Chile tiene las capacidades para el desarrollo de la electromovilidad. A fines de 2016 se lanzó la Estrategia Nacional de Electromovilidad, que define cinco ejes estratégicos y se propone como meta que al 2050 el 40% del parque automotriz privado y el 100% del transporte público sean eléctricos.
En el corto plazo se requiere una hoja de ruta para generar la normativa e infraestructura de carga que permita dar seguridad a los usuarios para utilizar esta tecnología. En el mediano plazo, se espera una masiva integración de vehículos eléctricos (EV) en el transporte público y particular.
La adquisición por parte del gobierno de EV para los ministerios, la nueva flota de taxis eléctricos y la llegada de una flota de buses eléctricos marcan un hito en la historia del transporte público en Chile (y probablemente en toda Latinoamérica), y el acontecer de este hito da origen a nuevos desafíos a enfrentar, en los que debe participar en forma conjunta el sistema público, privado y la academia.
Desafíos como la necesidad de implementar electrolineras; el evaluar la fortaleza de la matriz energética; la promoción del uso de autos eléctricos; la evaluación de la gestión del sistema eléctrico; y principalmente gestión energética de flotas, es decir, cuándo y cómo usar los recursos de la mejor forma posible de acuerdo a un contexto específico o deseado, logrando aumentar la vida útil de la tecnología. Y en el largo plazo, la masificación de la electromovilidad será catalizador de vehículos autónomos y producirá un crecimiento de la demanda por celdas y baterías de litio y una baja en los costos para otras aplicaciones como son los sistemas de almacenamiento de energía para Energías Renovables No Convencionales.
¿Cómo pasamos de dos buses a los 100, de 200 vehículos particulares a todo un parque vehicular? La gestión de flotas varía si se considera el punto de vista de una empresa o de la autoridad, cuando se habla de buses o taxis eléctricos, o cuando se debe realizar gestión de vehículos privados.
La gestión debe considerar desde el ingreso del vehículo al país, su conducción, el control del tráfico, la infraestructura de carga, el mantenimiento y finalmente el reciclaje, por lo que es clave el contar con normativa técnica y de seguridad que regule todo lo anterior. Siendo la adecuada planificación de la infraestructura de carga un limitante o facilitante para promover la electromovilidad, dado su impacto en la autonomía de los EV.
Bajo estas consideraciones es que como Centro de Energía estamos prestando soporte a la empresa Metbus, que comenzará a operar su nueva flota de 100 buses eléctricos, capacitando a 250 electroconductores y prestando apoyo técnico en la toma de decisiones para la adopción de esta tecnología.
Como Centro de Energía hemos trabajado en electromovilidad: en diseño de baterías de litio; desarrollo de modelos térmicos para la determinación, predicción y control de temperatura en baterías; algoritmos de monitoreo y control eléctrico para determinar estado de carga (SOC) y estado de salud (SOH); diseño y construcción de vehículos utilitarios que prestan servicios a la red de distribución bajo el concepto de V2G; formación de capital humano en electromovilidad; y en asesorías técnicas para gestión de flotas e implementación de infraestructura de carga.
Es indispensable desde la academia seguir aportando a la generación de ciencia y desarrollo tecnológico, formación de capital humano y transferencia tecnológica, que contribuyan a enfrentar los desafíos que plantea la electromovilidad para nuestro país.
Williams Calderón, líder del área de electromovilidad del Centro de Energía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, y Paulina Ramírez, investigadora del mismo centro de excelencia.