La hora en que comemos es fundamental para regular nuestro reloj biológico, conocido como ritmo circadiano. El ritmo circadiano es un reloj biológico interno que regula diversos procesos fisiológicos y comportamientos en un ciclo aproximado de 24 horas. Este intrincado mecanismo está influenciado por factores ambientales, siendo la luz y la oscuridad los principales reguladores.
Además de la luz, el ciclo diario de ingesta de alimentos, alternado con períodos de ayuno, sincroniza los relojes biológicos periféricos, ubicados en diversos órganos y tejidos del cuerpo. La salud cardiovascular, un pilar fundamental de nuestro bienestar, está íntimamente vinculada a la precisión y coordinación de estos relojes biológicos.
Estudios han revelado que el ritmo circadiano influye en factores cruciales para la salud del corazón, como la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la respuesta a factores de riesgo cardiovascular.
Estudio dice los horarios exactos en que debes comer para evitar ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares
Un nuevo estudio publicado en Nature Communications ha revelado que la hora a la que comemos podría influir en nuestro riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Sugiere que realizar la primera o la última comida tardía se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. También parece que un ayuno nocturno más prolongado se asocia con un riesgo reducido de enfermedad cerebrovascular como el accidente cerebrovascular.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo según el estudio Global Burden of Disease, con 18,6 millones de muertes anuales en 2019, de las cuales alrededor de 7,9 son atribuibles a la dieta.
Esto evidencia que la dieta es fundamental en el desarrollo y progresión de estas enfermedades. En el pulso acelerado de la vida moderna, marcado por horarios agitados y demandas constantes, los hábitos alimenticios han experimentado un cambio significativo, y no siempre para bien. Uno de los desafíos más notorios es la prevalencia de patrones poco saludables, entre ellos, el hábito de saltarse comidas, como el desayuno, o de cenar tarde en la noche.
El desayuno, considerado el combustible esencial para iniciar el día, a menudo queda relegado a un segundo plano en la rutina diaria de muchos. Las prisas matutinas y la creencia errónea de que saltarse esta comida puede ayudar en la gestión del peso han contribuido a la disminución de su importancia percibida. Sin embargo, la ciencia sugiere que esta omisión puede tener repercusiones en la salud cardiovascular.
El estudio demostró que las personas que comen la primera comida más tarde en el día (como saltarse el desayuno) se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, con un aumento del 6% en el riesgo por hora de retraso. Por ejemplo, una persona que come por primera vez a las 9 de la mañana tiene un 6% más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular que alguien que come a las 8 de la mañana.
En lo que respecta a la última comida del día, comer tarde (después de las 9 de la noche) se asocia con un aumento del 28% en el riesgo de enfermedad cerebrovascular, como un accidente cerebrovascular, en comparación con comer antes de las 8 p.m., particularmente en las mujeres.
Por último, una mayor duración del ayuno nocturno (el tiempo entre la última comida del día y la primera comida del día siguiente) se asocia con un riesgo reducido de enfermedad cerebrovascular, lo que respalda la idea de comer antes la primera y la última comida en el día.
Para obtener estos datos los científicos utilizaron datos de más de 103 mil participantes con una edad promedio de 42 años y donde la mayoría fueron mujeres (79%). Estudiaron las asociaciones entre los patrones de ingesta de alimentos y las enfermedades cardiovasculares, y para reducir el riesgo de posible sesgo, tuvieron en cuenta una gran cantidad de factores, entre ellos sociodemográficos (edad, sexo, situación familiar, etc), calidad nutricional de la dieta, estilo de vida y ciclo del sueño.
La conexión entre estos patrones alimenticios poco saludables y la salud cardiovascular refuerza la importancia de reconsiderar nuestros hábitos cotidianos. “Estos hallazgos, que deben replicarse en otras cohortes y mediante estudios científicos adicionales con diferentes diseños, resaltan un papel potencial del horario de las comidas en la prevención de enfermedades cardiovasculares”, señalaron los autores en un comunicado.
En un mundo donde el tiempo es un recurso precioso, dedicar atención a la nutrición y a la sincronización de los ciclos de alimentación/ayuno puede ser una inversión crucial para preservar la salud del corazón en medio del frenesí del estilo de vida contemporáneo. Adoptar el hábito de realizar la primera y la última comida más temprano con un período más prolongado de ayuno nocturno podría ayudar a prevenir el riesgo de enfermedad cardiovascular.