El confinamiento en pandemia, sin redes sociales y dispositivos móviles no habría sido lo mismo. Esas herramientas no solo han dado apoyo y distracción. La modalidad de teletrabajo y clases a distancia no se habrían podido realizar sin ellos.

Sin embargo, como la mayoría de las conductas, cuando son llevadas al extremo, pueden ser un problema. Hoy hablar de saturación de conexión no es exagerado.

Es que en periodo de aislamiento físico y en plena crisis sanitaria, no es solo una decisión personal el pasar muchas horas en las redes sociales o conectados. Es una demanda laboral, de estudios en el caso de las clases on line, y hasta de aspectos cotidianos como comprar mercadería, atención médica, etc.

En muchos aspectos la vida actual requiere de dispositivos móviles. Así, es difícil escapar a la conexión a toda hora.

El aislamiento y la distancia social han sido dos factores predominantes en este tiempo. Y muchas veces el uso del celular y la conexión en redes sociales son nuestras únicas ventanas con el mundo exterior, explica Ignacio Puebla, psicólogo y jefe del departamento de Cultura de Seguridad de la Mutual de Seguridad.

“La mayoría de las personas tienen fácil acceso a la información debido a la conectividad a internet y medios electrónicos, lo que claramente ha beneficiado el compartir toda información vinculada al Covid-19”, sostiene Puebla.

No obstante, esos medios pueden transformarse en un arma de doble filo. ¿El resultado? La sobre conexión y la sobre saturación de información terminan generando, Puebla aclara, una fatiga mental que se traduce en la sensación de agobio permanente.

Una sensación que está dada en gran medida porque la rutina diaria en cuarentena es estar frente a una (o varias) pantallas.

“Lo que uno debe cuestionar es sobre cómo están siendo nuestros hábitos online y preguntarnos sobre cuánto tiempo y cuánta es la frecuencia con la cual, pasamos frente a una pantalla, ya sean celulares, televisores, computadores, etc.”, sostiene. Estas respuestas van a generar como resultado, dice, una auto percepción sobre si la situación genera agobio por la presión de estar siempre conectados, y que, por ende, se esté volviendo amenazante para nuestra salud mental.

Las redes hoy se han convertido en grandes aliados para enfrentar la vida laboral. También son claves para sobrellevar de mejor manera el distanciamiento físico, ideando esta nueva forma de “cercanía social” virtual, agrega Manuel Araya psicólogo UC y especialista de Psy Alive.com. “No obstante, el costo de su uso en exceso puede llegar a ser altísimo. La desconexión hoy es un lujo necesario y saludable”, sostiene.

Saturación

No se trata solo de un aspecto emocional. También hay factores neurológicos que aportan a esa sensación de saturación. Como Araya explica el uso constante de pantallas afecta nuestra función neuropsicológica normal. La obliga a sobre adaptarse ante estímulos rápidos, inmediatos, colores y luminosidades. Todo eso exige un gasto de energía mayor del que muchas veces estamos acostumbrados.

Lo anterior, dice Araya, se suma a la exposición a una luminosidad “que simula la vigilia en horarios en los que normalmente nuestro cerebro debería estar sometido a menos actividad o derechamente al descanso”.

Aquello que tiene un trasfondo más bien neurobiológico, tiene un correlato psicológico que da como resultado personas con una alta incapacidad de desconexión.

El uso constante de pantallas afecta nuestra función neuropsicológica normal.

Es común que, en estos tiempos, dice Araya, que en las consultas psicológicas personas relaten una sensación de agobio o fatiga constante al no poder producir estos cortes de actividades, “y con el confinamiento se suma espacio físico, tan importantes para la salud mental”.

La clave es encontrar un equilibrio. “Debemos considerar que si bien, antes de la pandemia, las personas ya presentaban problemas en balancear la conexión digital con sus vidas personales”, aclara Puebla. Por eso el desafío actual no es menor.

El primer paso es tomar medidas para poder reducir la sensación de agobio. “Entender que la imposición de límites y un mayor control sobre el uso de pantallas no sólo es posible, sino que debiese ser un imperativo en estos días”, dice Puebla.

Dentro de la salud mental es muy importante delimitar tiempos, espacios o vínculos. Si bien nuestra mente tiene características expansivas, indica Araya, “se hace necesario acotar estas dimensiones en pos de una cotidianeidad mucho más funcional”.

El conflicto es que en cuarentena esos límites se vuelven difusos. Por ejemplo, cuando el espacio de trabajo lo es a la vez de descanso y recreación o cuando no logramos desconectarnos de las actividades laborales.

Araya indica que eso produce es una confusión que puede llegar a afectar de sobremanera nuestra funcionalidad y nuestras capacidades adaptativas al medio. “El uso indiscriminado y poco limitado de las redes sociales y de los aparatos electrónicos pueden potenciar situaciones como aquellas”.

