La Fundación Aprocor lleva años trabajando en el desarrollo de distintos proyectos de inclusión que buscan mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la de sus familias. "Dentro de esas áreas de actividad desarrollamos programas y servicios como son el servicio de vida independiente, el servicio de apoyo al transporte, el proceso de toma de decisiones y los diferentes proyectos para la defensa de los derechos, entre otros", explica Leticia Avendaño, directora ejecutiva de la fundación, y quien está de visita en Chile invitada por Coanil, fundación que hoy trabaja con más de 4000 personas con discapacidad intelectual en el país.

Uno de sus proyectos emblemáticos ha sido el Conjunto Residencial Las Fuentes, un grupo de viviendas independientes en las que viven personas con discapacidad intelectual en una céntrica zona de Madrid. "Funciona como una comunidad de vecinos y, como tal, se organiza con representantes de cada vivienda que recogen las sugerencias o quejas del resto de vecinos a los que, posteriormente, se les informa de los acuerdos alcanzados. La fundación actúa como administradora de la finca y de los apoyos, y los residentes participan en la selección de los profesionales que les darán apoyo y evalúan su trabajo", explica Avendaño.

Esta innovadora manera de concebir los entornos residenciales para personas con discapacidad intelectual ha supuesto un cambio en el rol que tienen ellas mismas en este proceso, así como el de los profesionales que les brindan apoyo.

"Lo que descubrimos hace unos años es que estábamos haciendo cosas para estas personas, sin contar con ellas. Por eso, para generar este otro modelo, lo que tuvimos que hacer fue detenernos y acompañarlas para que ellas mismas pudieran construir su proyecto de vida según sus propias metas, intereses y sueños. Logrado esto, comenzó un proceso de acompañamiento para que se empoderaran de sus propias vidas, algo que no estaban haciendo por falta de apoyo y de oportunidades. Sin embargo, el peso no puede estar solo en los profesionales que trabajan directamente con ellos en la fundación, porque entonces no sería una sociedad más inclusiva. Tiene que haber un apoyo de manera natural en el trabajo en las empresas, en la familia, en el barrio, en el supermercado, en el cine, etc.", agrega la directora.

Y para lograr este cambio hacia una sociedad realmente inclusiva, el gran desafío, según la profesional, es comenzar a trabajar en la etapa educativa. "Todas las acciones que se dirijan para sensibilizar en las empresas, en las instituciones, en los centros culturales y en los distintos espacios de la ciudad están bien, pero hay que trabajar para que esto se dé desde las escuelas, porque entonces así la gente crecerá con esos valores, con esas vivencias y esa experiencia. Del mismo modo,  es necesario empoderar a las personas con discapacidad intelectual en que son ciudadanos con los mismos derechos que el resto, que pertenecen a la ciudad y que pueden disfrutar de los mismos recursos".

En relación a lo que se está haciendo en Chile hasta ahora, Avendaño opina que ha habido un gran avance, sobre todo en la etapa educativa, pero que aún falta trabajar más en el apoyo a las personas adultas con discapacidad intelectual. "Se necesita una legislación que vaya acompañada de una dotación de recursos, así como lograr que las empresas acojan y contraten a personas con discapacidad intelectual. También es necesario que la sociedad en general genere entornos accesibles para que estas personas puedan estar en cualquier lugar y disfrutar de la cultura y del ocio".