Todos somos conscientes que el financiamiento público para la I+D en Chile podría ser mayor. Esto implica que el crecimiento, internacionalización y acceso a infraestructura para realizar investigación de punta son limitados.
En países como el nuestro, con infinitas necesidades y limitados recursos para satisfacerlas, nuestros dirigentes se han visto forzados a destinar una menor proporción de recursos a la ciencia, la innovación y la tecnología.
A pesar de estas limitaciones, los recursos asignados a programas como Becas Chile y la creación del Ministerio de Ciencia han beneficiado significativamente a nuestro país y no solo a nuestros científicos.
De hecho, vemos con entusiasmo cómo se está creando una verdadera industria de emprendedores científicos, sobre todo en biotecnología.
Emprender en biotecnología requiere de mucho esfuerzo, tiempo y capital. Por eso, la consolidación de una comunidad funcional de investigadores en este ámbito puede facilitar las cosas.
¿Es razonable que apenas invirtamos el 0.35% de nuestro producto interno bruto en I+D? Evidentemente no si lo que queremos es ampliar el rol que juega la investigación y el pensamiento científico en nuestra sociedad.
Las recientes señales del nuevo gobierno van en la dirección correcta. El Presidente Gabriel Boric ha anunciado su compromiso de triplicar el presupuesto actual en ciencia, innovación y tecnología para llegar al 1% del PIB, un anhelo largamente esperado.
Serán recursos significativos, bienvenidos y necesarios, aun cuando algunos proyectan que el ecosistema no dispone del capital humano adecuado para absorberlos.
Sin embargo, en el largo plazo, tal como ocurrió en su momento con el nacimiento de Becas Chile, se trata de una decisión potente, y la reflexión que subyace es que el país se encuentra en una etapa donde todavía urge más cantidad que calidad.
Aún “no somos tantos” y apoyar a los mejores sería, como ha ocurrido hasta hoy, empujar a solo un selecto grupo de investigadores.
Si el país dispone de más fondos para el fomento de la I+D, será el colectivo, como un conjunto, el que subirá a un mayor nivel de desempeño. En resumen, la ciencia mejorada por el trabajo conjunto es más que la ciencia separada y fragmentada.
Chile ya es reconocido por la calidad de su ciencia. El desafío ahora es que esa calidad esté al alcance de todas las personas.
* Director de Innovación del Centro Basal, Fundación Ciencia & Vida