En Chile se han realizado 10 implantes: ¿Cómo funcionan los dispositivos de asistencia ventricular?

En Chile se han realizado 10 implantes: ¿Cómo funcionan los dispositivos de asistencia ventricular?
En Chile se han realizado 10 implantes: ¿Cómo funcionan los dispositivos de asistencia ventricular? Foto: UC CHRISTUS.

La mejora de este dispositivo, ha permitido obtener una tasa de sobrevida del 80% en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada, similar a los resultados obtenidos en centros internacionales.


En Chile, la insuficiencia cardíaca avanzada es una condición que afecta a un número creciente de pacientes, limitando su calidad de vida y aumentando su riesgo de muerte. La prevalencia alcanza un 3% en la población general, pero está presente en al menos 1 de cada 10 personas mayores de 70 años a nivel mundial.

Para quienes no pueden recibir un trasplante de corazón, ya sea por edad o por enfermedades concurrentes, una alternativa viable es la asistencia ventricular a largo plazo (LVAD, por sus siglas en inglés).

Según el Dr. Douglas Greig, cardiólogo de UC CHRISTUS, este sistema se utiliza en dos casos principales: como terapia de destinación para quienes no pueden recibir un trasplante, y como puente a trasplante, permitiendo a los pacientes esperar un donante en mejores condiciones.

En Chile se han realizado 10 implantes: ¿Cómo funcionan los dispositivos de asistencia ventricular?

Desde el primer implante realizado en UC CHRISTUS en diciembre de 2015, la tecnología ha evolucionado significativamente. En 2019, el centro médico se convirtió en el primero del país en implementar el dispositivo más avanzado disponible, el HeartMate 3, que ha permitido mejorar la sobrevida y reducir las complicaciones.

En enero de 2025, UC CHRISTUS alcanzó un hito en la medicina cardiovascular chilena al implantar su décimo LVAD, consolidándose como el centro de referencia en esta tecnología. Cuatro de estos dispositivos han sido implantados en pacientes pediátricos, convirtiéndolo en el único centro del país con un programa ambulatorio de asistencia ventricular pediátrica.

Este dispositivo (LVAD), que se coloca a través de un procedimiento quirúrgico, funciona como una bomba mecánica que succiona la sangre desde el ventrículo izquierdo (el encargado de eyectar la sangre al resto del cuerpo) y luego, expulsa la sangre a la aorta, la arteria principal del corazón. Cuando el ventrículo izquierdo está debilitado debido a insuficiencia cardíaca, este dispositivo ayuda a suplir su función.

A diferencia de un trasplante de corazón, que sigue siendo el tratamiento estándar para la insuficiencia cardíaca avanzada, los LVADs presentan ciertas diferencias clave. Mientras que un trasplante depende de la disponibilidad de órganos de donantes cadavéricos, el LVAD es un dispositivo mecánico que requiere energía eléctrica para su funcionamiento. Esto implica que el paciente debe permanecer conectado a una batería o fuente de alimentación, además de recibir anticoagulación para prevenir coágulos.

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Dispositivo HeartMate 3. Foto: UC CHRISTUS.

El LVAD se implanta en el tórax, conectado al ventrículo izquierdo y a la aorta, para ayudar al corazón a bombear sangre. Además, un cable sale del cuerpo a través del abdomen para conectarse a una batería externa, que se lleva en una especie de bolso que transporta el paciente, y el procedimiento cuenta con un promedio de dos semanas de hospitalización.

El éxito de estos dispositivos en Chile ha sido positivo, aunque aún es difícil de comparar con países como EE.UU. o Europa, debido al menor volumen de implantaciones. Hasta la fecha, UC CHRISTUS ha realizado 10 implantes, con una tasa de sobrevida del 80%, similar a los resultados obtenidos en centros internacionales.

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Dispositivo HeartMate 3. Foto: UC CHRISTUS.

“Hemos tenido dos fallecimientos por accidentes cerebrovasculares, una complicación conocida de esta terapia”, señala Greig, agregando que en países con mayor experiencia en este tipo de procedimientos, la evaluación a largo plazo es más detallada debido a la cantidad de pacientes tratados.

El principal desafío en Chile sigue siendo el alto costo de los LVADs y su financiamiento, ya que su valor alcanza los 120.000 dólares por unidad (aproximadamente más de 113 millones de pesos).

Actualmente, la mayoría de los pacientes en el sistema público dependen de hospitalización prolongada y tratamientos intravenosos, lo que genera un alto gasto para el sistema de salud. “Si bien los LVADs pueden mejorar la calidad de vida y reducir costos hospitalarios, su acceso es limitado por políticas de financiamiento. Se requiere un análisis costo-beneficio para su inclusión en programas públicos y mayor cobertura en seguros privados”, advierte Greig.

Además de los costos, otro reto importante es la disponibilidad de equipos médicos especializados. Actualmente, solo algunos centros en Chile pueden realizar estos implantes, lo que restringe su acceso a pacientes que viven en regiones. Pese a estos desafíos, el avance en el país es significativo y los casos exitosos demuestran el potencial de esta tecnología para transformar la vida de los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada.

¿Qué requisitos debe cumplir la persona?

Para acceder a un LVAD en Chile, los pacientes deben cumplir con una serie de criterios médicos y personales. Greig, explica que lo primero es que el paciente debe ser autovalente, es decir, capaz de manejar el dispositivo, ya que este requiere un recambio de baterías cada 16-17 horas.

