(Había una vez unos padres y madres que leían a sus hijos. Pero no leían cualquier cuento. Eran unos en que en cada página los personajes promovían el desarrollo emocional a través de sus diálogos. No eran solo aventuras y mundos mágicos. También hacían referencia a su mundo interior. Relataban sus emociones y contaban cómo se sentían. La rabia o pena, la reflejaban en palabras. Hablaban a su vez de sus gustos, de los vínculos con otros personajes y de respeto por el medioambiente.
El entendimiento entre las personas depende de la comprensión de sus estados mentales, habilidad que se denomina “mentalización”. Y el tipo de lenguaje que lo promueve, se llama mentalizante, aquel que hace referencia a aspectos cognitivos, emociones y atributos psicológicos. Diversas investigaciones dan cuenta que cuando los niños y niñas desde edades tempranas están más expuestos a una mayor frecuencia de referencias mentales, impacta positivamente en el apego, en su desarrollo socioemocional, comprensión de la dimensión social, y desarrollo de actitudes cooperativas y comunicativas, entre otros aspectos.
Dentro de las fuentes que más promueven ese lenguaje se encuentran los cuentos. Eso lo saben las psicólogas especialistas en primera infancia y área educacional Chamarrita Farkas, Katherine Strasser y Pía Santelices, de la Escuela de Psicología UC que lanzaron recientemente una colección de cuentos infantiles para promover el desarrollo emocional, creados en el marco de un proyecto Fondecyt “Promoción de mentalización en adultos significativos y teoría de la mente en párvulos: Diseño, implementación y evaluación de una intervención basada en cuentos para personal educativo y padres de niños de 3 años que asisten a jardín infantil”.
Son 12 cuentos con ilustraciones, trabajados en lenguaje mentalizante, los cuales fueron editados por Catalonia. Los textos (que se pueden encontrar en libreriacatalonia.cl y buscalibre.cl buscando a la autora “Chamarrita Farkas”), buscan ser un aporte en pandemia para ñiños y niñas y sus padres y/o cuidadores, señalan las especialistas. “Para poner en la mente no solo lo que pasa afuera, sino adentro, las emociones, pensamientos y deseos, y para fomentarlos creamos estos cuentos, para promoverlos tanto en niños como en los adultos”, explica Pía Santelices.
Las temáticas fueron estudiadas, comenta Santelices, para que fueran las más relevantes para la edad de 3 a 5 años, momento en que comienzan a adquirir la habilidad de considerar los estados mentales de otros para planificar y estructurar sus acciones. Entre esas temáticas destacan, las emociones, el cuidado del medioambiente, las relaciones interpersonales, además del respeto por la diversidad.
“Están en las librerías, pero nos gustaría que estén en listas recomendadas de jardines infantiles, porque es un tramo de edad en el que hay poca literatura chilena”, señala la psicóloga.
Katherine Strasser explica que cuando los niños y niñas adquieren ese tipo de lenguaje y vocabulario mentalizante, se ha visto que los ayuda en su desarrollo socioemocional, lo que favorece la regulación de las emociones, ya que cuentan con las palabras para referirse a lo que les ocurre y sienten. “Sabemos que cuando los adultos ocupan esas palabras, los niños las aprenden”, resalta.
¿Cuáles serían las palabras mentalizantes? Strasser explica que son aquellas que expresan emociones, como estar enojados o tristes. También aquellas que tienen que ver con creer, querer, pensar. “Es distinto decir, por ejemplo, ´se le cayó el juguete´ a ´pensaba que se le había roto el juguete´, con la última frase el niño se focaliza en el mundo interno, que es importante para relacionarte con otros. También están las palabras que expresa los ´quería´, ese tipo de cosas”, indica.
Santelices añade que es todo lo que elude a sentir: “Es todo eso de cuando un personaje dice que siente, cree o sabe tal cosa. Es muy distinto decir ´el libro es azul´, a ´le gustaba mucho el libro porque es azul´”.
Los cuentos creados por las investigadoras triplican la cantidad de palabras mentalizantes de un cuento promedio. En sus análisis comprobaron que un libro de cuentos típico chileno para el rango entre los 3 y los 5 años, tiene en promedio 8,4 palabras mentales por cada 100. De ellas, 2 hacían referencia a deseos, 1,17 a pensamientos, 1,19 a emociones y 0,46 a atributos psicológicos de los personajes.
Soporte en pandemia
Se produce una interacción única y valiosa cuando se leen libros a los niños. Strasser indica que cuando los adultos miran cuentos con los niños, así los lean o no, “suelen hablar distinto que cuando solo juegan a los autitos, por ejemplo”.
Como parte de un proyecto Fondecyt las investigadoras evaluaron además, qué tanta sintomatología de problemas de salud mental sintieron durante esos meses niños y niñas. Además, vieron cómo el desarrollo de la mentalización puede ser una buena herramienta en esta etapa de la vida.
En la muestra, que incluyó a 140 niños y sus familias, las académicas encontraron que, al consultar sobre síntomas específicos como problemas para dormir, para comer, para controlar la ira, la pandemia les afectó fuertemente. Los niños tenían entre tres y cuatro años de edad, cumpliendo algunos cinco años en los meses de investigación, y los datos se recopilaron entre marzo y noviembre de 2020, a través de cuestionarios en línea, con una metodología cuantitativa, longitudinal, y un diseño transversal, descriptivo, comparativo, correlacional y predictivo.
