A mediados de 2019, los ojos del mundo estuvieron en el norte de Chile, tras una publicación compartida por el actor Leonardo DiCaprio. Se trataba de un mensaje de apoyo a la campaña para rescatar a la ranita del Loa, una especie microendémica que habitaba sólo en un estero de este río en Calama, en el sector de Las Cascadas.
Debido al deterioro de su hábitat, la población de este anfibio se vio drásticamente reducida y se encontraba en peligro crítico de extinción. En el momento del rescate sólo fueron encontrados 14 de estos anfibios con vida, en grave estado de desnutrición. Pero gracias a esta campaña, liderada por científicos chilenos, las ranitas lograron ser trasladadas desde Calama al Zoológico Metropolitano en Santiago para su recuperación.
“Es una sobreviviente”: el dramático presente de especie chilena que emocionó a DiCaprio y estuvo al borde de la extinción
Cinco años después, una docena de ranas acuáticas del Loa, en peligro crítico de extinción, fueron trasladadas en avión desde Santiago a Calama, en medio de toallas mojadas y dentro de contenedores con control de temperatura. Se trata del primer paso que han dado los conservacionistas para devolver a los anfibios a su hábitat natural en un río que atraviesa el desierto más seco del mundo.
Las ranas estuvieron al borde de la extinción en 2019, después de que la extracción de agua para la minería, la agricultura y el desarrollo, agravada por el cambio climático, diezmara su hábitat.
Los científicos pudieron rescatar a las ranas desnutridas y enfermas restantes, reubicando a 60 y transportando 14 al Zoológico Parquemet en Santiago para su reproducción.
Una vez allí, Osvaldo Cabeza, un herpetólogo, dirigió una exitosa campaña de reproducción, alcanzando un máximo de 500 individuos. Ahora, quiere ayudar a traerlas de regreso a su entorno.
“Si no recuperamos este hábitat, es muy probable que las ranas se extingan en la naturaleza y sólo existan en laboratorios”, dijo Cabeza a la agencia Reuters, y agregó que es necesario que diferentes sectores se unan para restaurar el hábitat.
“Es importante hacer esfuerzos conjuntos para recuperar el entorno (de la rana)”.
Para lograrlo, Codelco y el gobierno local crearon e inauguraron recientemente el Centro de Biodiversidad y Conservación El Loa (CENByC) en el norte de Calama.
“La rana es una sobreviviente. Ha demostrado ser bastante resiliente a todas las condiciones adversas a las que ha estado expuesta”, dijo Francisca Oliva, coordinadora del centro. “Por eso mi forma de ver este proyecto a futuro es bastante esperanzadora”.
En el nuevo centro, los científicos esperan apoyar a las ranas y fomentar la reproducción. En el futuro, quieren devolverlas a su hábitat natural. Por ahora, el gobierno estableció una nueva zona protegida en Calama y pretende trabajar con empresas y ciudadanos para limpiar y proteger el hábitat dañado.
Los primeros éxitos
De las primeros ejemplares que partieron al río Loa en 2020, varias lograron sobrevivir y reproducirse, saliendo del estado crítico en el que se encontraban. En octubre de 2020, DiCaprio compartió en sus redes sociales la noticia de que 200 renacuajos de la ranita del Loa nacieron en el Parque Metropolitano. “Gracias a este increíble equipo de especialistas, estos animales se encuentras saludables y en reproducción, lo que es esencial para la supervivencia y la conservación de las especies”, comentó el actor en Instagram, felicitando al equipo de Parquemet.
Sin embargo, el destino de esta especie aún es incierto, debido que el estero en el que solían habitar no se encuentra en condiciones adecuadas para recibir a las ranitas que crecieron en el Parquemet y hoy ya están en edad adulta. El agua presente en esta zona “no es suficiente para darle sustento a una poblacion saludable de la especie”, explicó en enero el doctor Claudio Azat, director del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la U. Andrés Bello y presidente regional del grupo de especialistas de anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
“Es probable que la población se extinga en la naturaleza y que no podamos reintroducirla a su hábitat. Por lo menos a corto o mediano plazo no se ve que esta situación cambie”, alertó el especialista.
