El Niño sigue fortaleciéndose, entra en fase de maduración y hay 100% de probabilidades que esté en el verano
Informe del Centro Regional del Clima para el Oeste de Sudamérica publicó un nuevo boletín actualizando las condiciones de El Niño en América Latina.
El pasado 8 de noviembre, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirmó que en lo que va del año calendario, la temperatura media mundial es la más alta jamás registrada, 1,43 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y el hielo marino en la Antártida permanece a niveles récord.
La OMM espera que el patrón climático de calentamiento de El Niño dure al menos hasta abril de 2024, lo que contribuirá a un nuevo aumento de las temperaturas.
El jefe de la OMM, Petteri Taalas, dijo que como los impactos de El Niño en la temperatura global generalmente se manifiestan en el año posterior a su desarrollo, el próximo año “puede ser aún más cálido”.
El Niño sigue fortaleciéndose, entra en fase de maduración y hay 100% de probabilidades que esté en el verano
En paralelo, el Centro Regional del Clima para el Oeste de Sudamérica (CIIFEN) ha publicado recientemente su boletín mensual respecto a los efectos climáticos relacionados con El Niño, centrándose especialmente en América Latina.
De acuerdo a este organismo, en octubre se observó un fortalecimiento de las temperaturas más cálidas de lo normal en el Pacífico Central hasta unos 250 metros de profundidad, y un fortalecimiento de anomalías frías en el Pacífico Occidental a profundidades entre 100 y 250 metros. Este gradiente indica el inicio de la etapa de maduración de El Niño.
Según explica el climatólogo de la U. de Santiago, Raúl Cordero, que el fenómeno esté llegando a su etapa de maduración significa que está llegando a su peak, que siempre ocurre a fin de año. Añade que una vez en este peak, El Niño comienza a remitir inmediatamente después, pero usualmente tarda varios meses.
El informe también señala que se observa “el predominio de pulsos de vientos del oeste en todo el Pacífico Ecuatorial, que ayudaron a desplazar a una onda Kelvin cálida y mantener las anomalías positivas de temperatura superficial del mar”.
De acuerdo a Cordero, esto significa que las condiciones de viento siguen siendo favorables aún para la intensificación de El Niño, es decir, “para el alza en la temperatura superficial del mar en el pacífico tropical”.
El documento también añade que l pronóstico del ENOS para el próximo trimestre (noviembre – enero 2024) prevé 100% de probabilidad de condiciones El Niño. Se espera que se mantenga por lo menos hasta abril de 2024.
Más lluvias primaverales
La llegada del fenómeno de El Niño, auguró un año climático muy diferente a los anteriores, uno con mayores precipitaciones. Este diagnóstico se ha ido cumpliendo a cabalidad, ya que se registró el invierno más lluvioso en casi dos décadas en Santiago y buena parte de la zona centro sur.
Para Santiago, con más de 200 mm de agua caída, el último invierno se convirtió en el más lluvioso desde 2005, fenómeno que parece no detenerse, ya que la primavera sigue siendo también unas de las más lluviosas de la útlima década.. Septiembre, octubre y ahora noviembre, también han registrado constantes episodios de precipitaciones, además de mañanas y noches más frías de lo acostumbrado para esta época del año.
Con 77 mm de agua caída, septiembre se convirtió en el “septiembre” más lluvioso de los últimos 23 años en la capital, y el cuarto con más agua caída desde que existe registro según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC). Por su parte, octubre finalizó como uno de los “octubres” más fríos de los últimos años.
La temperatura máxima promedio en Santiago para este mes fue de 21,8°C, es decir, medio grado bajo la máxima típica para el décimo mes del año, que es 22,3°C, lo que lo posiciona como el más frío desde 2015 (hace ocho años), aunque aún lejos del récord absoluto de octubre de 1953, de 18,1°C.
Este escenario, muy condicionado ya por el fenómeno de El Niño, problamente se extenderá hasta el próximo año. Según la OMM y CIIFEN, hasta abril, aunque de acuerdo al pronóstico de la Agencia Oceanográfica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), existe al menos un 50% de probabilidades de que el fenómeno persista incluso hasta mediados del próximo año (2024).
