Hablar de brecha de género en educación superior no es sólo referirse a diferencias en el porcentaje de hombres y mujeres que ingresan. También da cuenta de las marcadas desigualdades de género a la hora de elegir opciones de estudio.
Hombres y mujeres no estudian lo mismo. Ellas siguen estando subrepresentadas en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (carreras STEM por sus siglas en inglés) de la educación terciaria. Datos de la Ocde indican que, en 2015 solo el 24% de quienes ingresaron a un área de STEM en las universidades eran mujeres.
Y esa diferencia no es solo una anécdota de porcentajes. Es la que explicaría en gran parte también la segregación de género en el mercado del trabajo. Y eso se traduce en brechas salariales, ya que esas carreras son que a su vez las que tienen mejores salarios.
¿Por qué ocurre eso en Chile? Esa fue la interrogante que investigadoras del Ciae del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile y de la U. Alberto Hurtado, se propusieron analizar para ver cómo hombres y mujeres se comportan en su probabilidad de escoger una carrera universitaria.
El estudio, parte de un proyecto Fondecyt y que cuenta con financiamiento del Ciae, busca explicar la subrepresentación de las mujeres en las áreas STEM y la sobre representación en algunas carreras del área de la salud, educación y ciencias sociales.
“Este tema es relevante porque explica en parte las diferencias salariales entre hombres y mujeres, ya que las carreras STEM son más valoradas en el mercado laboral”, destaca Alejandra Mizala directora del CIAE y del Instituto de Estudios Avanzados en Educacióndel de la U. de Chile, una de las autoras del estudio que cuenta además a Catalina Canals, de la misma institución y a Paola Bordon de la U. Alberto Hurtado, como co-autoras.
Probabilidades de escoger carreras mejor pagadas
En el estudio se realizó un modelo que predice la primera preferencia de carrera en el sistema de postulación a las universidades chilenas, señala Mizala “y consideramos que las preferencias de los y las estudiantes son influidas por su propio bienestar y las expectativas sociales, las que incluyen los estereotipos de género”.
Consideraron factores como si el estudiante es hombre o mujer, y su rendimiento académico a través de notas, ranking de notas y PSU. También datos como la ocupación del padre y la madre, porcentaje de mujeres en su curso de enseñanza media. Además, controlaron por variables como ingreso per cápita del hogar, dependencia del establecimiento educacional del cual egresó de 4° medio, región donde vive, etc.
Para el análisis, se usaron datos del Ministerio de Educación y del Sistema Único de Admisión (SUA) para la generación que se graduó de enseñanza media en diciembre 2014 y que postuló para ingresar a las universidades en marzo 2015. Las carreras se agruparon en 10 categorías: Medicina y Odontología, otras áreas de la Salud, Ciencias, Ingeniería Civil, Tecnología, Negocios, Artes, Ciencias Sociales y Humanidades, Derecho y Educación.
Paola Bordon señala que en el modelo se consideró la primera elección al momento de postular a la universidad, la que da cuenta de la carrera preferida. Con eso se replicaron las postulaciones y se vieron diferencias de género. “Lo primero y más interesante es que los hombres siempre postulan más a carreras más selectivas a igualdad de condiciones que las mujeres, sin importar el puntaje”, indica.
Por ejemplo, dice Bordon, un hombre con 500 puntos postula a ingeniería, pero una mujer con ese puntaje, no. “Porque ella cree que no es tan buena, él igual va a postular porque es una carrera de hombres. En puntajes más altos, sobre 700 puntos, no se ve esa diferencia, al tener puntajes altos ellas creen que pueden postular como lo hace un hombre”, explica.
Los resultados resaltan que luego de analizar el efecto del rendimiento académico sobre la elección de carreras a igual puntaje PSU y notas, un hombre puede tener hasta un 25% más de probabilidad de escoger carreras altamente selectivas que una mujer.
El trabajo detectó que una estudiante mujer con similares características a un estudiante hombre en Chile, tiene un 25% menos de probabilidad de postular a Ingeniería Civil y 12% menos de probabilidad de postular a Tecnología.
Así también tiene 21% más de probabilidad de postular a carreras del área de la salud comparada con un hombre con similares características.
“No había un estudio a nivel nacional que modelara cómo hombres y mujeres se comportan en su probabilidad de escoger una carrera universitaria”, aclara Mizala.
¿Qué influye?
Los resultados sugieren que las postulaciones universitarias están influenciadas por estereotipos sociales.
Los hombres pueden sentir más presión social para tener éxito, explica Mizala, “eligiendo la opción más selectiva, y las mujeres pueden sentirse inseguras sobre sus propios conocimientos, creyendo que son menos aptas para opciones más selectivas”. Hay estudios que muestran, agrega, que esta diferencia en autoconfianza entre hombres y mujeres está basada en estereotipos de género.
La profesión de los padres también influye en la elección de carrera, detectó el trabajo. Pero no del mismo modo para hombres y mujeres.
En el caso de las mujeres, dice Mizala, la ocupación del padre y de la madre afecta de manera similar sus decisiones, mientras que en el caso de los hombres tiene más influencia la ocupación del padre. Esta influencia intergeneracional es menor en estudiantes que tienen buen rendimiento académico.
Si tanto hombres como mujeres tuviesen parámetros promedio, los que corresponden al punto medio entre las preferencias actuales de hombres y mujeres, es decir, si las preferencias de ambos se acercaran a tal punto de llegar a ser las mismas, ¿qué pasaría? El estudio encontró que en áreas que tradicionalmente tienen mayor presencia de mujeres, como la salud, educación y ciencias sociales y humanidades, las mujeres postularían menos y los hombres más.
Por ejemplo, para las carreras de salud la presencia de hombres aumentaría de 23% a 40%; igual que para el área de educación, donde se incrementaría de 33% a 41%.
El estudio muestra que acercar las preferencias de hombres y mujeres no solo contribuiría a cerrar las brechas de género en la postulación, sino que no afectaría la distribución de los puntajes PSU de los postulantes por área. Esto es, la mayor participación de mujeres en áreas masculinizadas y de hombres en áreas feminizadas no tiene costo en términos de la distribución de talentos, medido por puntaje PSU.
“Para acercar las preferencias tenemos que generar cambios desde la primera infancia, padres y profesores tenemos que abrir el mundo a niñas y niños, ampliando sus horizontes”, detalla Mizala.
Mucho de lo que se ha hecho en términos de eliminar esa brecha, dice Bordon se ha enfocado en que las estudiantes postulen a carreras STEM, pero no es suficiente. “También se requiere que los hombres puedan ir a carreras más feminizadas, como educación. No solo es decir que ‘las niñas pueden’, sino también que los ‘niños pueden’, que no es malo que sean enfermeros, profesores, efectivamente con ese cambio ganaríamos más talento, lo tendríamos más distribuido”, dice Bordon.
Cerrar las brechas permitiría reducir las diferencias salariales entre hombres y mujeres en el mercado laboral, subraya Mizala: “y aprovechar el talento femenino en áreas STEM y el masculino en áreas hoy feminizadas, potenciando la complementariedad entre hombres y mujeres en el lugar de trabajo”.