Stefano Antonelli ha moldeado plexiglás durante décadas en su taller, lo que le ha permitido fabricar bicicletas, muebles y obras de arte. Pero hace poco tuvo un cliente diferente. Un hospital local le pidió una caja para cubrir la cabeza de los pacientes, una barrera que previniera la transmisión del coronavirus.
Fue uno de muchos requerimientos de equipos protectores hechos con este acrílico transparente que el artesano italiano de 58 años ha recibido durante los últimos meses, de parte de tiendas, restaurantes y profesionales.
“Ha sido como un tsunami”, dice el señor Antonelli en su taller, el cual está a pocos metros del Coliseo de Roma. “En 40 años, nunca había visto algo similar”.
El plexiglás es un tipo de plástico que surgió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue propuesto como una alternativa segura frente al vidrio en los parabrisas de los aviones. Ahora la pandemia está transformando este material en formas bastante inusuales. En un mundo marcado por el distanciamiento social y los escudos, los diseñadores están ofreciendo verdaderos corrales de plexiglás para las playas, cajas individuales para los estudiantes en las salas de clases y una amplia gama de otras aplicaciones nuevas.
Una de esos creadores es Christophe Gernigon. Una noche, el diseñador parisino estaba navegando por sus redes sociales, en busca de medidas usadas por los restaurantes para mantener la distancia social, tales como los separadores de plexiglás en las mesas.
“Me asusté porque se parecía más a una sala de visitas en la cárcel”, indica Gernigon al referirse a las barreras. Él quería hacer algo más elegante y satisfactorio en términos estéticos.
Gernigon logró dar forma a una especie de cápsula transparente que se asemeja a una pantalla de lámpara suspendida sobre las cabezas y torsos de los comensales de un restaurante. Publicó sus diseños en internet. Dice que recibe unos 50 pedidos al día y no sólo de restaurantes. Otros negocios como casinos, salas de espera de hospitales y salones de manicura también están interesados, afirma.
La producción empezó a comienzos de junio, con pedidos enviados fuera de Francia y hacia países como Estados Unidos y Japón. El costo es de 155 euros por cápsula, algo así como unos 173 dólares.
El diseñador de 57 años trabaja actualmente en otras versiones de su diseño PLEX’EAT, incluyendo una que usará una textura de color y otra lo suficientemente grande como para cobijar a una pareja.
Estas cápsulas incluso mejoran el aroma de las comidas, asegura Gernigon, tras haber disfrutado recientemente un risotto de trufa bajo un domo de plexiglás.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció al plexiglás y otras barreras plásticas como herramientas efectivas en el combate contra la propagación del virus.
Eso no impidió que los críticos atacaran duramente a los arquitectos italianos Ilaria Bizzo y Stefano Cornacchini por su diseño que consistía en cajas individuales para los estudiantes que volvían a clases tras el encierro. Ambos proponían la idea como “una solución flexible, económica y amigable con el ambiente” para así preservar la seguridad de las escuelas”.
“Las cajas de plexiglás parecen ser más una visión distópica del futuro que una posible solución a un problema”, plantea el arquitecto Stefano Cardini, quien fue director académico italiano en jefe del Instituto Europeo de Diseño.
Lucia Azzolina, ministra de Educación de Italia, y el político de extrema derecha Matteo Salvini incluso se enfrentaron por la ortografía del término -¿Es plexiglass o plexiglás?- mientras discutían un decreto para al próximo año escolar. Si bien el material es conocido comúnmente como “plexiglass” en inglés, se vende bajo varias marcas, una de las cuales es Plexiglás.
El artesano romano Stefano Antonelli, a quien llaman el “hombre plástico” o “er plasticaro” en dialecto local, indica que las formas originales de los diseños que elabora representan algunas dificultades. Algunas son técnicas, como dar con el grosor y el peso apropiados para conseguir un diseño funcional.
Gernigon, el diseñador de París, también tuvo que ajustar el grosor de su domo prototipo para conseguir que su idea funcionara. Usualmente, el material viene desde los fabricantes en planchas que luego pueden ser cortadas y moldeadas según distintas especificaciones.
En el punto más álgido de la emergencia, hubo una verdadera carrera por obtener herramientas protectores, dice Antonelli. La alta demanda, unida a la escasa disponibilidad de materia prima, hizo que él tuviera que rechazar algunos pedidos y que en otros casos el tiempo de entrega se alargara.
Un cliente pagó un considerable depósito, además de presionar para que su orden fuera puesta más adelante en la lista de entregas. Pero Antonelli le respondió que “todos los pedidos de plexiglás se crean de la misma manera”.
Al igual que los diseñadores, los fabricantes de plexiglás y otras compañías que usan este material en Europa han estado operando a toda capacidad para cumplir con la demanda.
A comienzos de marzo, Kunststoffhandel Rexin GmbH empezó a buscar plexiglás adicional a través de Europa para así evitar una posterior escasez. En ese entonces, la empresa alemana –que elabora productos como techos para terrazas y cocheras- recibió algunos pedidos iniciales de farmacias que querían escudos faciales anti estornudos. Luego aparecieron otros negocios como las estaciones de combustible, dice el ejecutivo en jefe Michael Schwarz (40).
Ahora es muy difícil encontrar plexiglás en el mercado, agrega Schwarz, quien agrega que la situación se mantendrá así durante muchas semanas. “Los pedidos actuales recibirán fechas de entrega, en el mejor de los casos, a partir de fines de año hacia comienzos de 2021”.
Para el señor Antonelli, el principal problema ha sido obtener suficiente plexiglás para satisfacer la demanda. La caja protectora que diseñó para el hospital local tuvo tanto éxito que recibió una orden por 50 más. Tuvo que rechazarla debido a la falta de material.
“Es como si tuviera un reluciente Ferrari que se está quedando sin combustible”, asegura.