Uno de cada cinco consultantes de servicios de urgencias presentó consumo de drogas, según un estudio piloto realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad Católica en colaboración con el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).

Chile enfrenta una creciente carga de enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol y otras drogas, pero hasta la fecha solo estudios de 2001 y 2011, impulsados por CONACE, habían abordado este problema.

En países como Estados Unidos, Canadá y Australia, estudios similares han demostrado que un porcentaje significativo de los pacientes que ingresa a los servicios de urgencia se encuentran bajo el efecto de alguna sustancia y que existe una alta prevalencia de consumo problemático en pacientes que consultan por comorbilidades asociadas a este uso.

El “Estudio Piloto del consumo de alcohol y drogas en consultantes de servicios de urgencia” mostró luces sobre la realidad del país, aportando datos concretos y actualizados que resaltan la importancia de abordar el consumo de sustancias en estos espacios sanitarios.

La investigación fue diseñada para estimar la prevalencia del consumo de sustancias en personas que acuden a los servicios de urgencia, así como para identificar posibles áreas de mejora en la atención médica y las políticas de prevención.

La metodología involucró la selección aleatoria de adultos que buscaron atención en dos centros hospitalarios de Santiago durante los meses de mayo y junio de 2022. El proceso incluyó entrevistas, pruebas de detección de alcohol y otras drogas, y la aplicación de cuestionarios para evaluar el consumo de diversas sustancias.

Esta es la droga más utilizada según el estudio

Los resultados son claros: de los 537 pacientes que aceptaron participar del estudio, un 23,76% dio positivo al consumo de drogas en pruebas de orina.

Las sustancias más comunes detectadas fueron:

1. Marihuana (9,7%)

2. Cocaína (7,2%)

3. Benzodiacepinas 4,8%

4. Antidepresivos tricíclicos 4,8%

El hospital 1 destacó por presentar una positividad más alta en las pruebas en orina, alcanzando un 13,3% para la marihuana y un 11,3% para la cocaína, frente al 0,5% y 3,8% del hospital 2, que por sus características recibe a pacientes de mayor nivel socioeconómico.

También se observó una diferencia significativa en la positividad de benzodiazepinas, pero esta fue mayor en el hospital 2 (8.8%) que en el hospital 1 (2.3%).

Consumo de riesgo

El estudio también reveló un preocupante consumo de alcohol, con el 16,4% de los bebedores identificados por el cuestionario AUDIT calificados como consumidores de riesgo moderado o alto.

El uso de marihuana y cocaína, según el cuestionario ASSIST, mostró que el 42,3% y el 58,5%, respectivamente, presentaban un consumo de riesgo moderado o alto.

El trabajo mostró que uno de cada tres de los pacientes que cumplían los criterios para ser derivados a tratamiento consulta médica de adicciones, aceptó recibir ayuda.

“Estamos preocupados sobre qué pasa con las personas que consumen alcohol y otras drogas, cómo podemos acercarnos más a ellos, cómo ponemos a disposición de las personas espacios de acogida y de cuidado”, destacó la directora nacional de SENDA, Natalia Riffo.

La directora nacional de SENDA, Natalia Riffo.

Agregó que “es importante mirar los consumos desde la prevención, el tratamiento y la integración social, y así saber cómo hacemos sinergia para acompañar estos consumos problemáticos desde una perspectiva de salud pública y de un sistema de cuidados”.

Por su parte, la académica de la Escuela de Medicina y líder del proyecto, doctora Paula Margozzini, señaló que “esta base de consumo severo que tenemos es una pirámide que después escala”, enfatizando que “este ciclo de consumo en Chile no es sostenible”.

Sin embargo, enfatizó que este “no es un llamado a la desesperanza, porque en las tendencias de consumo adolescente, pese a que se habían disparado, hemos llegado a una meseta y un poco de caída -en parte impulsada por la pandemia-, pero esto ha ocurrido porque hemos tenido un impacto con la comunicación de riesgo”.

“Para esto se necesita un trabajo constante de SENDA que ha tenido una voz muy presente en los últimos años. Cuando la autoridad sanitaria se apaga o es ambigua le genera ausencia a la población y disminuye la percepción de riesgo, lo que lleva a un aumento en el consumo”, finalizó la académica de Salud Pública UC.

Recomendaciones

Según el informe, los resultados subrayan la urgente necesidad de implementar un sistema de tamizaje y derivación en los servicios de urgencia de adultos, especialmente en el hospital 1, que atiende a una mayor proporción de población vulnerable.

El estudio también hace un llamado a avanzar en la validación de instrumentos más cortos y de autoaplicación digital, así como a desarrollar redes de derivación más efectivas para atender a quienes necesitan tratamiento.

Además, sugiere la implementación de un sistema de vigilancia centinela en hospitales seleccionados y servicios de atención primaria de urgencia para evaluar el consumo de alcohol y otras drogas en la población que acude a los servicios de urgencia, permitiendo una mejor comprensión de las tendencias de consumo y la efectividad de las políticas públicas en esta área.