A los 17 años salió del “clóset”, cuenta Jerka Alarcón (21 años): “Soy bisexual”. El proceso primero fue con ella. “Luego con mis amigxs (como prefiere decirlo) y luego mi familia, que es reducida, aquí en Santiago es solo mi madre, el resto está en el campo”.
La reacción de su mamá, sin embargo, no fue la mejor. “Al principio pensó que la estaba molestando. Luego lo vio como un insulto y ahí empezó el hostigamiento”, cuenta. Esa violencia le generó en 2018, depresión y crisis nerviosa. También dos intentos de suicidio y muchas malas experiencias.
“Durante 2019 intenté no volver a lo mismo. Me reintegré en el activismo que formaba parte desde inicios de 2017, eso me ayudó mucho a formar un espacio seguro y darme cuenta de que, lamentablemente no era la única que pasaba o había pasado algo así. Ver a referentes mayores me hizo pensar que esto no es para siempre”, relata.
Pero este año todo cambió. Cuando supo que había que cumplir cuarentena por la pandemia de coronavirus el agobio volvió: “Ahora ya no tenía a dónde escapar o refugiarme”.
Pasaron los días. Se dio cuenta que la cuarentena iba a durar meses. Sentía miedo de volver a lo mismo. Los gritos, insultos, hasta golpes a veces. “Su forma de violentarme es súper invasiva, prácticamente no tengo espacio para mí. Se mete en mi pieza, en mis cosas, me rompe dibujos, pinturas, todo le molesta. Si estoy cantando me hace callar. Si estoy bailando, se burla de mi cuerpo. No puedo hablar tranquila por teléfono con nadie referente a temáticas de diversidad o activismo. Muchas veces me escondo para hablar tranquila con mi psicóloga”, admite.
Estar en cuarentena es agobiante. Vivir ese tiempo con su familia que la agrede, aún más, dice Jerka. “Tengo 21 años y no quiero ser tratada como una niña, menos cargar con sus limitaciones. Me deprime bastante al tener que hacer cosas para evitar peleas. Aunque cuando peleamos sea de lo que sea, siempre lanza un ‘maricona, lesbiana, asquerosa', como insulto”.
Todas las veces que ha escuchado en televisión que la casa es el único lugar seguro, siente dolor de estómago. “Sé que para mí no es así, y es triste. Estos meses mi ansiedad ha aumentado el triple, me he sentido más angustiada y hasta he llegado a volver a tener pensamientos suicidas, y no es solo por estar encerrada, sino en las circunstancias en las que lo estoy”.
Su red de apoyo está atenta y activa, dice. “Mis amigxs, mi psicóloga, una tía del sur que es como una madre para mí. También aprendí a pedir ayuda. Le perdí el miedo a verme a mí misma o que me vean como una víctima”.
Incomodidad y agobio
El caso de Jerka no es aislado. Un estudio en Chile indica que el 51% de población LGBTI+ reconoce sentirse demasiado y bastante incómodo con su familia en la actual situación de pandemia (14,8% declara que se ha sentido demasiado incómodo(x), 19,5% muy incómodo(x) y 16,7% bastante).
“La pandemia ha afectado sus vidas”, subraya Jaime Barrientos, autor principal del estudio que fue realizado en Chile por la Universidad Alberto Hurtado, la Universidad Católica del Norte y Mums organización LGBT nacional.
El estudio replica lo que se está haciendo en otros países con la misma encuesta, como en Portugal, México, Suecia e Italia, explica Barrientos, académico de la U. Alberto Hurtado.
La muestra estuvo constituida por 1.203 personas, de entre los 18 a los 65 años. Más de la mitad declara residir en la Región Metropolitana (57,6%), una de las más golpeadas por el Covid-19.
En otros resultados, destaca que casi 8 de cada diez personas (77,2%) estaban en cuarentena total. Un 18,2% en aislamiento parcial y sólo un 4,6% no está en cuarentena.
El 53,9% vive con sus madres o padres. En tanto, el 18,7% debido al Covid-19, ha debido retornar a su hogar familiar. Además, 23,9% dice sentirse demasiado agobiado para poder expresar su identidad LGBT+ en la situación de confinamiento, mientras que 17,2% dice que demasiado.
