En la cancha del estadio Easter Road, en Edimburgo, mayo de 1881, se distinguían 22 mujeres. Once de ellas representando a Escocia y las otras once, a Inglaterra. Las primeras vestían suéteres color azul y las segundas, de color rojo. Las mujeres de ambos equipos usaban los corsé de la época y pañuelos en la cabeza. El Glasgow Herald, diario de la época, destacó que las jugadoras de ambos equipos usaron botines de taco alto y que la vestimenta era la adecuada para una mujer.
Sin embargo, no se refirieron al resultado final del partido: una victoria de tres a cero por parte de Escocia, en lo que fue el primer partido internacional registrado en Gran Bretaña. Tampoco se refirieron a la primera goleadora escocesa, Lily St. Clair, o a Hellen Matthews, que bajo el seudónimo de Sra. Graham, fundó el equipo XI de la Sra. Graham de Escocia y quien protegió el arco. A lo que sí hicieron referencia fue al encuentro deportivo como un espectáculo de orden primitivo y humillante.
A pesar de las críticas, los mismos equipos volvieron a jugar una semana después, esta vez en Glasgow. Cerca de 5 mil personas asistieron al encuentro, pero ninguna era mujer, según destaca el libro Misceláneos del futbol victoriano. Durante el segundo tiempo, cientos de espectadores entraron a la cancha, empujando a las jugadoras obligándolas a escapar hacia sus carretillas.
Si bien no hay suficiente información posterior a este evento, varios libros y reportes de prensa de la época sugieren que hubo actos de vandalismo y peleas entre espectadores durante otros partidos de fútbol femenino, opacando el protagonismo de las jugadoras.
El Scottish Sport publicaba en 1892 lo siguiente respecto a uno de los partidos: "Fue el espectáculo más degradante que hemos presenciado en relación con el fútbol y no queremos volver a ver".
Incluso, en 1894, el British Medical Journal publicó que el fútbol no era recomendado para mujeres: "Es peligroso para los órganos reproductivos y los senos, debido a sacudidas, giros y golpes repentinos".
El primer equipo oficial
Las críticas de la sociedad, de la prensa y las "recomendaciones" médicas no detuvieron a otro grupo de mujeres que decidieron crear un equipo bajo las pautas de la Asociación de Fútbol. Así fue como en 1894 comenzaron los anuncios en prensa buscando mujeres que quisieran unirse a este nuevo equipo. Llegaron 30 mujeres a la convocatoria y en 1895 nació el British Ladies Football Club (BLFC).
La fundadora del equipo fue Nettie Honeyball, quien al igual que la Sra. Graham usaba ese seudónimo por temor a amenazas y represalias, declaró lo siguiente al Daily Sketch en 1895: "Fundé el club a finales del año pasado con el objetivo de probarle al mundo que las mujeres no son esas criaturas 'ornamentales e inútiles' que los hombres pintan… Deseo la llegada de un tiempo en el que las mujeres se puedan sentar en el parlamento y tengan voz en la gestión de todos los asuntos, especialmente en aquellos que las conciernen más".
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Helen Matthews, una de las primeras futbolistas de la historia.[/caption]
La presidenta del BLFC fue Lady Florence Dixie, hija del marqués de Queensberry, escritora y corresponsal de guerra de la época, quien mantuvo un discurso a favor de la emancipación de las mujeres, la igualdad de derechos y luchó por el sufragio universal. Era amante de los deportes, como la caza y la equitación, pero nunca la vieron pateando un balón. Tuvo bastante presencia en los medios de comunicación debido a su título aristócrata, lo que permitió publicitar los partidos del BLFC a través de la prensa.
El primer encuentro fue el 23 de marzo de 1895 en Hornsey, al norte de Inglaterra. El equipo se dividió en dos, en Norte y Sur, quienes disputaron el partido ante más de 10 mil espectadores. Dentro del equipo Sur, figuraba Emma Clarke, quien debutó ese día y es hoy reconocida como la primera futbolista afroamericana.
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Emma Clarke, de pie, la primera afroamericana en jugar fútbol.[/caption]
El triunfo se lo llevó el equipo Norte, con siete goles sobre uno. Pero, una vez más, el resultado fue lo de menos. La prensa destrozó a las jugadoras, refiriéndose en malos términos a su apariencia, a sus técnicas de juego y a lo poco femeninas que se veían debido a que en esa ocasión dejaron de lado los corsé y vistieron con una indumentaria "masculina".
No obstante, el British Ladies Football Club realizó una gira de once partidos, repartidos por varias ciudades de Gran Bretaña y la recaudación de venta de entradas fueron donadas a caridad.
El impulso duró hasta el 25 de agosto de 1902, cuando el Consejo de la Asociación de Fútbol advirtió a sus clubes miembros que no permitieran partidos caritativos contra equipos femeninos. Además, el consejo solicitó a los clubes que rechazaran el uso de sus terrenos para tales partidos.
El efecto de la Primera Guerra Mundial
Las prácticas y partidos de fútbol femenino sufrieron una pausa hasta que comenzó la Primera Guerra Mundial, lo que proporcionó nuevas oportunidades para las mujeres, tanto en el ámbito social, como laboral. La mayoría de los hombres que se fueron a luchar, dejaron libres sus puestos de trabajo y las mujeres debieron cubrirlos.
El gusto por jugar fútbol no se detuvo y en los momentos de descanso en el trabajo, las mujeres hacían grupos para practicar. Esto formalizó varios equipos de fútbol femenino, como el Dick, Kerr Ladies, que se fundó en 1917 y el cual, en su momento, fue el mejor de Gran Bretaña.
Pero la época dorada volvió a tener un repentino fin en 1921, cuando el Consejo de la Asociación de Fútbol volvió a rechazar el uso de las canchas por parte de mujeres y prohibió el fútbol femenino. A pesar de esto, algunos equipos continuaron jugando en secreto y hoy son recordadas figuras de esa época, como Lily Parr, considerada una de las mejores goleadoras de la historia con más de mil goles durante su carrera.
Finalmente, en 1971, se levantó la prohibición y se les permitió a las mujeres volver a jugar fútbol, eso sí, con las normas y pautas que cada país estimara conveniente.
La lucha y el riesgo que corrieron las británicas del siglo XIX permitieron a las mujeres de hoy contar con los mismos eventos deportivos que tienen los hombres. Sin embargo, los prejuicios y críticas hacia ellas siguen latentes.