Los resultados muestran que si en septiembre de 2019 ninguno de los 24 síntomas consultados alcanzaba una frecuencia igual o superior al 10%, para marzo de 2020, seis de esos síntomas alcanzaron una frecuencia superior al 10%. El más frecuente fue el “llanto excesivo o rabietas” (21,4% de los niños), seguido por las “dificultades para dormir” (13,6%), la “actitud desafiante hacia los padres y otros adultos”(13,6%), y la “dificultad para concentrarse en las actividades” (12,1%).
Evaluaron a los niños y niñas en tres momentos distintos de la pandemia, y en la evaluación final, 16 de los 24 síntomas alcanzaron una frecuencia mayor al 10%, ocho se ubicaron por encima del 20% y cuatro por encima del 30%. Los más frecuentes fueron “actitud desafiante hacia los padres y otros adultos”(50,0%),”llanto excesivo o rabietas “(42,9%), “Dificultades para dormir” (39,3%) y “peleas con hermana/o” (34,3%).
“Lo que vimos es que aumentó muchísimo la sintomatología en salud mental sobre todo en problemas emocionales como mayor irritabilidad. Y como lo medimos en el tiempo, vimos que en el grupo que leyó los cuentos orientados para mentalizar disminuyeron la sintomatología, se podría decir en ese sentido que la lectura de estos cuentos mejoró el bienestar de niños”, señala Santelices.
Los cuentos con lenguaje mentalizante resultaron ser una herramienta efectiva según también la cantidad de tiempo en que padres o madres realizaban esas lecturas a hijos. “Era un hallazgo que no esperábamos que fuera tan relevante, esto del lenguaje mentalizante a través de cuentos infantiles. El otro factor relevante era la percepción de los padres con respecto a la crisis del Covid-19: mientras mejor era esa percepción en términos de optimismo y resiliencia, eso también se reflejó en una mejor salud mental de sus niños o niñas”, añade Santelices.
La idea detrás del proyecto era previa a la pandemia. Pero luego se desarrolló durante esos meses de crisis sanitaria, “y resultó súper adecuado”, indica Strasser. Como los niños estuvieron encerrados, fue una instancia muy eficiente para propiciar intervenciones positivas. “Si además se usan libros que están hechos en torno a ese lenguaje mentalizante, donde las emociones con centrales en la trama y si se motivaba la familia, eso tiene un impacto en el entorno de los niños”, añade.
Leerle a los hijos en todas etapas
Durante la investigación muchos papás y mamás se sorprendían de que les dijeran que les leyeran a sus hijos en esas edades, comenta Santelices, por eso buscan promover el espacio de lectura compartida desde temprana edad, “donde es muy importante este lenguaje mentalizante, etapa donde se desarrolla el concepto cognitivo emocional y los cuentos es uno de los espacios en que se promueve este tipo de comunicación”.
Esa edad es además conocida por las “pataletas”, cuando los niños y niñas empiezan a sentir emociones que los invaden y no tienen todavía las herramientas para autorregularse. Por eso necesitan tanto de los adultos para ir poniendo en palabras lo que sienten, y que de a poco vayan desarrollando sus propias estrategias de autorregulación.
Los aspectos positivos están a la vista. Sin embargo, Strasser reconoce que muchos estudios en familias chilenas indican que para muchas la creencia es que la edad apropiada para empezar a leer cuentos a sus hijos es cerca de los 4 años en promedio. “En EE.UU. se considera que debería ser a los 6 meses. La cultura de compartir libros con niños es débil, es un área que hay que promoverla mucho más. Ya sabíamos que es importante para el lenguaje y desarrollo cognitivo, pero es muy posible que tenga efectos en la relación y en lo emocional. Por eso es importante el acceso a los libros, si les das libros a la gente es más fácil que lean”.
La promoción de esa lectura temprana que favorezca ese lenguaje, dice Santelices, se refleja en los libros que realizaron. “No es una lectura común y corriente, le agregamos instrucciones para que usen el cuento y le saquen el máximo provecho, como preguntas vinculadas con la trama del cuento, para que los niños relacionen imágenes con emociones, para que relacionen esas emociones con la vida de los niños. Además, le agregamos preguntas como ´¿qué cosas te ponen triste a ti?´, ´¿por qué el personaje está tan triste?´, ´¿qué diferencia hay entre imaginar algo o recordarlo?´. Esas son preguntas que no se usan demasiado para ponerlos al servicio de la mentalización”, señala.
Un lenguaje mentalizante que, si no se pudo promover en etapas tempranas, coinciden las investigadoras, no está todo perdido. “Hay estudios que indican la relevancia de continuar leyendo con niños ya lectores. Porque hay una creencia que, si el niño empezó a leer por sí solo, ya no es necesario leerles, pero en términos de lenguaje es bueno. En mentalización el mensaje es hablar de emociones, si la lectura compartida ya no es tan ecológica para la familia, porque ya son adolescentes, se pueden hacer otras actividades como hacer reminiscencias de experiencias pasadas, para expresar emociones”.