Un estudio del Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), junto a otras entidades, descubrió una dramática situación que afecta a zonas nivales y glaciares en Chile.
Analizando el comportamiento temporal entre las latitudes correspondientes a las regiones Metropolitana y de Valparaíso, los investigadores concluyeron que una de las zonas más afectadas es la cordillera de los Andes, además de zonas con vegetación como bosques.
Luego de un exhaustivo análisis, concluyeron que la temperatura de las zonas nivales y glaciares sigue aumentando. Añadiendo que esto es preocupante debido a que se trata del principal punto de abastecimiento de agua para Santiago.
Alertan que temperatura de la superficie de la cordillera está aumentando amenazando suministro de agua de Santiago y Valparaíso
La investigación, titulada “Comportamiento espacio-temporal de las temperaturas superficiales terrestres (LST) en Chile central, utilizando imágenes MODIS de Terra”, fue elaborada también por la Universidad Católica, el Laboratorio de Investigación en Ciencias Ambientales (Lares) de la Universidad de Chile y el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Escuela de Minas de Colorado (EE.UU.), entre otros.
Sostiene que la temperatura superficial terrestre (TST) es una de las variables más importantes en los procesos físicos de energía superficial y balance hídrico en nuestro país.
Para llegaron a los resultados expuestos, se analizó el comportamiento temporal de la TST entre las latitudes 32°00′ S y 34°24′ S (regiones de Valparaíso y Metropolitana de Chile) durante tres meses de verano (diciembre, enero y febrero) en el período 2000-2017, utilizando la información de imágenes MODIS de Terra y aplicando el test de Mann-Kendall.
Los académicos a cargo del estudio fueron: Pedro Muñoz-Aguayo, Luis Morales-Salinas, Roberto Pizarro, Alfredo Ibáñez, Claudia Sangüesa, Guillermo Fuentes-Jaque, Cristóbal Toledo y Pablo García-Chevesich.
Este último, académico de la Escuela de Minas de Colorado y miembro del Programa Hidrológico Intergubernamental de Unesco, señala que básicamente, se concluyó que las temperaturas superficiales en el área de estudio se han incrementado significativamente, siendo los mayores incrementos en zonas de alta montaña durante los meses de verano (un área de más de 5 mil km2).
Concretamente, en la alta montaña (glaciares y niveles eternas) se observó el mayor incremento, con un promedio de 0.3 C/año (ver gráfico a continuación).
“Las implicancias del estudio son de proporciones épicas, pues todo lo que tiene mayor temperatura implica más evaporación y más consumo de agua. Por ejemplo, si se trata de cuerpos de agua, definitivamente habrá más evaporación. Si se trata de cultivos agrícolas, se necesitará más agua, pues las plantas van a transpirar más. Para el caso de bosques, pastizales, arbustos, habrá más riesgo de incendios, etc.”, indica García-Chevesich.
“Esto se traduce en que se esperan mayores tasas de derretimiento glaciar, lo cual influye directamente en el abastecimiento de agua durante períodos estivales”, añade García-Chevesich.
Revela la dramática situación de zonas nivales y glaciares en Chile
Los resultados muestran un aumento en el área de estudio, particularmente en la cordillera de los Andes en enero (5240 km 2 ), que comprende áreas desprovistas de vegetación y nieves eternas y glaciares, y son zonas que actúan como reservas de agua para la ciudad capital de Santiago.
De manera similar, las áreas con vegetación como bosques, pastizales y matorrales también muestran tendencias crecientes, pero sobre superficies más pequeñas. Debido a que este estudio es regional, se recomienda mejorar las resoluciones espaciales y temporales de las imágenes para obtener conclusiones a escalas más locales, indican los responsables del análisis.
García-Chevesich establece que como en todo el planeta, “los glaciares en Chile están retrocediendo a pasos nunca antes vistos. De hecho, según Gino Cassasa (el principal glaciólogo en Chile y recientemente nombrado director del Inach), la totalidad de los glaciares en nuestro territorio están retrocediendo, con excepción de los glaciares subterráneos, que se han mostrado más estables”.
“Esto es preocupante porque son los glaciares los que proveen el agua de los ríos en al menos la mitad del año; si los glaciares desaparecen, también desaparecen los ríos que se alimentaban de dichos glaciares de cabecera”, sostiene García-Chevesich.
¿Hay algo que hacer al respecto? “Por supuesto, algo que en Chile no se ha desarrollado aún y que debería hacerse. Se trata de modelación hidrológica, que considere el futuro (cambio climático y consumo de agua). Para eso, hay que instrumentar fuertemente las cuencas (pues para desarrollar modelos precisos se necesitan datos) y destinar muchos fondos para que las instituciones que realizan investigación hidrológica puedan desarrollar dichos modelos”, explica este último.
“Con estos modelos uno puede predecir lo que va a pasar en 10, 30, 50, 100 años, considerando los impactos que tenga el cambio climático (clima, derretimiento glaciar, temperaturas) y los futuros consumos relacionados con distintas actividades humanas (por ejemplo, establecer 50, 100, 105 hectáreas de cultivos de guindos, o de paltas, o de lechugas), para así determinar cuándo una cuenca en particular se va a quedar sin agua y qué soluciones podrían realizarse antes que aparezca el problema (en hidrología, la mejor forma de enfrentar los problemas es previniéndolos)”, adiciona García-Chevesich.
También se puede alimentar el modelo con importación de agua, desalación, eficiencia, entre otros. “Por ejemplo, si se hubiesen desarrollado estos modelos en Aculeo hace 15 años, jamás se habría autorizado el desvío total de sus afluentes, el establecimiento de cultivos de alta demanda o de miles de parcelas de agrado con césped. Estamos en Chile en pañales en este tema y es importante que se desarrolle”, finaliza García-Chevesich.