Para Mario Hitschfeld, psiquiatra y académico de la Facultad de Medicina Universidad Diego Portales, siempre depende de uno desconectarse. “Basta con tomar la decisión, y se hace. Es un acto libre y autónomo. La desconexión no es una decisión binaria: estar completamente conectado o desconectado. La desconexión es un gradiente con matices”.

Trastornos del sueño

El agobio digital en términos de salud mental se suma a la tensión laboral del teletrabajo de origen forzado, sumado al confinamiento y sensación de aislamiento. Eso más la sobre saturación de información, dice Puebla, generan como consecuencia, una fatiga mental. “La cual puede tener impactos en otros tipos de trastornos, no sólo ansiosos, sino también algo que se ha visto este último tiempo, que tiene que ver con los trastornos del sueño”.

Uno de los problemas más recurrentes es el insomnio de conciliación o la dificultad para conciliar o dar inicio al sueño. Así también hay otros problemas durante el proceso de descanso, “por el aumento de sueños perturbadores o amenazantes (pesadillas), las cuales están asociados a cómo tramitando emocionalmente los conflictos ligados a la situación de pandemia y toda la información que recibimos de ésta”, dice Puebla.

La fatiga mental puede tener impactos en otros tipos de trastornos, no sólo ansiosos, sino también tiene que ver con los trastornos del sueño.

“Infoxicación”

Para evitar ese tipo de problemas es recomendable reducir el tiempo que se le dedica a estar conectados en redes sociales, o indagando en noticias relacionadas al Covid-19.

La sobresaturación de información sumado a la hiper-conectividad, también generan como respuesta una fatiga mental y visual. Es la reacción de adaptación del organismo como resultado de un desequilibrio entre las demandas y los recursos que tenga la persona en relación con el uso de las tecnologías de información y comunicación.

“La recomendación es que, si uno va a indagar sobre la actualidad en la crisis sanitaria, se recomienda que se busque información en horarios específicos durante el día, una o dos veces como máximo”, dice Puebla.

Estar pendiente de las noticias, redes sociales, sumado a la hiper-conectividad, desencadena un fenómeno, en los cuales ya se está conversando entre especialistas y que se ha denominado como la “infoxicación”, explica Araya, que formalmente es una “sobrecarga informativa”.

A eso se suma otro fenómeno, publicado últimamente en algunos artículos, denominado como “infodemia”. Que Araya indica es el resultado de la sobresaturación de información respecto a lo ocurrido en esta pandemia, y en las cuales, muchas veces se comparten noticias falsas, teorías conspirativas, etc. “Lo que genera como resultado, un aumento en la sintomatología de ansiedad y percepción de estrés, lo que dificulta claramente al bienestar de las personas”.

Para evitar ese tipo de problemas es recomendable reducir el tiempo que se le dedica a estar conectados en redes sociales, o indagando en noticias relacionadas al Covid-19.

Es recomendable estar informado. Pero hay que evitar la saturación de información, coinciden los expertos.

Exceso de información que se debe evitar especialmente, detalla Puebla, en aquellas personas que se encuentra en grupos de riesgo, o quienes hayan estado infectados, y que sufran aislamiento total, “ya que pueden ser más susceptibles a tener síntomas de mayor desgaste emocional debido a la sobresaturación de información, provocando como resultado, sensaciones de miedo respecto a la muerte, o percepciones de discriminación por parte de la comunidad”.

Alivio digital

¿Cómo lograr una relación saludable con la conexión? Ejemplos de matices saludables indica Hitschfeld, son definir horarios de conexión y desconexión. Desactivar las notificaciones de actividad en las redes sociales. “Y respetar las actividades esenciales del día, como sueño nocturno, comidas, tareas, etc.”, agrega.

El aislamiento causa estrés y otros procesos emocionales como ansiedad. Es conveniente determinar y organizar la semana con reuniones, entre la persona que trabajan desde la casa y las personas de la empresa, indica Puebla: “De esa manera se consigue estar al día en cuestiones propias de su trabajo, de su empresa, se fomenta el sentido de pertenencia a la organización, y se previenen problemas derivados de la soledad y el aislamiento”.

Se puede aliviar algo de esa carga, también digitalmente. Pero con un tono diferente a trabajo, búsqueda de información u obligaciones. Estableciendo momentos para dar espacio a la comunicación. Es decir, menos instancias de sobresaturación de información, y más instancias para comunicarse con algún familiar y amigos.

“En las situaciones de aislamiento, sobre todo para personas que viven solos, éstas pueden ser dañinas a largo plazo. Por tanto, agendar vídeos llamadas y comunicarse con otras personas de forma periódica puede ser un factor protector en estos tiempos”, dice Puebla.

Llamadas telefónicas y videoconferencias que sean solo para hablar, bromear, contar sobre cómo se vive la cuarentena, mostrar las mascotas. Los expertos coiciden: es bueno encontrar formas de socializar a pesar de estar en cuarentena.