Raúl Cordero, cdice que eso significa precipitaciones al alza, especialemente en invierno, pues su efecto es menos notorio durante el verano, pues la zona central es seca.
“Si el niño predomina durante el primer semestre, el próximo año podría ayudarnos a qué el otoño en la zona central no sea tan seco, como desafortunadamente ha sido en los últimos años”.
Precisamente, el fenómenos ha hecho que la zona central viva el año más lluvioso desde que comenzó la larga e intensa sequía en 2008. “Aunque noviembre es un mes relativamente seco en Santiago, no es extraño que se registren algunos milímetros de precipitaciones. En los últimos 10 años, en cinco se registraron precipitaciones en un mes de noviembre”, indica Cordero.
El agua caída en noviembre, “nos deja muy cerca de los 5 mm que son considerados típicos en Santiago para este mes del año. Aunque no se trata de precipitaciones considerables, ayudan a acercar el total anual a los 300 mm, que son considerados típicos en la capital por año”.
De hecho, esta tarde Santiago fue sorprendido con una fuerte lluvia acompañada de una tormenta eléctrica, la que en algunos sectores incluso dejó inusuales granizos y hasta nieve.
Una sopresiva nevazón se registró en algunos sectores de Santiago, como en Kennedy con Américo Vespucio, en la imagen.
Y aunque para muchos se trata de fenómenos anormales, en realidad, esta primaver es más bien como solían ser antes de llegada de la megasequía. “Gracios al Niño, hemos tenido una primavera similar a la que era considerada normal hace un par de décadas. Una primavera que no ha sido ni seca ni demasiado calurosa. Pero claro, ha sido una primavera diferente a la mayoría de primaveras que hemos tenido en la última década que fueron secas y calurosas”, dice Cordero.
El actual mes de noviembre también comenzó con días considerados muy fríos, puntualmente, la mañana más fría desde 2010, cuando se registraron 3,6 °C. “Una mínima de 4,2 °C en Santiago es aproximadamente 5°C bajo las mínimas típicas en Santiago, que a inicios de noviembre son de alrededor de 9 °C”, agrega Cordero.
Verano caluroso
La Dirección Meteorológica de Chile (DMC) liberó su último boletín: Pronóstico Estacional trimestre Noviembre-Diciembre 2023 - Enero 2024 (NDE), donde revela detalles de cómo culminará el año (noviembre y diciembre) en materia climática, y por primera vez, entrega detalles de cómo comenzará el próximo año (enero). Señala que se será una estación seca en Santiago y la zona central, las temperaturas mínimas serán normal o sobre lo normal, mientras que las máximas sobre lo normal.
Bajo esos antecedentes, para el próximo verano en Chile se pronostica que los termómetros superarán, incluso, los 43°C en la zona centro-sur del país, cifra que si se concreta sería la más alta registrada en sectores poblados.
Pablo Rojas, investigador del Instituto Interamericano del Desarrollo Sostenible (IIDS) de la U. Autónoma explica que “este fenómeno se atribuye a la combinación de varios factores atmosféricos, entre ellos, la presencia de un sistema de alta presión persistente sobre la región, que actúa como un bloqueo atmosférico. Este bloqueo impide la entrada de sistemas frontales que normalmente traerían condiciones más frescas, contribuyendo así al aumento sostenido de las temperaturas”.
Durante los últimos años, e incluso la última década, se ha extendido la estación de verano, debido a altas temperaturas y constantes olas de calor, quitándole cada vez más días en el calendario al otoño, lo que hace pensar también en un futuro con solo dos estaciones, es decir, verano e invierno.
“No es una sorpresa que la Dirección Meteorológica de Chile pronostique un verano caluroso. Los veranos son cada vez más cálidos en Chile, debido al empuje del calentamiento global. Este próximo verano, además, estará marcado por El Niño que también empuja al alza las temperaturas. La combinación del calentamiento global y el niño hacen prever un verano con temperaturas potencialmente récord y una temporada incendios forestales activa”, dice Raúl Cordero.
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