La declaración del 21 de junio como feriado que conmemora a los pueblos originarios del país es un hito importante en el reconocimiento de nuestras primeras naciones. Pero, ¿por qué se escogió esa fecha? Ese día tiene lugar un acontecimiento astronómico muy relevante conocido como “Solsticio” y que para el hemisferio Sur da inicio al invierno.
Debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra, ciertas regiones del planeta reciben más directamente la luz del Sol en ciertos momentos del año y menos luz en otros, lo que da origen a las estaciones. Verano, Otoño, Invierno y Primavera se suceden en un ciclo anual, que está marcado por el movimiento aparente del Sol. Justamente solsticio significa “sol quieto”, ya que desde nuestro punto de vista se detiene en el cielo. Tal acontecimiento no pasó desapercibido para las culturas antiguas que intentaban comprender lo que sucedía en el cielo.
¿Se han preguntado cómo se construyó nuestro calendario? Cotidianamente recurrimos a este para celebrar cumpleaños, fijar reuniones de trabajo, clases y eventos especiales, sin embargo, desconocemos su naturaleza astronómica. Un calendario necesita de observaciones precisas y un entendimiento de los fenómenos que ocurren en el cielo. De la misma forma que civilizaciones antiguas como los egipcios y las culturas mesopotámicas se vieron forzadas a crear un calendario para organizar sus ciclos agrícolas y ganaderos, los Lickanantay, Rapa Nui y Mapuche también necesitaron de este conocimiento para sostener su estilo de vida, y usaron las montañas, crearon geoglifos y construyeron monumentos para marcar estos momentos importantes.
De la misma forma que nuestro calendario actual comienza cercano al solsticio de invierno del hemisferio norte (21 de diciembre), no es de extrañar que el año nuevo para nuestros pueblos originarios se conmemorara en esta fecha. Sin embargo, hay una gran diferencia en cómo los indígenas celebramos este acontecimiento. Más que una celebración, el año nuevo es señal de renacimiento, de agradecimiento por lo vivido en el pasado y de esperanza por un nuevo comienzo. En momentos donde los jóvenes dejan los pueblos para irse a las ciudades debido a la falta de oportunidades, en donde se privilegian intereses económicos sobre la conservación de nuestro medio ambiente y la preservación de culturas milenarias, hace falta detenernos un poco y mirar el futuro que tenemos por delante.
Además de la maravillosa geografía de nuestra franja estrecha y angosta, la mayor riqueza del país yace en su gente y su cultura.
Agradezcamos a la madre tierra, a nuestros ancestros que lucharon para preservar su cultura y tradiciones, a aquellos que escogieron a Chile como su nuevo hogar y celebremos juntos este nuevo comienzo.
* Astrónomo Lickanantay y colaborador de la Fundación Chilena de Astronomía