Saber qué hay más allá de nuestro planeta ha sido una pregunta que desde siempre ha movilizado el conocimiento humano y para ello se analizan los datos de telescopios, radares y otros equipos que están registrando diversos tipos de señales que pueden dar pistas de lo que hay allá afuera.

Un equipo de científicos liderado por investigadores que participan del Experimento Canadiense de Cartografía de la Intensidad del Hidrógeno (Chime, por sus siglas en inglés), descubrieron señales de radio provenientes de una galaxia que está a 1.500 millones de años luz de la Tierra.

Se trata de pequeñas ráfagas de ondas de radio (FRB) que se originan fuera de la Vía Láctea. Hasta hace poco se creía que este tipo de señales podían ser intentos de comunicación de otras civilizaciones inteligentes, pero según los científicos podrían provenir de poderosos fenómenos astrofísicos a miles de millones de años luz de distancia.

Esta nueva señal de ondas de radio proviene de un solo lugar y es parte de los primeros resultados del revolucionario radiotelescopio inaugurado a finales de 2017 en una colaboración de científicos de las universidades de Columbia Británica, de McGill, de Toronto, el Instituto Perimetral de Física Teórica y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá.

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Vista del radio telescopio Chime, en Canadá, desde donde se captaron las señales.[/caption]

En total se detectaron 13 explosiones durante un período de tres semanas en agosto del año pasado, cuando el telescopio Chime estaba en etapa de chequeos y ensayos (precomisionado) y solo funcionaba a una fracción de su capacidad total. La mayoría de estas ráfagas se registraron eran señales que estaban en el extremo inferior de la banda de MHz, cerca de los 400.

"Hasta ahora, solo se conocía una FRB repetida. Saber que hay otro (evento sonoro) sugiere que podría haber más por ahí. Y con más repetidores y más fuentes disponibles para el estudio, podremos entender estos enigmas cósmicos, de dónde son y qué los causa", dijo Ingrid Stairs, astrofísica de la UBC y miembro del equipo Chime.

Según Cherry Ng, astrónoma de la Universidad de Toronto la señal puede tener su origen en un remanente de supernova o provenir cerca del agujero negro central en alguna galaxia, "pero tiene que estar en algún lugar especial para darnos toda la dispersión que vemos".

La "dispersión", es un fenómeno que revela información sobre el entorno que rodea a la fuente de ondas de radio. La cantidad de dispersión observada por el equipo de Chime, dicen los investigadores, permite concluir que las fuentes de FRB son objetos astrofísicos poderosos con mayor probabilidad de encontrarse en lugares con características especiales.

"Cualquiera que sea la fuente de estas ondas de radio, es interesante ver la amplia gama de frecuencias que puede producir. Hay algunos modelos en los que, intrínsecamente, la fuente no puede producir nada por debajo de cierta frecuencia", señala Arun Naidu de la U. McGill

Hoy se sabe de unas 60 señales de FRB detectadas y solo una vez se habían registrado repeticiones provenientes de una sola fuente (radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico). La mayoría de estas señales se han encontrado en la banda frecuencias cercanas a 1400 MHz, muy por encima del rango del telescopio canadiense que alcanza de 400 MHz a 800 MHz.

El astrónomo de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afinas CATA, César Fuentes, explica que se sabe que estos eventos ocurren a miles de millones de años luz de nosotros por lo que para que alcancemos a detectarlos, se trata de fuentes muy energéticas de eventos que cambian muy rápido. "Es como si viéramos una linterna girando a mucha distancia de nosotros. Veríamos esa luz como rápidos destellos, como si nos apuntarán con un láser en forma intermitente", dice.

"Se podría pensar que son civilizaciones que se intentar comunicar a través de señales de radio, pero hoy sabemos que son eventos extremos. Podría ser una colisión de estrellas de neutrones o un evento que ocurra cerca de agujeros negros. Probablemente, estos eventos son recurrentes y por eso vimos la repetición, pero para poder tener certeza de que son fenómenos que se repiten, habría que tener radio telescopios fijos apuntando a un solo lugar", explica Fuentes.

El radiotelescopio Chime incorpora cuatro cilindros de malla metálica en forma de U de 100 metros de largo. En total, cubre un área equivalente a cinco canchas de hockey.