Vicente (21) es estudiante de ingeniería. Es de los que "almuerza" cuando llega a su casa, al final de la jornada. El día lo pasa a galletas, completos, churrascos, handroll o chaparritas. No le gusta llevar comida preparada, le molesta andar con un pote o lonchera, tampoco le gusta comer en el casino. ¿Verduras? Solo cuando están listas y aliñadas sobre la mesa. ¿Fruta? Plátanos y naranjas, pero si alguien prepara tutifruti es capaz de comerse una fuente entera.
Un reciente estudio publicado en la Revista Chilena de Nutrición, muestra que los jóvenes universitarios chilenos se alimentan mal y que apenas cumplen con las recomendaciones internacionales respecto del consumo de frutas, verduras y legumbres.
Una encuesta realizada a 1.454 estudiantes de seis universidades a lo largo del país, mostró que solo un 6% de los estudiantes consume tres porciones de fruta al día, un 28% cumple con las dos porciones de verduras diarias y apenas el 7% con la de legumbres tres veces a la semana.
Samuel Durán, nutricionista y académico de la Universidad San Sebastián y quien lideró el estudio, señala que "el consumo de frutas, verduras y legumbres, por ser ricos en vitaminas C, fibra, vitamina E y carotenoides y antioxidantes en general, disminuyen el riesgo cardiovascular, ayudan a mantener el peso y disminuyen la mortalidad general, muchos estudios en distintas partes del mundo han demostrado eso".
Según él, el bajo consumo de estos tres tipos de alimento probablemente tiene que ver con las barreras que hay dentro de las universidades, con el acceso a frutas y verduras en estas instituciones. "Las universidades tienen máquinas dispensadoras de snacks, galletas, dulces y bebidas, pero no hay acceso a frutas. Las frutas y las verduras están dentro de los casinos y hay platos diferenciados. Quienes compran con la tarjeta de la Junaeb compran el plato más económico, y ese menú incluye el plato de fondo, jugo y pan, pero no ensalada ni fruta. Es más caro", señala Durán.
Los kioscos y casinos universitarios tampoco son sanos y ofrecen, al igual que los locales que están cerca de las casas de estudio, comida chatarra y promociones baratas y llenadoras.
Fernando Vio, profesor titular del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, también cree que los estudiantes universitarios se alimentan mal por no tener acceso a alimentos saludables. "Solo tienen acceso a comida rápida que les venden a bajo precio. Es un clásico el almuerzo de una bebida gaseosa más un completo por $1000 o $1200. El bono Junaeb se ocupa muchas veces en comida rápida no saludable por falta de supervisión de la venta de menús que sean realmente saludables", dice.
Peor que los adultos
En la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017) se consultó por las personas que cumplían con la recomendación de las cinco porciones de frutas y verduras al día. ¿El resultado? Solo el 15% de la población de más de 15 años, la cumple. Si esta recomendación (3+2) se aplica a los jóvenes universitarios, el porcentaje de cumplimiento llega apenas al 3,7%.
"En todas las encuestas aparece que los jóvenes consumen muy pocas frutas y verduras, como lo demuestran las dos últimas Encuestas Nacionales de Salud 2010 y 2016/2017, lo cual es muy preocupante por varias razones", agrega Vio.
En primer lugar, si no comen frutas y verduras cuando jóvenes es muy probable que no formen el hábito y continúen sin consumir frutas y verduras durante toda su vida, con el consiguiente daño a su salud. En segundo término, el alimentarse mal lleva a que tengan un menor rendimiento académico y un mayor número de episodios de enfermedades, especialmente respiratorias, mientras estén en la universidad, dice el académico del INTA.
Por último, menciona que "las posibilidades de aumentar su peso llegando al sobrepeso y obesidad van a ser mayores". Es más, "en la universidad los estudiantes aumentan de peso por alimentarse con comida rápida y alimentos procesados, con un bajísimo o inexistente consumo de frutas y verduras", insiste.
Un ejemplo de la mala alimentación que tienen los universitarios fue evidenciado por un estudio realizado por la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Mayor hace tres años. Según esta investigación, los jóvenes pueden subir entre uno y dos kilos por año producto de los malos hábitos que adquieren mientras están estudiando. Entre su primer año de carrera y el tercero, los jóvenes muestran una diferencia de peso de 3,3 kilos, es decir, un alza promedio de 1,1 kilo por año como mínimo. El trabajo, no encontró diferencias entre hombres y mujeres, ni en el tipo de carrera.
Un joven normopeso de 75 kilos, sedentario, necesita entre 1.800 y 2.000 calorías, pero un solo completo tiene 350 calorías y no se comen uno de almuerzo si no dos acompañado de bebidas azucarada. Entonces, en esa sola comida ya tiene poco más de la mitad de las calorías que necesita al día, señala como ejemplo Alonso.