Hablar de estabilidad democrática es hacer referencia a la confianza ciudadana en puntos claves como el actuar del Congreso Nacional, del gobierno y del Presidente de la República. Aspectos que en Chile muestran rasgos preocupantes, según revela el capítulo Radiografía del Cambio Social, parte del Estudio Longitudinal Social de Chile (Elsoc), que realiza el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes).
El Elsoc, que comenzó en 2016, estudiará durante una década a casi tres mil chilenos, para evaluar cómo piensan y se comportan en relación a temas de conflicto y cohesión social.
Este martes se presentará su tercera entrega, que caracteriza los principales patrones de estabilidad y creencias en la política.
En una escala de 0 a 1, donde 0 es la máxima inestabilidad y 1 el valor más estable, el estudio muestra la variabilidad a lo largo de las tres mediciones realizadas en estos casi tres años. Así, por ejemplo, la confianza en el Presidente tiene un valor de 0,2, es decir, se ubica en un rango de inestabilidad (ver infografía). Lo mismo ocurre con la satisfacción con la democracia, la confianza en el gobierno o el considerar que votar es un deber (0,3 cada uno).
Roberto González, investigador COES-UC, señala que esa inconstancia en los valores democráticos "es algo preocupante".
Que los gobiernos sean evaluados de manera más inestable, tiene lógica, dice, porque depende de su capacidad de ejecutar bien sus objetivos. Sin embargo, cuando es la democracia y la confianza en las instituciones las que están en tela de juicio, habla del deterioro del sistema democrático. "Si la adhesión y el apoyo a la democracia son bajos o volátiles, quiere decir que hay gente dispuesta a apoyarla en ciertos periodos, y en otros está dispuesta a rechazarla. Eso significa que el país es más vulnerable a los gobiernos autoritarios, con líderes más extremos".
¿Existe conciencia sobre esta fragilidad democrática? "Tenemos poca conciencia", afirma. Cuando Chile recuperó la democracia había un apoyo irrestricto a la democracia, "todo el mundo estaba de acuerdo que era algo necesario y valorado", dice González. Pero con las posteriores transformaciones sociales y económicas las expectativas cambiaron. "Hoy hay un gran cuestionamiento con respecto a lo que se le pide a la democracia".
Es así como una población más educada es también una población con más expectativas en el sistema político. "Más escolarización habla de ciudadanos más activos, que cuestionan más. Chile se complejizó, pero también las personas cambiamos", dice.
Entre los aspectos que muestran más estabilidad resaltan "asistir a marchas" (0,9) y "usar redes sociales para opinar" (0,6) y los "movimientos sociales".
Quienes afirman participar "algo" en algún movimiento alcanzó el 26,8% en 2016 y llegó al 31,1% en 2018.
La lectura para el mundo político, dice González, es que socialmente participar en acciones colectivas ha ido adquiriendo más relevancia. "Han entendido que una de las formas de participación política es la participación en movimientos sociales, porque tiene visibilidad e impacto".