Para muchos niñas, niños y adolescentes, jóvenes LGBTI+ la familia es un núcleo de apoyo importante. Pero también puede ser un espacio de violencia.
Muchas veces no aceptan su orientación y o su identidad de género, explica Barrientos. Ahora están expuestos a largos periodos de confinamiento con ellos. “Se pueden ver sometidos a unos niveles de violencia incrementados en relación con periodos normales en los que ellos tienen la posibilidad de salir, juntarse con amigos o amigas gays o lesbianas que valoren y o apoyen su orientación y o su identidad de género”, sostiene.
Se sabe que las cuarentenas tienen un impacto en la salud mental (por ejemplo, con síntomas asociados con el estrés postraumático, como la depresión y la ira). Efectos que pueden ser más pronunciados en grupos previamente en desventaja social, como las personas LGBT+. “El estudio muestra que para la población LGBT+ en general, sean jóvenes o adultos, el Covid-19 como pandemia tiene un efecto importante en su salud mental y eso es importante de poder destacarlo”, dice Barrientos.
El estudio revela efectos emocionalmente en una gran mayoría. Mientras un 44,7% dice que le ha afectado demasiado, 36% declara que le ha afectado mucho y 12,5% que le ha afectado bastante. “La pandemia afecta las relaciones interpersonales de diversos grados. Un 34,5% de los(xs) participantes reporta que se alejó demasiado de sus amigos(xs) cis-hetero, un 28,6% mucho y un 18,1% bastante”, agrega Barrientos.
“Respecto a los(xs) amigos(xs) LGBT+, 40,9% de las personas encuestadas declara que el Covid-19 les alejó demasiado de ellos(xs), 27,5% mucho, y 15,4% dice haberse alejado bastante de ellos(xs). Es decir, el impacto en las relaciones interpersonales y redes de eventual apoyo es grande”, subraya.
Hogar inseguro
Una encuesta del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) en abril a 523 personas LGBTI+ de todas las regiones del país, arrojó el 38% reporta un alza de los episodios homofóbicos o transfóbicos en sus hogares o barrios. Estos conflictos se han traducido en violencia psicológica (58,2%), verbal (40,6%) y física (1,2%).
El espacio familiar puede ser, lamentablemente, un lugar de discriminación y violencia para la población LGBTI+, indica Constanza Valdés, consultora en diversidad sexual y de género. “Muchas personas viven con familiares abiertamente conservadores que rechazan a aquellas que se salen de la heteronormatividad y el binarismo de género”, indica. Debido a eso, tienen miedo de mostrarse abiertamente o de decirles a su familia cómo se sienten o cómo se identifican.
Isabel Amor directora Ejecutiva de Iguales, coincide en que “en muchos casos la casa no es un lugar seguro para niños y niñas y adolescentes LGBTI+”. Eso ocurre en gran medida porque en los adultos hay ausencia de información sobre la diversidad. “Existe miedo a tocar del tema, miedo a enfrentarlo, es un problema que hemos tratado de enfrentar a través de campañas”, señala.
Y no solo sucede a personas mayores de 18 años que viven con sus padres y o familiares, sino que especialmente a niños, niñas y adolescentes LGBTI+, “quienes se encuentran aún más en desprotección porque no tenemos una ley de garantías de derechos de la niñez en la cual se reconozca como deber del Estado de la protección de niños, niñas y adolescentes sin ningún tipo de discriminación”, detalla Valdés.
La pandemia no generó los conflictos. Existían antes. “Acentúa un problema que ya existía. Si no te aceptaban antes ahora estas obligada a estar en ese espacio donde no te aceptan y estar constantemente en desaprobación y discusiones”, dice Amor.
El confinamiento puede ser una oportunidad de hablar de un tema que hasta ese momento no han conversado. “Es bueno que la familia reconozca que no saben mucho del tema, porque la diversidad sexual no es parte de la educación formal, ni de ninguna otra, no es parte de la discusión social y mucha gente no habla del tema porque no tiene las herramientas”, dice Amor.
Para el vocero del Movilh Oscar Rementería diferentes factores gatillan esas agresiones tanto físicas como psicológicas. “Es importante que las autoridades públicas que se encuentran preparando un plan de salud mental para cuando el periodo de emergencia sanitaria haya sido controlado, consideren como un grupo vulnerable y que necesita prioridad a la diversidad sexual”.