En cinco años más, las ocho centrales a carbón más antiguas que funcionan en el país (cuatro de ellas con 59 años) cesarán sus funciones y para el año 2050, Chile se convertirá en un país carbono neutral (con emisiones netas de gases efecto invernadero iguales a cero). Esos son los principales ejes del plan de descarbonización del país que anunció hoy el presidente Sebastián Piñera.
Actualmente, hay 28 centrales a carbón en el parque eléctrico, las que se alimentan de carbón mineral y están ubicadas en seis municipios: Iquique, Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncaví y Coronel.
Del total de centrales termoeléctricas a carbón en el país, ocho están en Mejillones, la comuna que acumula más generadoras de este tipo y que sigue aumentando.
El Complejo Ventanas de AES Gener (Nueva Ventanas, Campiche) es el que más emisiones genera con 4,63 millones de toneladas de CO2 al año. Le sigue Guacolda con 3,95 y Bocamina con 2,38 millones de toneladas al año, de acuerdo a los cálculos realizados por Greenpeace a partir de cifras consolidades por la autoridad.
Cristián Muñoz, académico PUC y fundador de Breves de Energía, explica que cerrar las centrales a carbón no implica necesariamente descarbonizar la generación de electricidad en el país, pues dependerá de cuánto generan estas centrales y de qué tipo de tecnología las reemplazará. "Si bien se retirarán poco más de 1.000 MW, una parte importante de estas centrales prácticamente ya no opera, porque están entre las centrales a carbón más ineficientes o caras del sistema. Además, la mayoría de estas centrales ya tenían restricciones de operación al estar ubicadas en zonas ambientalmente saturadas, como por ejemplo Tocopilla, Puchuncaví y Coronel", dice.
Para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de CO2 a los que el país se ha comprometido, señala Muñoz, se debe reducir de manera importante el uso de combustibles fósiles. "Imponerse una nueva meta de ser carbono neutral, es decir que las emisiones brutas del país sean neutralizadas por un secuestro de la misma magnitud, va en el sentido correcto, sin embargo implicará recursos adicionales para el país, que podrían tener un mejor uso en la adaptación del país a los impactos del cambio en el clima".
La semana pasada, una nueva termoeléctrica inició su funcionamiento en esta ciudad: terrmoeléctrica Infraestructura Energética Mejillones (EIM) de la empresa francesa Engie y tiene una capacidad de 375 MW para abastecer a clientes regulados con altos estándares ambientales, dicen la empresa. La nueva central tiene sistemas de reducción catalítica y quemadores de baja emisión para gases de óxido de nitrógeno y sería la última nueva central de este tipo en el país.
Según Muñoz, la entrada de la nueva central de Engie, no es coherente con las metas de reducción del país, pues al ser una central a carbón eficiente, será despachada con prioridad y en consecuencia generará casi el doble de toda la generación agregada de las centrales en proceso de cierre.
Para los ambientalistas, es un contrasentido. "No estamos descarbonizando, estamos carbonizando. Si uno hace la diferencia de lo que se cierra y lo que se abre, en realidad la matriz en el año 2019 está aumentando en 205 MW de termoeléctrica a carbón. Esto muestra que el plan de cierre de carboneras es nada ambicioso. La misma compañía tiene además otra unidad termoeléctrica aprobada que no se ha construido y sería bueno saber si la van a construir o no, también por 375 MW en Mejillones", dice Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram.
Anuncios no son novedosos
Según Greenpeace el anuncio de cierre las otra cuatro centrales que llevan funcionando casi 60 años no es nuevo (ya había sido anunciado la propia empresa hace un año). Lo verdaderamente novedoso y contradictorio es que el gobierno acaba de autorizar la entrada en funcionamiento de una nueva termoeléctrica a carbón en esa misma zona equivalente en potencia a estas cuatro que se cerrarán, reclaman.
Con esta nueva central, "Chile va a llegar con una cifra récord de carbón el día que empiece la cumbre climática COP25" en diciembre, dice Matías Asun, director nacional de Greenpeace. Según ellos, plan no es otra cosa que la oficialización de "una condena al carbón por 20 años más". "Es perfectamente posible un plan que considere tener cerradas todas las plantas el año 2030 y el cierre inmediato de las ocho plantas que el presidente anunció que serán cerradas al 2025", criticó.
Liberona calificó los anuncios como "pobres e insuficientes" y una falta de respeto hacia las comunidades que esperaban esperanzados un cierre definitivo de las termoeléctricas a carbón.
"Esperábamos más compromiso del presidente Piñera y del gobierno. Él dijo ante la Asamblea general de la ONU en septiembre de 2018 que terminaría con las zonas de sacrificio, pero en este plan no hay cierre de Puchuncaví- Quintero hasta el 2022, no hay un cierre ahora ya cuando la gente lo necesita y lo está pidiendo".
Ricardo Bosshard, director de WWF Chile, cree que como país anfitrión de la COP25, existe la oportunidad y el deber de empujar al resto de los países a metas y plazos más ambiciosos. "Es clave que este Plan de Descarbonización pueda ir revisándose y ajustando sus fechas, como lo indicó el Presidente. A nivel mundial, la salud del planeta nos exige tener una matriz energética cero carbón al 2030, y Chile puede y debe liderar con el ejemplo, aunque sea difícil", precisó Bosshard.
Para esta organización, que el 40% de la electricidad en Chile se obtenga de la quema de carbón es más propio de una economía de la época de la Revolución Industrial y no de un país que posee todas las potencialidades para basar su generación energética en energías limpias y renovables. "La letra chica del anuncio, sin embargo, es que estaremos retirando las centrales cuando hayan cumplido literalmente el doble de su vida útil".