“Para explicar sus hipótesis de cómo empezaron a volar los dinosaurios, el profesor Maturana hacía los gestos de los movimientos a sus ochenta y tantos años”, lo recuerda entre risas y admiración. Desde que Alexander Vargas se topó en los pasillos de la Universidad de Chile con el Premio Nacional de Ciencias, Humberto Maturana, se gestó una relación de amistad y trabajo que ahora lo rememora en el plano personal y profesional. Ante el primer aniversario de la partida del responsable del término “autopoiesis”, se siguen realizando estudios y publicaciones basados en el trabajo del biólogo chileno más significativo del último siglo.
Pocos días antes de su muerte, en 2021, Humberto Maturana conversó por teléfono con su colega y discípulo, Alexander Vargas, sobre una publicación que complementaba grandes rasgos de su vasta trayectoria científica. Le llamó la atención la proyección de esta investigación que utilizaba varios aspectos desarrollados durante la carrera del académico nacional.
Específicamente, Maturana se interesó mucho por un estudio de biología teórica desarrollado por Vargas, junto al neurocientífico Jorge Mpodozis y el doctor en Ciencias, Joao Botelho, llamado “Las consecuencias evolutivas de la epigénesis y el cambio neutral: un enfoque conceptual a nivel del organismo” y fue publicado pocos meses antes que Maturana falleciera a los 92 años por complicaciones respiratorias.
“Tomamos de Humberto Maturana unos dibujos que aparecen en una publicación que hizo en el Museo de Historia Natural, en 1992, llamado “El origen de las especies por medio de la deriva natural”. Ahí, él explicó teóricamente qué ocurre con un ser vivo a través del paso de las generaciones, y sus posibles interacciones con el medio ambiente que puede tener a través de sus descendencias. “Encima del ser vivo, Maturana dibujó unos campos de posibles escenarios que podrían pasarle en su vida, de acuerdo a cada camino que tome con el medio”, detalla Vargas.
A partir de dicha tesis, Vargas desarrolló una investigación que expandió el trabajo de Maturana, “imaginándonos una serie de situaciones. Una de las cosas que argumentamos es que pueden haber cambios en el ambiente, que al comienzo no ocasionan nada, pero después al estar combinados con otros cambios del medio ambiente o en el genotipo, sí produce algo en el ser vivo. Una especie de ‘cambio silencioso’”, explica el académico y paleontólogo de la Universidad de Chile.
Según detalla, ya está discutido en la comunidad científica cómo ocurren los cambios en el genoma, pero no está muy abordado cómo ocurren los cambios en las especies provocadas por el ambiente externo, y qué consecuencias pueden tener estos cambios neutros en el ambiente.
El Legado de Maturana
Las primeras aproximaciones de Alexander Vargas hacia Maturana datan de 1997, cuando el ahora reconocido paleontólogo era solo un estudiante de pregrado. “Actualmente trabajo en el Laboratorio de Biología del Conocer, el propio laboratorio de Humberto Maturana. Así que estoy bien relacionado con él y su legado intelectual”, afirma.
Allí, según cuenta el académico, no faltaba la oportunidad de conversar, de compartir, sobre todo en los últimos años de Maturana. Es por eso que la muerte del biólogo chileno lo tomó por sorpresa. “Yo había hablado con él hace unos días y se oía tan lúcido como siempre”, recuerda Vargas.
Este 6 de mayo se cumple un año desde la partida de Maturana, reconocido mundialmente por su aporte a la biología evolutiva y también a la filosofía. “Era muy agradable, y encontraba muy interesante lo que estábamos haciendo, pero siempre estaba más interesado en sus propios énfasis, en sus propias ideas. Pero de todas maneras era estupendo escucharlo, siempre”, afirma el investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Además, Vargas recuerda con cariño y admiración a Maturana por su forma de explicar sus teorías. “Cuando explicaba su hipótesis de cómo los dinosaurios se echaron a volar, él te explicaba haciendo los gestos de los movimientos. Ya veía que iba a salir volando el profesor”, rememora entre risas.