En el año 2016 se generó el mayor desastre acuícola registrado en el mundo. Factores como condiciones climáticas inusuales y la presencia de una microalga potencialmente ictiotóxica terminaron con la vida de miles de salmones en el sector de Seno Reloncaví, en la Región de Los Lagos. Este evento se considera la mayor mortalidad de peces de piscifactoría jamás registrada, con pérdidas estimadas en 100 mil toneladas métricas de peces y más de 800 millones de dólares, un 15% de la producción anual estimada para ese año en Chile.
El sector de Reloncaví, al norte de la Isla Grande de Chiloé, poco a poco se recupera de los efectos del flagelado ictiotóxico Pseudochattonella verruculosa sobre los centros acuícolas. De forma paralela, un equipo interdisciplinario de científicos se dedicó a estudiar cuáles fueron los factores que gatillaron este desastre ambiental. ¿Qué sucedió realmente en ese año?
Una investigación, encabezada por el Dr. Jorge Mardones, biólogo marino del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) y del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad de Chile (UACh) abordó diversos parámetros para definir las causantes de lo sucedido en 2016: oceanografía con dispersión de partículas mediante modelación matemática, aspectos bioquímicos (ej., producción de potenciales agentes tóxicos como ácidos grasos libres y sustancias reactivas de oxígeno), cultivo celular in vitro de la microalga para determinar tasas de crecimiento y ciclo de vida e histología de peces afectados durante el bloom.
El trabajo definió cuatro puntos clave que explicarían la mortandad de peces en ese entonces:
1) Condiciones climáticas extremas (El Niño Godzilla de 2016);
2) Un bloom de una microalga con un ciclo de vida complejo y que desarrolló densidades celulares que probablemente fueron subestimadas durante el periodo de floración;
3) Programas de monitoreo y sistemas de mitigación poco preparados para la situación;
4) Una tasa de recambio de agua muy baja, lo que probablemente agravó la situación del Seno Reloncaví y alrededores.
El investigador asegura que aquel año, las condiciones climáticas acontecidas en el sur de Chile fueron inusuales. “En 2016 fue extremadamente caluroso por el fenómeno de El Niño, potenciado además por el Anticiclón del Pacífico, que se desplazó hacia el sur, generando que las aguas estuvieran por una mayor cantidad de tiempo retenidas en ese sector debido a la componente Sur-Norte de los vientos. Las anomalías de un evento climático ambiental que eleve la temperatura son mucho más notorias en ecosistemas semi cerrados”, comenta.
Estas anomalías ambientales produjeron una fuerte estratificación de la columna de agua, que durante varias semanas estimuló en el Seno Reloncaví el desarrollo del bloom de P. verruculosa, un organismo que burló los sistemas de monitoreo de la industria acuícola. “Entre 2004 y 2015, la taxonomía de este flagelado no se conocía mayormente, incluso se identificaba como el género Chattonella. Esta célula posee una gran plasticidad morfológica durante su ciclo de vida, por lo que se necesita bastante experiencia para poder pesquisarla”, explica el Dr. Mardones.
La falta de información de ese entonces sobre P. verruculosa derivó a otro de los puntos presentados por el estudio: las estrategias de mitigación de la salmonicultura fueron ineficientes ante el bloom de este organismo. Medidas como cortinas de burbujas y/o aireación por surgencia no tuvieron la eficacia esperada, siendo el traslado de peces y el cese de alimentación las únicas medidas que ayudaron a palear levemente las masivas mortalidades.
Sin embargo, según el estudio, un factor de potencial relevancia con lo sucedido en el 2016 tiene relación con que el Seno Reloncaví, al igual que varios fiordos presentes en la Región de Los Lagos, tiene una baja tasa de recambio de agua. “Estos ecosistemas tienden a retener el agua durante un periodo de entre 120 a 200 días, a diferencia de otros sectores donde el intercambio de agua es más dinámico”, explica el Dr. Mardones.
El equipo de científicos estimó la tasa de recambio de agua de todo el sector de Isla Grande de Chiloé y norte de la Región de Aysén, encontrando similares características en los fiordos Riñihue y Comau, mismos lugares donde se desarrollaron bloom de algas nocivas en el año 1988 y en abril de este 2021, lo que abre importantes preguntas acerca del rol que juega esta variable en eventos de estas características.
“Es importante destacar que estos fenómenos son altamente complejos por lo que para poder explicar una floración de esta magnitud hay que ir más allá de respuestas simples que atribuyen la responsabilidad a una variable en particular. Lo que pretende esta investigación es sentar las bases para seguir estudiando qué sucede con estos procesos biológicos, sobre todo en un contexto de cambio climático y a nivel de producción industrial”, concluye el investigador.
Puede leer el estudio completo en este enlace.