional. Así, en el mundo contemporáneo podemos identificar, al menos, cuatro estadios generacionales: baby boomers, generación X, millennials y generación Z, agrupados en intervalos de 20 años entre sus ciclos vitales.
Aquí aludimos al denominado GEN Z, jóvenes pragmáticos entre los 16 y 25 años, cuyas prioridades e intereses cambian al ritmo de sus selfies. Así, por ejemplo, aspiran a ocupaciones con horarios flexibles, teletrabajar u oficios por cuenta propia, destacando su autonomía y creatividad, que justifica una facilidad multitarea, siempre afianzada por el wi fi.
Esta generación vive el poderío de Internet, inteligencia artificial, redes sociales y comercio electrónico. Pasan gran cantidad de horas ante pantallas, permeados por el manejo de teléfonos inteligentes, tablets y otra variedad de dispositivos móviles, navegando en un caudal de información, tendencias tecnológicas, recursos telemáticos y data medias.
El world wide web los sumerge en una multitud de ecosistemas virtuales, donde combinan amistades, trabajo, entretención, consumo, comercialización, novedades culturales, activismos sociales, etc., que los hace más pluralistas, inclusivos, adaptables a escenarios diversos y, por lo mismo, comprometidos con distintas causas.
Su cotidianidad se empaqueta, preferentemente, en formatos Youtube, Instagram, Tik Tok, Whatsapp y todo el marketing de influencers, para comunicarse, interactuar e informarse. Aun así, son conscientes de los riesgos e inconvenientes que eso conlleva a su intimidad, presentándose más recelosos y atentos a troleos que sus antecesores, tal vez por las reiteradas y publicitadas experiencias sobre acoso virtual, cyberbullying, sexting o grooming, que reflejan un manejo problemático y de alto riesgo en Internet, a consecuencia de la despersonalización que trae consigo el anonimato tras un monitor.
El gen Z supera el 35% de la población mundial, enfilándose después de nuevas generaciones que seguirán asombrándonos y exigiéndonos otros mecanismos de vinculación. Se habla, en algunos casos, de un gen “Alfa”, acorde al alfabeto griego, compuesto por nacidos entre 2010 y 2025, al que seguramente seguirá el gen “Beta”, quienes tendrán menores referentes analógicos, abstraídos por la hiperconectividad, las pantallas táctiles y la absoluta digitalización.
Más que tipificar o generalizar, importa estar alerta a los nuevos perfiles generacionales que irán forjando lugares y posiciones en sociedades cada vez más ambivalentes, complejas y variables. Sin duda, los diferentes niveles educativos y, especialmente, las universidades deberán apuntar hacia otros frentes y estrategias, para aportar en el desarrollo de competencias ad hoc, no solo para futuros empleos o emprendimientos, sino para sus ejercicios políticos, prácticas ciudadanas, configuraciones culturales, etc., retos para asumir con prontitud y responsabilidad.
*Vicedecano Fac. Cs. Sociales y Humanidades. Director IIDS, Universidad Autónoma