Estudio alerta que costa del litoral central se encuentra bajo una seria amenaza por la posibilidad de un tsunami masivo

Foto: Agencia Uno

Basada en las complejidades del terremoto de Illapel en 2015, la investigación del departamento de Geología de la Universidad de Chile, muestra que "queda mucho por hacer" en cuanto a la prevención de riesgos de tsunamis y terremotos en el país.


Un nuevo estudio, publicado en la revista Seismological Research Letters revela lo complejo que fue el terremoto de Illapel del año 2015 en cuanto a las observaciones geomorfológicas (levantamiento, hundimiento y otros efectos en el terreno) y al comparar su impacto con otros tsunamis históricos en la zona.

Inmediatamente ocurrido el terremoto y tsunami de 2015 en la región de Coquimbo, los investigadores recorrieron la zona costera para recoger observaciones de cambios en su geomorfología, como también de las alturas alcanzadas por el tsunami a escala regional.

“Quisimos entender el fenómeno en su complejidad física junto con dimensionar en terreno su impacto en el territorio”, y “así tratar de entender mejor el origen de este evento asociado a la subducción de la placa tectónica de Nazca bajo la Sudamericana” señala Gabriel Easton, autor del estudio y profesor de Geología de la Universidad de Chile.

Pero ¿qué significa que el terremoto fue más complejo? Que el tsunami estudiado se puede concebir como dos tsunamis en uno, asociado a dos principales rupturas sísmicas; uno originado más cerca de la costa, frente a Caleta Sierra-Puerto Oscuro, y otro cerca de la fosa tectónica (en donde se encuentran las placas de Nazca y Sudamericana más lejos de la costa), frente a Punta Lengua de Vaca (bahía de Tongoy).

Lo que explicaría porqué las olas llegaron rápidamente -unos 4-5 minutos después del movimiento- a las áreas más cercanas e impactaron fuertemente a localidades como Caleta Sierra. En cambio, en zonas como Caleta Totoral, ubicada en la costa oeste al sur de Punta Lengua de Vaca, frente a la ruptura sísmica más cercana a la fosa tectónica, el mar llegó unos 12 minutos después del inicio del terremoto.

Por eso, algo que llamó mucho la atención durante la investigación, fueron las observaciones de alzamiento en la costa que indicaban que parte de la ruptura del terremoto de Illapel “habría llegado más al norte de lo que inicialmente se determinó a partir de registros instrumentales, abarcando hasta la zona frente a La Serena” dice José González-Alfaro, coautor y doctor en Geología de la Universidad de Chile.

Pero, lo que fue inesperado fue registrar alturas de inundación de hasta 10-11 m sobre el nivel del mar en varias localidades en la costa suroeste de Punta Lengua de Vaca, “que atribuimos a la complejidad de la ruptura sísmica que fue capaz de romper hasta la fosa tectónica (es decir, el contacto entre las dos placas, ubicado unos 90 km mar adentro)”, explica Easton.

Lo que produjo un levantamiento del piso marino del orden de 3 a 4 m, según algunos modelos, “lo que explicaría un gran pulso de tsunami por la deformación de la columna de agua ubicada justo encima” añade.

De aquí, que los investigadores plantean la importancia de la consideración de complejidades en la ruptura sísmica de los terremotos para una apropiada evaluación de peligro de tsunamis, terremotos de magnitud moderada a fuerte como el de 2015.

¿Qué son las complejidades en las rupturas sísmicas?

Refiere a que los terremotos, si bien comienzan en un punto denominado hipocentro, en este caso ubicado en el contacto entre las placas tectónicas, “se extienden a lo largo y ancho de dicho contacto, lo que se conoce como ruptura sísmica. Esta última es producida por el deslizamiento entre las placas, y este deslizamiento no es homogéneo, pues siempre hay partes que deslizan más y otras que deslizan menos”, dice González.

Específicamente en el movimiento analizado, hubo dos zonas importantes que se movieron mucho. Una que deslizó en la parte más profunda del contacto, cercana a la costa, y otra que deslizó en la parte más superficial, cercana a la fosa. “Esto no es muy común en terremotos como el de Illapel ya que, por lo general, la ruptura se limita solo a las partes superficiales o solo a las partes profundas del contacto entre las placas tectónicas”, añade el investigador.

También evidenciaron que el tsunami del 2015 no es el primero de su tipo, sino que otros importantes tsunamis que han afectado a Coquimbo en 1922 y 1877, registraron alturas de inundación de hasta unos 7 y 3-5 m sobre el nivel del mar, respectivamente, siendo siempre el barrio portuario Baquedano el más fuertemente impactado.

En ambos casos, los terremotos que lo generaron ocurrieron al norte, es decir, no frente a la región de Coquimbo, sino frente a la región Atacama (1922) e Iquique-Mejillones (1877).

“Nuestro estudio muestra la necesidad de considerar complejidades en la ruptura sísmica durante terremotos generados en el contacto entre las placas tectónicas de Nazca bajo la Sudamericana, pues terremotos de magnitud moderada a fuerte como el de 2015 -de magnitud 8,3- pueden generar localmente alturas de inundación más sistemáticamente observadas o asociadas a terremotos gigantes, de mayor magnitud, como el del Maule en 2010 -de magnitud 8,8-” explica Easton.

Lo que enfatiza la necesidad de un enfoque multisectorial para avanzar en la reducción de riesgos y desastres, con mayores capacidades de monitoreo sísmico y de tsunamis, pero también educación y participación efectiva de la población en instancias de intercambio de conocimiento y decisiones de planificación territorial. “Si bien se ha avanzado en parte en esta materia, aún hay mucho por hacer, no solo en las grandes ciudades, sino especialmente en las numerosas pequeñas localidades a lo largo de la costa de nuestro país” añade el investigador.

