Colapso, falta de atención y sentimiento de andar en “piloto automático”. Los meses más duros del confinamiento jugaron un importante papel a la hora de la crianza. Sobre todo cuando el trabajo y el cuidado de niños y niñas se mezcló en el mismo tiempo y espacio. Es por eso que un grupo de investigadoras de universidades nacionales e internacionales generaron un estudio para dimensionar cómo afectó a los padres, madres y cuidadores este denominado “Síndrome de Burnout Parental”.
La investigación, recientemente publicada en la revista Terapia Psicológica, evidencia que este síndrome tuvo un considerable aumento durante el inicio de la pandemia del Covid-19. Fue realizado por María Pía Santelices, de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica; Silvia Narváez, del Centro de Investigación del Abuso y la Adversidad Temprana UC; María Josefina Escobar, de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, Daniela Oyarce, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica); y Hedwig van Bakel, de la Universidad de Tilburg, en Países Bajos. “Ya teníamos un estudio sobre el Burnout Parental previo a la pandemia, y cuando parte el confinamiento, y lo que significó el nivel de demanda de las familias, quisimos ver cómo se comportaba este síndrome”, explica Josefina Escobar.
Pero, ¿cómo identificar este síndrome? Según detalla la especialista, el Burnout Parental se produce por un desequilibrio entre el nivel de demanda que tienen los padres, madres y cuidadores; y los recursos que tienen en torno a la crianza de sus hijos o hijas. Escobar agrega que “todas las familias, de una manera u otra, se habían visto desprovista de recursos para la crianza, como el espacio protegido para el trabajo, contar con los colegios y jardines infantiles, o también contar con abuelos u otros cercanos para el cuidado de los niños”.
El estudio recogió la opinión de 693 participantes, recolectados mediante un muestreo no aleatorio que incluyó 133 padres y 560 madres mayores de 18 años que habitan actualmente en Chile, viviendo con al menos un hijo/a menor. Se utilizó el instrumento Parental Burnout Assessment (PBA) para evaluar el burnout parental, y comprender su relación con el impacto negativo percibido de la pandemia sobre las prácticas de crianza; el rol las estrategias de regulación emocional de supresión y reevaluación y el género.
Los resultados de esta investigación arrojaron niveles más altos de burnout parental en las madres, quienes reportaron mayor impacto negativo de la crisis por Covid-19, usando más estrategias de supresión y menos de reevaluación. A partir de este estudio, se puede concluir que existe una interacción entre la apreciación subjetiva que hacen los padres y madres de las consecuencias que la pandemia ha tenido sobre sus prácticas de crianza, y sus niveles de burnout parental. Se habían sumado mayores demandas con el teletrabajo, tener a los hijos todo el día en la casa y deber combinar de una manera mucho más forzada la conciliación entre trabajo y crianza.
¿Cómo identificar este síndrome?
Como todo síndrome, el Burnout Parental se manifiesta a través de una serie de síntomas que repercuten la salud mental y emocional de quienes lo padecen. De acuerdo a Josefina Escobar, uno de los síntomas es el agotamiento excesivo a nivel físico, emotivo, cognitivo; “un distanciamiento emocional con los niños. Subjetivamente la percepción de los padres y madres que sufren este síndrome es que sienten que ‘funcionan en piloto automático’. Hacen todo lo que tienen que hacer, en temas de tareas domésticas y de cuidado, sin estar realmente presente”.
Otro de los síntomas de este síndrome, de acuerdo a la especialista, es la pérdida del placer por la crianza. “Sabemos que la crianza tiene situaciones de estrés, pero también tiene sucesos gratificantes que nos hace que funcionemos con cierto equilibrio en términos de salud mental. Cuando estamos frente a papás agotados, son personas que no logran disfrutar esos momentos que antes sí apreciaban. Todo se vuelve un agobio para ellos”, detalla Escobar.
Por último, este síndrome retrata un sentimiento de contraste, de estar “haciéndolo todo mal”, según detalla la académica de la Universidad Adolfo Ibáñez. “Estar siendo una mamá o papá ‘que no era antes’. Este sentimiento genera mucha culpa, mucha vergüenza en ellos”, complementa.
Además, Escobar agrega que para hablar que estamos frente a un síndrome, estos síntomas se instalan durante el tiempo. Esto comienza a tener otras manifestaciones a lo largo del tiempo, como trastornos de sueño, problemas con el consumo de sustancias, sentimientos de culpa e ideación suicida, entre otros. “También pueden aparecer conflictos en la pareja, en caso de ser una pareja parental. Y, en relación a los hijos, se asocia mucho a que ellos comienzan a recibir malos tratos”, afirma.
La importancia de detectar este síndrome a tiempo recae que en un adulto cansado, que está funcionando en piloto automático y tiene menos recursos para hacerle frente a la crianza, es mucho más fácil que se desborde emocionalmente, que aparezca el grito, el golpe, entre otros actos negligentes. Asimismo, las mujeres suelen tener con mayor frecuencia este síndrome. “Esto tiene que ver con la distribución de tareas, asociados a temas de género. Todavía somos las mujeres las que asumimos en mayor medida las tareas de crianza y de cuidado”, destaca Escobar.
Por último, de este estudio también se logró observar la importancia de generar estrategias de regulación emocional. Quienes padecen este síndrome de Burnout Parental les cuesta transparentarlo a sus cercanos, lo suprimen e intentan negar las afecciones que padecen. “Lo que vimos es que, en la medida de que uno pueda abrir espacios para hablar de lo que le pasa en torno a la paternidad o maternidad podemos prevenir el desarrollo del síndrome, a través de este espacio de autocuidado”, concluye la investigadora.