Además, se exige un fuerte apoyo familiar, fundamental para la supervisión de las curaciones diarias del cable externo que conecta el dispositivo interno con la fuente de energía. Desde el punto de vista clínico, solo se pueden operar pacientes con insuficiencia del ventrículo izquierdo, ya que la tecnología actual no ofrece soporte para el ventrículo derecho.

El proceso de evaluación para determinar si una persona es candidata a un LVAD toma aproximadamente tres días e implica una hospitalización breve donde se realizan diversos estudios médicos. También, se lleva a cabo una evaluación social y psiquiátrica para asegurar que el paciente pueda cumplir con los cuidados que requiere el dispositivo.

Sin embargo, el principal obstáculo no es médico, sino económico, ya que, según Greig, “las negociaciones con las aseguradoras pueden tardar hasta tres meses, lo que retrasa el acceso al tratamiento”. En el sistema público, aunque la tecnología existe, no hay políticas claras que permitan que más pacientes puedan recibir estos dispositivos.

El financiamiento del procedimiento varía según el sistema de salud del paciente. En el sector privado, el acceso depende de Isapres o seguros complementarios, pero el LVAD no está codificado en Fonasa, por lo que las aseguradoras no están obligadas a cubrirlo. En muchos casos, los pacientes deben asumir copagos elevados. En el sistema público, existen dispositivos disponibles, pero su implantación está restringida solo a pacientes en espera de un trasplante, dejando fuera a quienes necesitan el dispositivo como terapia de destinación (uso permanente).

“Se necesita una política pública que evalúe el costo-beneficio de esta tecnología y permita su financiamiento para más pacientes”, enfatiza el médico. Sin estos cambios, el acceso a los LVADs continuará siendo exclusivo para un grupo reducido de personas que puedan costearlo de forma particular o con la cobertura de seguros de alto nivel.

Cómo mejora la vida del paciente

“Los pacientes que antes dependían de medicamentos intravenosos y tenían una capacidad funcional muy limitada han podido reintegrarse a su vida cotidiana”, explica el cardiólogo de UC CHRISTUS. Este avance no solo mejora la calidad de vida, sino que también disminuye los costos para el sistema de salud al reducir hospitalizaciones prolongadas.

Uno de los casos más representativos de este cambio es el de Cristian Betancourt Mendoza, quien recibió un LVAD hace más de cinco años. Antes de la operación, su estado era crítico y requería hospitalización constante. “Mi situación era extrema, estaba completamente desgastado. No podía pasar más de un mes sin necesitar atención de urgencia en algún hospital”, recuerda.

Con el implante del dispositivo, su condición mejoró drásticamente, permitiéndole retomar una rutina prácticamente normal. “Hoy mi corazón funciona bien y llevo una vida casi normal. No me queda más que agradecer a todo el equipo de la Universidad Católica”, afirma.

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Cristian Betancourt Mendoza. Foto: UC CHRISTUS.

El tiempo de recuperación postoperatoria también ha sido un factor clave en la efectividad del programa de asistencia ventricular de UC CHRISTUS. Según Greig, el promedio de recuperación tras la cirugía oscila entre uno y tres meses, un período significativamente menor en comparación con otras opciones terapéuticas para la insuficiencia cardíaca terminal.

Además, los dispositivos de última generación utilizados en Chile son más eficientes y duraderos, proporcionando mayor autonomía a los pacientes y mejorando su capacidad física y energía diaria.

Hasta la fecha, los cinco pacientes que han recibido la tecnología más avanzada de asistencia ventricular en UC CHRISTUS siguen vivos, lo que refleja el éxito del programa. “Esta solución no solo me permitió salvar mi vida, sino que me permitió recuperarme completamente”, enfatiza Betancourt.

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El paciente junto al equipo médico.

Único centro pediátrico en Chile

UC CHRISTUS se ha consolidado como el centro pionero en asistencia ventricular en Chile, con más de 10 años de experiencia en el tratamiento de insuficiencia cardíaca avanzada. Actualmente, es el único centro del país con un programa de asistencia ventricular pediátrica, lo que marca un hito en la medicina cardiovascular de alta complejidad.

“El acceso a esta tecnología ha evolucionado significativamente, pasando de dispositivos más básicos a modelos avanzados como el HeartMate 3, que hoy es el estándar global”, explica Greig. Este avance ha permitido que el centro médico chileno se posicione a la vanguardia en la implementación de esta tecnología, a pesar de los desafíos de costos y cobertura de salud.

El programa de UC CHRISTUS ha logrado hitos clave en los últimos años, destacando el primer implante de asistencia ventricular pediátrica de largo plazo en Chile. Este procedimiento se realizó en una niña con una de las superficies corporales más pequeñas registradas para este tipo de cirugía, quien posteriormente logró recibir un trasplante exitoso.

Además, el centro implantó el primer HeartMate 3 en Chile, con un paciente que ya ha superado los seis años de sobrevida con buena calidad de vida. “El proceso ha sido largo debido al alto costo de la tecnología y la dificultad para obtener cobertura de seguros privados”, señala Greig, pero la consolidación del programa ha permitido que más pacientes accedan a esta alternativa.

Actualmente, todas las cirugías de asistencia ventricular en el centro son realizadas exclusivamente por su equipo, sin necesidad de supervisión internacional, lo que refleja la madurez y expertise alcanzados. Con estos avances, UC CHRISTUS continúa liderando la medicina cardiovascular de alta complejidad en Chile, permitiendo que más pacientes, incluidos niños, tengan acceso a tratamientos de última generación.

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