Tsunamis prehistóricos

El estudio también mostró, a través de la revisión de crónicas de periódicos y el hallazgo de registros, que en la zona costera de la Región de Coquimbo, específicamente en Tongoy, se produjeron tsunamis prehistóricos (o paleotsunami), o sea, antes de que existiesen registros.

“Nos impresionó el descubrimiento en el Estero Tongoy de depósitos de tsunamis prehistóricos que fechamos cerca de los años 1108, 1346 y 1420-1450 de nuestra era” señala González-Alfaro.

Es posible que este último evento de paleotsunami sea el mismo registrado históricamente en Japón, como el tsunami huérfano de Ouei, del 7 de septiembre de 1420. “Lo que sugiere la ocurrencia de un gran terremoto en esa fecha en el norte de nuestro país, que generó un tsunami que llegó a impactar las costas de Japón” comenta Easton.

Pero, además, señala que no se puede descartar que este registro en Tongoy corresponda a un gran evento de un terremoto ocurrido en torno al año 1450, cuya magnitud se ha estimado en 9,4, originado en la fosa tectónica de Tonga-Kermadec, al otro lado del Pacífico. “Es decir, un evento mucho mayor al tsunami generado durante la erupción del volcán Hunga Tonga el 14 de enero recién pasado, que se propagó a través del Pacífico y llegó a impactar las costas de nuestro país”.

“En ese sentido, sería el primer hallazgo de este tipo, de un tsunami prehistórico originado al otro lado del Pacífico que podría haber impactado fuertemente nuestras costas, lo que por cierto debiese ser considerado también en futuras evaluaciones de peligro de tsunami” enfatiza el profesor de Geología.

Con esta información los investigadores buscan enfatizar la importancia de la consideración de fuentes de tsunamis no solo de campo cercano (originado justo frente a las costas), sino también de campo lejano, en la evaluación de peligro de tsunamis en la región.

Refiriéndose a los eventos que ocurren en el norte del país y generan tsunamis capaces de impactar fuertemente otras regiones tales como en Coquimbo y Tongoy, como también tsunamis trans-oceánicos, a partir de paleoeventos que han ocurrido al otro lado del Pacífico, en la fosa tectónica de Tonga-Kermadec en donde la placa Pacífico subducta bajo la placa Australiana.

Ausencia de tsunamis

Otro punto relevante que se planteó en la investigación, es que el evento de terremoto-tsunami de Illapel en 2015 llenó solo localmente y parcialmente la brecha (ausencia) de tsunamis de Chile central, en donde el último gran evento que generó un tsunami masivo ocurrió en el año 1730.

Por esta razón nombraron al litoral central, que comprende al menos la costa de Los Vilos-Valparaíso-San Antonio-Navidad, como un tsunami gap (brecha o ausencia de tsunami), es decir, una zona que no ha sido afectada por un gran tsunami generado frente a la misma región en tiempos históricos recientes.

Del mismo modo, plantearon que un tsunami gap importante se encuentra frente a Taltal, en donde no se tienen registros de eventos de grandes tsunamis históricos generados justo frente a esa localidad, pero sí de grandes eventos prehistóricos.

“El que sean zonas en donde desde hace siglos no ha ocurrido un tsunami masivo no quiere decir que sea una zona libre de tsunamis, sino todo lo contrario. Es una zona en donde, a medida que pasan los años, va aumentando la probabilidad de que frente a ella se genere un gran tsunami gatillado por un terremoto de gran magnitud en el contacto entre las placas tectónicas” señala González.

Fotografía tsunami 2015

Además, tsunamis provenientes desde otros lugares pueden afectar igualmente a estas zonas de tsunami gap. Como por ejemplo los tsunamis de 1877 y 1922, y “terremotos que ocurren en el otro extremo del Océano Pacífico, como el de Japón en 2011, pueden generar tsunamis que lleguen hasta nuestras costas, independiente de que sea o no sea una zona de ausencia de tsunamis” añade el doctor en geología.

Se podría repetir

Lo ocurrido en Illapel podría ocurrir en otras zonas de Chile. “De hecho, la ruptura sísmica del terremoto del Maule de 2010 fue compleja y el tsunami generado también tuvo un comportamiento fuera de lo común, quizás asociado esa complejidad. Lo inesperado en el caso del terremoto de 2015, fue lo rápido que llegó el tsunami a algunas localidades y las altas alturas de inundación que alcanzó en otras, más comúnmente producidas por terremotos gigantes de gran magnitud” señala González-Alfaro.

Por lo mismo, la costa del litoral central se encuentra bajo una seria amenaza por la posibilidad de un tsunami masivo.

Esto al considerar que según Easton, el terremoto del 27F de alguna manera habría contribuido a la generación del terremoto de Illapel, cuyo tsunami cerró solo parcialmente la brecha de tsunami de Chile central. “Esto implica redoblar los esfuerzos de prevención ante este serio escenario, puesto que hablamos de una brecha madura, en que la comunidad científica espera un terremoto y tsunami masivo”.

Del mismo modo, Taltal se encuentra en una zona en que no hay registros históricos de grandes tsunamis generados justo frente a esas costas, pero sí en tiempos prehistóricos, “lo que también amerita una atención especial, sin descuidar por cierto el resto del borde costero del país. Los tsunamis son parte de nuestra historia y los registros de paleotsunamis están mostrando cada vez más que han sido también parte importante de nuestra prehistoria” concluye el profesor de geología.

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