En general, se conoce que las personas a medida que envejecen pierden fuerza muscular y disminuyen la velocidad, lo que provoca que sea más difícil realizar tareas simples como levantarse, caminar y sentarse.
Se estima que los seres humanos empiezan a perder masa muscular a partir de los 30 - 40 años, perdiendo alrededor del 10% de sus músculos a los 50 años. De los 50 a los 70 años, pierden otro 30% de fuerza muscular.
Una nueva investigación, publicado en la revista Journal of Cachexia Sarcopenia and MuscleTrusted, de la Universidad Edith Cowan (ECU), Australia, muestra que esos cambios físicos también podrían ser también una señal de otro problema de salud relacionado con la vejez: la demencia.
Así lograron encontrar las dos señales que predicen la demencia
Para investigar la relación entre la función muscular y la demencia, los equipos de investigación del Instituto de Investigación de Innovación en Nutrición y Salud y el Centro de Salud de Precisión de ECU, utilizaron datos del Estudio Longitudinal del Envejecimiento en Mujeres de Perth para examinar a más de 1.000 mujeres con una edad promedio de 75 años.
En colaboración con la Universidad de Australia Occidental, el equipo midió la fuerza de agarre de las mujeres y el tiempo que tardaron en levantarse de una silla, caminar tres metros, darse la vuelta y volver a sentarse, prueba conocida como TUG (Timed Up and Go), que se utiliza para que los médicos comprueben la movilidad y el equilibrio de una persona.
Estas pruebas se repitieron después de cinco años para controlar cualquier pérdida de rendimiento.
Durante los 15 años siguientes, se descubrió que casi el 17% de las mujeres que participaron en el estudio habían tenido un evento de demencia, categorizado como hospitalización o muerte relacionada con la demencia.
Asimismo, descubrieron que una fuerza de agarre más baja y un TUG más lento eran factores de riesgo significativos para presentar demencia, independiente del riesgo genético y los factores del estilo de vida, como fumar, consumo de alcohol y niveles de actividad física.
“Los hallazgos más emocionantes fueron que la disminución de estas medidas se asoció con un riesgo sustancialmente mayor, lo que sugiere que si podemos detener esta disminución, podemos prevenir las demencias en la vejez. Sin embargo, se necesita más investigación en esta área” dijo en un comunicado el Dr. Marc Sim, investigador principal del estudio.
Dado que las pruebas entregan resultados de la salud actual de un paciente, eso no son los resultados que sorprendieron a los investigadores, ya que se sabe que las personas que tienen dificultades con las actividades de la vida diaria debido a limitaciones físicas son menos propensas a hacer ejercicio, lo que es un importante factor de riesgo de demencia.
Sin embargo, lo que les interesó fue el alto riesgo de demencia asociado al deterioro de la función a lo largo de cinco años, en el que las personas con mayor deterioro presentaban el riesgo más alto. “Éste es también un punto importante a tener en cuenta por los médicos”, añadió Sim.
¿Cuál es la relación con la demencia?
Los resultados arrojaron que:
- Las mujeres con la fuerza de agarre más débil, tenían más del doble de probabilidades de tener un evento de demencia en la vejez que las personas más fuertes.
- Los participantes más lentos en su prueba TUG, tenían más del doble de probabilidades de experimentar demencia que los más rápidos.
- Luego de cinco año, las observaciones también mostraron que tanto en fuerza de agarre como el la prueba TUG, una disminución en el rendimiento también se relacionó con un mayor riesgo de demencia.
- Quienes experimentaron una mayor disminución en la fuerza de agarre y la velocidad de TUG tenían aproximadamente 2 y 2,5 veces más probabilidades, respectivamente, de haber tenido un evento de demencia, en comparación con los del grupo que registró la menor disminución en el rendimiento.
- Las mujeres con la mayor caída en el rendimiento TUG tenían cuatro veces más probabilidades de tener una muerte relacionada con la demencia que las más rápidas.
El Dr. Sim explicó en el comunicado que la fuerza de agarre, se puede medir fácilmente con un dispositivo portátil conocido como dinamómetro, y puede ser una medida de la salud del cerebro debido a la naturaleza superpuesta del deterioro cognitivo y motor.
