Con la llegada del verano, comienza la época con más sol del año, con los días más largos y donde se trata de aprovechar una mayor cantidad de tiempo al aire libre, sobre todo cuando las temperaturas diarias lo permiten.

Con la llegada de esta estación, muchas personas reportan sentirse más animadas, con más energía y mejor humor. Este fenómeno, conocido como el “efecto verano”, pero ¿cuál es la base científica de este fenómeno?, ¿sólo depende de la luz solar? ¿qué otros factores aportan? dos expertos explican la ciencia detrás de este efecto.

El impacto del sol en el estado de ánimo: ¿es real el “efecto verano”?

El llamado “efecto verano” tiene una base biológica que explica por qué muchas personas experimentan un mejor estado de ánimo durante esta temporada. La psicóloga Carla Mendoza Núñez, de la Universidad de Talca, señala que la exposición a la luz solar y el aumento gradual de las temperaturas pueden impactar positivamente en el humor.

“La luz solar es un catalizador natural para la producción de serotonina, un neurotransmisor esencial que regula el estado de ánimo”, explica la especialista. Esta relación entre la luz y el bienestar es aún más evidente en los días más largos del verano, cuando la exposición lumínica se extiende por más horas.

Además del impacto biológico, el verano suele ser una época de descanso y recreación. Para muchos, es la temporada de vacaciones, lo que permite un respiro de la rutina diaria y una oportunidad para desconectar y recargar energías. Mendoza destaca que este tiempo libre favorece la interacción con la naturaleza, lo que “tiene efectos calmantes que pueden ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo”. La combinación de sol, descanso y actividades al aire libre puede ser clave para el bienestar emocional.

Estudios científicos también respaldan la influencia positiva de la luz solar en la salud mental. Según una investigación publicada en la National Library of Medicine, la exposición al sol mejora los niveles de serotonina y melatonina, hormonas esenciales para la regulación del estado de ánimo y el sueño.

“En trastornos mentales como la depresión, la falta de luz puede agravar los síntomas”, advierte Mendoza. Este fenómeno se observa especialmente en el trastorno afectivo estacional, una forma de depresión que aparece en invierno debido a la menor exposición a la radiación solar.

La misma investigación destaca que la luz solar no solo influye en el estado de ánimo, sino también en funciones cognitivas clave. Una baja exposición a la luz natural podría estar relacionada con el deterioro cognitivo, ya que la serotonina y la melatonina cumplen un papel importante en diversos procesos neurológicos. Así, la luz del sol no solo impacta la salud mental en el corto plazo, sino que también podría tener efectos a largo plazo en la función cerebral.

¿Por qué no todas las personas experimentan el mismo efecto?

Aunque muchas personas sienten una mejora en su estado de ánimo con la llegada del verano, no todos reaccionan de la misma manera. La psicóloga de UTalca, explica que “algunas personas pueden experimentar mayor irritabilidad, dificultades para dormir y una disminución en la concentración debido a las altas temperaturas”.

El calor extremo puede aumentar el riesgo de agotamiento y golpes de calor, afectando tanto la salud física como mental. Además, la tolerancia al calor varía entre individuos y puede estar influida por condiciones médicas preexistentes.

Otro factor a considerar es el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) de verano. Aunque este tipo de trastorno es más común en invierno, algunas personas experimentan síntomas similares en los meses más cálidos. Mendoza señala que “la mayor exposición a la luz solar y las altas temperaturas pueden alterar el equilibrio hormonal y el ritmo circadiano, provocando ansiedad, insomnio, pérdida de apetito y agitación”.

El psiquiatra Juan José Trebilcock, de la Clínica Universidad de los Andes, destaca que, en personas conTAE, el aumento de la luz puede desencadenar síntomas como irritabilidad, angustia o incluso episodios de hipomanía. Aunque estos casos son menos frecuentes en la población general, evidencian que la relación entre sol y estado de ánimo no es igual para todos.

¿Existen diferencias según las edades y lugares?

El impacto del sol en el estado de ánimo varía según la edad y el contexto social. Mendoza explica que “en niños, niñas y adolescentes, la exposición al sol y al aire libre suele asociarse con mayor actividad física, lo que mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad”.

