El Sars-CoV-2 permanece en el aire: la peste negra aún existe y ya sabemos quién tiene más posibilidades de morir de Covid: tres cosas que aprendimos del coronavirus esta semana

A scientist examines COVID-19 infected cells under a microscope during research for a vaccine against the coronavirus disease at a laboratory in Saint Petersburg
Foto: Reuters

Más de 200 científicos enviaron una carta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), pidiendo que revise sus guías sobre el Covid-19, por nuevos antecedentes que muestran que el Sars-CoV-2 puede permanecer por más tiempo del que se creía suspendido en el aire. Junto a un estudio de Oxford, conforman parte de la nueva evidencia científica sobre la enfermedad.


Sars-CoV-2 en el aire

Una de las primeras cosas que aprendimos del nuevo coronavirus, es que este solo puede transmitirse por contacto cercano con alguien contagiado y que estornude, tosa o hable. La posibilidad también se genera al tocar alguna superficie contaminada, y luego llevarse a las manos a la cara o la nariz.

Pero la evidencia científica prácticamente descartaba que el Sars-CoV-2 permaneciera suspendido en el aire, incluso en habitaciones cerradas.

En abril pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmaba que la transmisión por vía aérea era una posibilidad sólo circunscrita a “ciertos entornos hospitalarios”. Ya para junio precisó que esta posibilidad solo se produce después de procedimientos médicos que generan gotas o aerosoles de menos de 5 micras, como durante la intubación.

Pero el domingo pasado, un grupo de 239 científicos de 32 países, desestimó estas apreciaciones, y a través de una carta enviada a la organización y publicada en The New York Times, instaron a la OMS a revisar sus recomendaciones para la propagación del Sars-CoV-2, debido a la creciente evidencia que asegura que la enfermedad está en el aire por períodos más prolongados que lo asegurado oficialmente.

De acuerdo a los científicos, múltiples estudios demuestran que los aerosoles pueden permanecer en el aire por largos períodos, viajando además largas distancias. Esto implica que las habitaciones con poca ventilación, vehículos de transporte como trenes, autobuses, aviones y otros espacios cerrados sean peligrosos.

“Estamos 100 por ciento seguros de esto”, resumió Lidia Morawska, profesora de la Universidad Tecnológica de Queensland en Australia, una de las firmantes de la carta.

La evidencia se venía construyendo hace tiempo. Por ejemplo, en mayo, un estudio del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK) hizo que una persona repitiera en voz alta la frase “mantente sano” durante 25 segundos dentro de una caja cerrada. En el experimento, un láser proyectado en la caja iluminó las gotas, permitiendo que fueran vistas y contadas. Las gotas permanecieron en el aire durante un promedio de 12 minutos.

Considerando la concentración conocida de coronavirus en la saliva, los científicos estiman que hablar en voz alta puede generar el equivalente por minuto de más de mil gotas contaminadas capaces de permanecer suspendidas en el aire durante 8 a 14 minutos en un espacio cerrado.

La OMS, aún con escepticismo, señaló que estudiará la propuesta, aunque aún no se muestra muy convencida de esta tesis.

La peste bubónica sigue entre nosotros

“Parece que fuera una enfermedad del pasado, pero hay que estar alerta porque se están produciendo brotes”, dijo Guillermo Acuña, infectólogo de Clínica Las Condes, en un artículo publicado en Qué Pasa.

La peste bubónica, o peste negra como se le conoció en la Edad Media, es efectivamente una enfermedad que sigue presente, en lugares tan cercanos, como Perú.

La plaga hizo noticia en la semana, cuando China reconoció un brote de la enfermedad, en su provincia mongola.

Aunque es un brote aislado, nos recuerda la latencia de la enfermedad, la que incluso, de la que hay registros en el país tan recientes, como del año 1941.

La peste bubónica es una enfermedad altamente infecciosa y a menudo letal que suele propagarse a través de roedores y otros animales. Los casos de peste bubónica no son raros en China, pero los brotes son cada vez menos frecuentes.

Peste negra
Imagen de la bacteria Yersinia pestis, causante de la Peste negra. Crédito: Institutos Nacionales de la Salud.

La enfermedad es provocada por la bacteria Yersinia pestis, la que causa hinchazón de los nodos linfáticos y manchas negras en la piel, lo que le da su nombre y aunque científicos aclararon que la posibilidad de que la enfermedad llegue a Chile es remota, es algo que no se puede descartar.

Los científicos creen que la bacteria evolucionó para ser menos mortal, pero la peste nunca “se desvaneció” realmente. Existen casos documentados en Estados Unidos, de perros semisalvajes que aún cargan con este patógeno, y que pueden transmitirlo a las personas.

De hecho, aunque son casos raros y rápidamente aniquilados con antibióticos, hay fichas médicas de personas infectadas. La bacteria aún está vigente, y científicos y médicos siempre están atentos ante la eventualidad que genere una nueva pandemia.

El riesgo de morir de coronavirus

Un estudio de la Universidad de Oxford y el London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), utilizó datos de 17,4 millones de adultos del Reino Unido entre el 1 de febrero y el 25 de abril, generando la evidencia más sólida sobre los factores de riesgo asociados con la muerte de Covid-19.

El estudio, publicado en Nature y el más grande hasta la fecha, analizó datos de OpenSAFELY, una plataforma segura que incorpora datos anónimos del 40% de los pacientes del Servicio Nacional de Salud (NHS) de Gran Bretaña, 10.926 de los cuales murieron por esta enfermedad.

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Foto: Agencia Uno

En principio, el estudio reafirma investigaciones realizadas con anterioridad, que apuntaban a que ciertos grupos de personas son más vulnerables al desarrollo de Covid-19 grave, como aquellos con afecciones médicas preexistentes o subyacentes como diabetes, obesidad mórbida con un IMC de más de 40, asma grave y enfermedades respiratorias, cardíacas crónicas, cáncer, hepáticas, auto inmunes y neurológicas, además de los adultos mayores.

Pese a que los autores señalan que esto no deben interpretarse necesariamente como causal de muerte.

Tal vez si el dato más significativo y para el que la ciencia aún no tiene respuesta: tal como en enfermedades como la tuberculosis, los hombres tienen más riesgo de morir de coronavirus que las mujeres.

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