La lógica de la naturaleza humana dice que, al igual que la mayoría de las plantas y los animales, debemos regular nuestra actividad con la luz del sol. Así, nos despertamos al alba y nos dormimos cuando el sol se esconde, pero en la práctica, sabemos que esto pocas veces ocurre.
El problema es que cuando este desorden es mucho, el cuerpo humano se descontrola a tal punto que se producen cambios importantes que impactan negativamente en la salud.
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad Bernardo O’Higgins evidenció la directa relación que existe entre estudiantes universitarios que realizan preferentemente sus actividades durante la noche, se acuestan y despiertan tarde, y una propensión a acumular grasa corporal. Pero eso no es todo, estos jóvenes también tuvieron un menor rendimiento académico.
Macarena Valladares, doctora en Nutrición y Alimentos, académica de la Facultad de Salud de esta casa de estudios y líder de estudio explica que el aumento de peso no solo tiene relación con la alimentación sino con los horarios en los que comemos y realizamos nuestras actividades diarias. “Todos los ciclos que ocurren en nuestro organismos que dependen de la luz y la oscuridad como dormir y comer, tienen relación también con los procesos y la generación de hormonas durante el día, hormonas que nos ayudan a metabolizar lo que comemos”, señala.
El estudio, analizó los datos de 768 jóvenes universitarios con un promedio de 25 años de edad y evaluó la asociación entre obesidad (según el Índice de Masa Corporal o IMC), factores genéticos, conducta alimentaria (relación con la comida) y lo que se llama “cronotipo” o “ritmos circadianos”, es decir, las actividades del día y el horario en que se realizan. Los resultados, se vincularon después con el rendimiento académico.
Esta es la primera vez que se muestra una asociación entre cronotipo y medidas antropométricas en la población chilena. ¿El resultado? El cronotipo trasnochador se relaciona a mayor perímetro de cintura (en hombres) y mayor porcentaje de grasa (en mujeres).
“Cuando el cronotipo está desregulado, vimos alteraciones metabólicas, aumento de peso, más porcentaje de grasa y peor rendimiento académico. La luz del sol está relacionada con la secreción de hormonas. Por ejemplo, cuando disminuye la luz, se comienza a secretar melatonina que es la hormona que nos regula el sueño. Los que se duermen muy tarde, tienen una alteración de esta hormona”, explica Valladares.
Este tipo de estudiantes tienen también falta de concentración, les cuesta llegar en la mañana a las clases y están todo ese tiempo con problemas de atención. “Son estudiantes que generalmente no toman desayuno porque comieron hasta última hora en la noche. “Despiertan” recién después de almuerzo. Las personas que comen más de noche, también tienen alteraciones con otras hormonas como la grelina y la leptina que son las que estimulan las ganas de comer, entonces no sienten hambre en la mañana, pero pasan las horas del día y empiezan a sentir más ganas de comer y hacen grandes comidas después de las 12 de la noche”, indica la especialista.
Las encuestas que realizaron incluían pregunta como las horas en que se acostaban y levantaban, los horarios en los que están más activos.
Según Valladares, este trabajo también se puede extrapolar al resto de la población, por lo que el cronotipo trasnochador es perjudicial en todas las edades.
Un aspecto que se suma en el caso de los universitarios son las largas jornadas de estudio y el poco tiempo para alimentarse bien, por lo que suelen comer más comida chatarra o rápida de preparar. “Varios viven solos y ya no tienen a la familia que se preocupe de lo que comen durante el día como cuando estaban en el colegio”, agrega.
Estos resultados concuerdan con otros estudios relacionados, donde aspectos de la regulación de los “ciclos circadianos” como cantidad y calidad del sueño o el “cronotipo” se asocian al desarrollo de enfermedades metabólicas debido a que podrían alterar funciones cerebrales involucradas en el control del apetito, lo que generaría aumento de la ingesta energética.
Además, se encontró asociación entre factores genéticos (gen de leptina y CLOCK) y conducta alimentaria, este elemento puede entonces ser considerado como un factor de riesgo necesario de considerar en el manejo de la obesidad y de patologías derivadas de la conducta alimentaria alterada”, concluye la académica.
El próximo paso será estudiar las causas directas del aumento de peso y analizar en profundidad qué es lo que se altera en los jóvenes que tienen el cronotipo desregulado.