Durante el verano, el aumento de horas de luz permite más oportunidades para juegos, paseos y actividades recreativas, lo que potencia estos beneficios. En contraste, los adultos mayores tienden a pasar menos tiempo al aire libre debido a problemas de movilidad o salud, lo que puede afectar su síntesis de vitamina D y aumentar el riesgo de depresión.

Existen también diferencias de género en la forma en que la luz solar influye en el estado de ánimo. Mendoza señala que “las mujeres suelen tener un mayor riesgo de desarrollar trastorno afectivo estacional en comparación con los hombres”, lo que puede estar relacionado con factores hormonales y el estrés asociado a la carga mental. Además, los ritmos circadianos pueden alterarse con la edad, lo que hace que algunas personas sean más vulnerables a la falta de luz natural o a los cambios de estación.

El acceso a espacios al aire libre también es un factor determinante. Las personas con menos recursos pueden enfrentar mayores dificultades para disfrutar del sol, ya sea por vivir en zonas con escasas áreas verdes o por tener menos oportunidades de realizar actividades al aire libre. “Las brechas socioeconómicas pueden influir en el bienestar mental, ya que el acceso limitado a espacios abiertos reduce los beneficios de la exposición solar”, advierte Mendoza.

¿Cuánto tiempo se debe estar bajo el sol?

El verano y su abundante luz solar pueden generar un impacto positivo en el estado de ánimo, siempre y cuando se aprovechen con responsabilidad.

El Dr. Trebilcock, señala que “la exposición al sol matutino es la más recomendable”. La luz de la mañana no solo ayuda a iniciar el día con mayor energía y bienestar, sino que también presenta un riesgo menor de daño por rayos ultravioleta, que alcanzan su punto más alto en las horas centrales del día.

No obstante, una exposición excesiva también puede traer consecuencias negativas. “La exposición prolongada, especialmente en horarios de mayor radiación, puede ocasionar efectos como insolación o quemaduras”, advierte Trebilcock. Por ello, se recomienda evitar la exposición al sol entre las 11:00 y las 16:00 horas y tomar precauciones como el uso de protector solar, ropa adecuada y sombra cuando sea necesario.

Foto: Aton Chile

Además, el impacto de la luz solar en el estado de ánimo puede verse afectado por factores geográficos. Mendoza señala que “en zonas de menor exposición solar, las personas son más propensas a experimentar trastorno afectivo estacional (TAE)”.

Beneficios y riesgos de exponerse al sol

La exposición solar tiene múltiples beneficios para la salud mental. Según el psiquiatra de la Clínica U. Andes, “favorece las capacidades cognitivas, especialmente en las funciones ejecutivas como la atención, y en cierta medida, mejora la memoria y la agilidad mental”. También se ha comprobado que puede disminuir la sensación de dolor en personas con condiciones crónicas, reduciendo la necesidad de analgésicos.

Por su parte, Mendoza destaca que “la luz solar contribuye a la producción de vitamina D, fundamental para la síntesis de serotonina, un neurotransmisor clave en el equilibrio emocional”.

Pasar tiempo al aire libre en verano ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, promoviendo la relajación y el bienestar. Mendoza recomienda aprovechar esta época para “desconectar de las preocupaciones diarias, ya sea tomándose vacaciones o disfrutando de momentos en la naturaleza”.

Sin embargo, también advierte sobre ciertos riesgos, como la “ansiedad social por cumplir con las ‘expectativas estivales’”, fenómeno asociado a la presión de vivir el verano de manera idealizada. Para evitar esto, sugiere “participar solo en actividades que realmente disfrutemos y evitar compararse con los demás”.

Para maximizar los beneficios del sol sin caer en riesgos, es clave una exposición responsable. Mendoza aconseja “protegerse del calor extremo con hidratación adecuada, ropa ligera y evitando las horas de mayor temperatura”. Además, recomienda cuidar la calidad del sueño con hábitos como “mantener una rutina regular y un ambiente fresco para dormir”. También es importante aplicar protector solar, usar gorros y ajustar los tiempos de exposición según la edad y el tipo de piel de cada persona.