La cantidad de plástico que ingresará anualmente al océano aumentará de 11 millones a 29 millones de toneladas métricas dentro de los próximos veinte años, lo que equivale a alrededor de 50 kilos de este material por cada metro de costa a nivel mundial. Esto quiere decir que, si no se toman medidas urgentes, el flujo de plásticos al océano podría triplicarse en las próximas dos décadas. Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio Rompiendo la Ola de Plástico: Una evaluación integral acerca de las vías para frenar la contaminación del océano por plástico, desarrollado por The Pew Charitable Trusts y SYSTEMIQ, empresa fundada para desarrollar modelos de economía circular con miras a alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
“Nuestros hallazgos sobre la contaminación por plástico evidencian resultados terribles para nuestro océano si continuamos actuando como hasta ahora”, dice el informe. “A menos que la cadena de valor de plásticos se transforme dentro de las próximas dos décadas, los riesgos combinados para las especies y ecosistemas marinos, nuestro clima, nuestra economía y nuestras comunidades se volverán todos inmanejables”, agrega.
La investigación -en la que colaboraron las universidades de Oxford y de Leeds, Common Seas y la Fundación Ellen MacArthur- advierte que los plásticos permanecen en el océano durante cientos de años y existe la posibilidad de que nunca se biodegraden. Como consecuencia de esto, la cantidad de este material acumulada en el océano para el año 2040 podría alcanzar 600 millones de toneladas, lo que equivale al peso de más de 3 millones de ballenas azules, el animal más grande del planeta y una de las especies emblemáticas que es posible avistar en diversos puntos a lo largo de la costa chilena.
El informe también explica que la crisis provocada por el Covid-19 añadió desafíos extra en la batalla contra la contaminación del océano por plástico, ya que, según la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, el consumo de plásticos de un solo uso aumentó durante la pandemia. En esa línea, diversas publicaciones han registrado cientos de mascarillas arrojadas al océano.
A pesar de que ampliar el reciclaje resulta sumamente importante, frenar la contaminación por plástico al capturar todos los materiales plásticos en el proceso de reciclado resulta imposible, tanto técnica como financieramente.
Aunque cada vez existe mayor conciencia ciudadana sobre este problema y que se ha progresado en abordar el desafío global del plástico -en el plano local, especialmente con políticas públicas y diversas iniciativas ciudadanas, como la limpieza de playas y reservas marinas-, en el informe se concluye que los compromisos actuales de los gobiernos y la industria reducirán la cantidad de plástico que llega al océano solamente en un 7 % para el año 2040. Esto, porque mientras aumentan los esfuerzos para detener este tipo de contaminación, el informe señala que, en la vereda del frente, la producción de plástico global está en un ritmo creciente de 40 por ciento para el año 2030.
El estudio describe algunas estrategias e instrumentos que los consumidores, las empresas y los gobiernos debieran seguir para impulsar este cambio. Sobre este punto, en los últimos cinco años, el país ha dado algunos pasos en la dirección que señala el informe. En junio de 2016, se promulgó la Ley REP, que tiene como objetivo disminuir la generación de residuos al promover la reutilización y el reciclaje a través de la responsabilidad extendida al productor. A esta ley, sin embargo, le faltan algunos reglamentos. Luego, en octubre de 2017, la Presidenta Bachelet firmó el proyecto de Ley que prohibió las bolsas plásticas en 102 comunas costeras del país, y en agosto de 2018 se amplió la norma a la prohibición de la entrega de bolsas plásticas del comercio en todo el país. Y hace dos semanas, el Senado aprobó el proyecto que limita los plásticos de un solo uso, que son aquellos que justamente se han disparado durante la cuarentena.
Desde lo ambiental, económico y social, una reducción en la producción de plástico —a través de la eliminación, oferta más amplia de opciones para la reutilización por consumidores o nuevos modelos de prestación— resulta ser la solución más atractiva. Ofrece la mayor reducción de contaminación por plástico, por lo general se ve traducida en ahorros netos y otorga la mayor oportunidad de mitigación de emisiones de GEI.
Sobre el rol de los consumidores, el estudio concluye que la demanda de este público ha tenido y seguirá teniendo un rol catalizador en la aceleración de estos cambios. “Cuando los consumidores expresan sus preferencias por productos o servicios más sostenibles ayudan a crear argumentos comerciales para aumentar las reducciones de plástico y el reciclaje, y pueden motivar a las empresas a avanzar mucho más que lo que marcan las responsabilidades legales y reglamentarias al abordar la contaminación por plástico”.
Según este informe, a la sociedad civil le caben varios roles relevantes en el escenario actual. Por ejemplo, actuar como guardiana para hacer reaccionar a los gobiernos, empresas e instituciones; actuar como defensora, concientizar y ejercer influencia para la creación de normativas más estrictas y coordinar investigaciones y activarse mediante la ciencia ciudadana. En este contexto de contaminación, diferentes instancias de la sociedad civil están actuando de la siguiente manera: haciendo investigación y monitoreo para crear la evidencia para las acciones políticas y corporativas, y creando campañas comunicacionales para relevar el asunto como de alto perfil para quienes definen políticas y empresas, y desarrollar al máximo compromisos más firmes de consumidores.
Estrategia de cambio
El estudio Rompiendo la Ola de Plástico identifica ocho medidas que, en conjunto, podrían reducir cerca del 80 % de la contaminación anual del océano por plástico para el año 2040, con el uso de tecnologías y soluciones disponibles en la actualidad.
Según Tom Dillon, vicepresidente de ambiente de Pew, existe una única solución a la contaminación del océano por plástico, pero “por medio de acciones veloces y acordadas, podemos romper la ola de plástico”. Agregó que tal como se indica en este informe, “podemos invertir en un futuro con menos residuos, mejores resultados en salud, mayor cantidad de puestos de trabajo y en un ambiente más limpio y resiliente para las personas y la naturaleza”.
Además de mejorar la salud del océano, incorporar los cambios señalados en el informe podría favorecer que los gobiernos ahorren USD 70 mil millones para el 2040, en comparación al escenario base, y reducir en 25 % las emisiones de gases de efecto invernadero anuales esperadas y que guardan relación con plásticos. Además, permitiría crear 700.000 puestos de trabajo.
“Nuestros resultados indican que la crisis del plástico tiene solución. Nos tardó una generación crear este problema y en este informe se demuestra que podemos solucionarlo en una generación”, comentó Martin Stuchtey, fundador de SYSTEMIQ.
“Romper la ola de la contaminación del océano por plástico es un desafío que sobrepasa cualquier límite: afecta a comunidades, empresas y ecosistemas en áreas geográficas con ingresos alto y medio/bajo”, concluye el estudio. Y finaliza con la idea de que las empresas, gobiernos, inversores y la sociedad civil deberían aspirar a una meta común de vertimiento prácticamente nulo y comprometerse a dar pasos ambiciosos y concretos hacia la consecución de este objetivo fundamental.