El doctor Marco Méndez, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile e investigador asociado Capes-UC, explicó en el mismo reportaje que “recuperar un hábitat es muy complejo, nunca volverá a ser como antes debido a que las condiciones del agua no son las mismas”.
Buscar un estero con propiedades similares también ha sido una tarea compleja para los investigadores. En 2020, cerca de 50 ejemplares de la Ranita del Loa fueron relocalizados en Ojos de Opache, un sector ubicado a seis kilómetros del hábitat natural de este anfibio. Fueron rastreados mediante microchips, pero luego de un tiempo se volvieron ilocalizables, por lo que intuyen que estas ranitas no sobrevivieron.
Más especies en peligro
De acuerdo al doctor Azat, desde que fue descubierta la ranita del Loa (Telmatobius dankoi) en 1999, se supo que su hábitat era muy reducido. Toda la población de esta especie se encontraba en un estero de no mas de 2 kilómetros de extensión, y donde ya había muy poca agua. Estas ranas andinas viven a grandes alturas y en lugares de difícil acceso humano, por lo que el monitoreo fue complejo debido a las grandes distancias y la falta de recursos.
Hasta la fecha se han registrado 63 especies distintas de esta familia de anfibios en el altiplano de América del Sur, en Perú, Bolivia, Argentina y Ecuador, aunque en este último país ya fueron declaradas extintas. En Chile habitan 10 tipos de Telmatobius, familiares de la Ranita del Loa, y todas corren el mismo riesgo debido a que son 100% acuáticas. Por las características propias de esta especie, lo más probable es que si su hábitat se seca, las ranitas mueren con él, explicó el doctor Azat.
Por ello, la conservación de esta especie en el Zoológico Metropolitano ha sido fundamental para preservar la especie. “Este era un caso muy extremo en el que si no actuábamos rápido la especie se perdía para siempre. El trabajo del zoológico ha sido increíble en este sentido”, comenta.
Los especialistas agregon que el estudio y conservación de estas especies es compleja debido a los derechos de agua de los esteros en los que habitan, por lo que deben conseguir una serie de permisos legales antes de acceder a uno de estos cuerpos de agua para monitorear el estado de los anfibios. Además, el doctor Méndez adviertió que los recursos necesarios para la investigación y conservación de la biodiversidad también son reducidos, aunque han recibido fondos por parte de gobiernos regionales y universidades para estas acciones.
¿Destrucción o deterioro?
Si en 2016 el Ministerio de Medioambiente estimaba la presencia de más de 600 ranitas del Loa en su hábitat natural, en 2019 la situación ya era crítica, con menos de 20 individuos en total. El doctor Azat explica que la fauna del río Loa siempre ha tenido que convivir con “la agricultura, la ganadería y los mismos asentamientos humanos donde el agua es tan escasa para consumo directo o indirecto. Se ocupan los cuerpos de agua donde habitan estas ranas y se produce un conflicto”.
Sin embargo, aunque aún se encuentra en investigación, los especialistas concuerdan en que la biodiversidad de esta zona se ha visto afectada por la llegada de las empresas mineras. La presencia de cobre y de litio en este sectores cercanos al Loa ha traído consigo el uso de maquinarias requieren obtener agua desde las napas subterráneas, explica el doctor Azat, secando tanto el río principal como los esteros que lo rodean.
“Las actividades extractivistas clásicas que necesitan extraer grandes cantidades de agua donde no la hay (...) Aunque se han planteado con una narrativa sustentable, no lo ha sido hasta el día de hoy. Siguen ocupando agua dulce para estos procesos”, comentó el profesional.
El doctor Méndez advirtió que las proyecciones sobre la minería del Litio también pueden generar un conflicto importante en el futuro. Esto sumado al aumento progresivo del calentamiento global, lleva a un panorama poco favorable para los hábitat de esta y otras especies.