“Posiblemente debido a una variedad de similitudes subyacentes, la fuerza de agarre también puede presentarse como un medida sustituta de la enfermedad cardiovascular, la inflamación y la fragilidad, que son factores de riesgo conocidos para la demencia”, añadió el autor.
Se espera que los resultados puedan ayudar a los profesionales de la salud a identificar antes el riesgo de demencia en los pacientes. “Tanto la fuerza de agarre como las pruebas TUG no se realizan comúnmente en la práctica clínica, pero ambas son herramientas de detección económicas y sencillas” y los médicos tardan unos 3 minutos en realizarlas añadió Sim.
Asimismo, la incorporación de pruebas de función muscular como parte de la detección de la demencia podría ser útil para identificar a las personas de alto riesgo, que luego podrían beneficiarse de los programas de prevención primaria destinados a prevenir la aparición de la enfermedad a través de una dieta saludable y un estilo de vida físicamente activo.
El profesor Simon Laws, también parte del equipo de investigadores, agregó en el mismo comunicado que se ha podido identificar un progreso alentador en la identificación de señales de advertencia tempranas de demencia.
“Ahora estamos comenzando a ver una serie de evaluaciones de detección simples pero indicativas que podrían combinarse con otras medidas biológicas y clínicas para proporcionar un perfil de riesgo holístico para las personas que acuden a su médico de cabecera con, por ejemplo, problemas de memoria”, añadió Laws.
¿Por qué medir la fuerza de agarre?
Cuando los médicos quieren medir la salud muscular de las manos y los antebrazos de una persona, realizan una prueba de fuerza de agarre.
Esta sencilla prueba utiliza un instrumento llamado dinamómetro., en donde el paciente sostiene el dispositivo en la mano y lo aprieta con todas sus fuerzas, y así la herramienta mide la cantidad de fuerza empleada.
La fuerza de agarre, se considera desde hace tiempo un biomarcador de la salud general de una persona. Investigaciones anteriores han asociado una menor fuerza de agarre con un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular, y han descubierto que también es un indicador de la calidad de vida relacionada con la salud de una persona a medida que envejece.
¿Qué es una prueba TUG?
Durante la prueba TUG, se pide a una persona que se siente en una silla normal. Mientras, un médico mide el tiempo con un cronómetro, se pide a la persona que se levante, camine hasta una línea situada a unos 3 metros de la silla, se dé la vuelta, vuelva a la silla y se siente de nuevo en ella.
Esto permite al profesional de la salud ver cómo camina la persona y comprobar si sus movimientos presentan problemas posturales o de equilibrio.
La mayoría de las personas mayores sanas pueden realizar la prueba TUG en 10 segundos o menos. Un tiempo superior a 13,5 segundos puede indicar que la persona corre un mayor riesgo de caerse.
Estudios han demostrado que la prueba TUG ayuda a predecir la fragilidad en las personas mayores y evalúa el riesgo de caídas.
Atención a los signos de deterioro cognitivo
“[Este estudio] nos dice que los pocos minutos adicionales para hacer algunas pruebas sencillas realmente básicas en la consulta, incluso sólo en las visitas rutinarias, como la prueba Time Up and Go y la prueba de fuerza de agarre, pueden darnos una buena razón, científicamente fundamentada, para fomentar la actividad física no sólo por el beneficio cardiaco sino también por la aptitud cognitiva” dijo el Dr. William Buxton (quien no participó del estudio), neurólogo estadounidense al sitio Medical News Today.
“Y para que esos individuos presten un poco más de atención para vigilar el deterioro cognitivo que tal vez podamos ralentizar como resultado de prestar esa atención adicional”, añadió el también director de Medicina Neuromuscular y Neurodiagnóstico y de Prevención de Caídas en el Instituto de Neurociencias del Pacífico, Estados Unidos,
El Dr. Buxton comentó al mismo sitio que le gustaría que se realizara un estudio similar en hombres y también que se investigara si hay algún beneficio añadido por hacer ejercicio en grupo. “Me gustaría ver si el ejercicio en grupo vinculado al compromiso social tendría un beneficio añadido por encima del ejercicio individual” concluyó.