Si bien hace años que está comprobado que las vacunas no causan autismo, los grupos antivacunas siguen existiendo más fuertes que nunca, reclamando su derecho a decidir sobre la vacunación de sus hijos pese a las incesantes campañas y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para mantener la inmunidad de grupo y la salud pública a nivel mundial.
El vínculo entre las vacunas y el autismo es un mito que se remonta a un estudio fraudulento hecho en 1998 publicado en la revista The Lancet y que le costó al autor su licencia médica para ejercer luego que se comprobara que había falsificado los datos de los 12 niños que habían sido la base de su investigación. Pese a esto el daño estaba hecho, y hasta el día de hoy los movimientos antivacunas se basan en esta investigación para afirmar que las vacunas provocan autismo.
Ahora, un masivo estudio en Dinamarca ha comprobado nuevamente lo que ya se sabía todos estos años: Las vacunas contra la rubéola, el sarampión y las paperas no provocan autismo.
Esta nueva investigación es la primera que incluye a un universo tan gran de personas y a niños con factores de riesgo de autismo: Fue hecho a nivel nacional e involucró a 657.461 niños daneses que nacieron entre 1999 y 2010. Como parte de la investigación, los científicos documentaron el espectro autista, además de factores de riesgo como la edad de los padres, diagnóstico de autismo de hermanos, y si fue prematuro y bajo peso al nacer.
Los resultados arrojaron que en efecto, la vacuna triple vírica (rubéola, sarampión y paperas) no provoca autismo. La vacuna tampoco incrementó el riesgo de autismo en niños que no eran considerados en riesgo de tener el trastorno ni lo gatilló.
El estudio fue publicado el pasado lunes en la revista Annals of Internal Medicine por investigadores del Statens Serum Institut en Copenhagen.