Expertos explican si los niños deben prender sus cámaras en clases online; esto sabemos de la variante de Nueva York que llegó a Chile y de aquí surgió el Covid: tres cosas que aprendimos del coronavirus esta semana

Temáticas clases on line universitario
Foto: Agencia Uno

Encender o no la cámara se ha vuelto una pregunta recurrente entre profesores, padres, apoderados y los propios niños, y algunas especialistas ya tienen un idea de la conveniencia o inconveniencia de exigirlo.


En medio de una segunda ola de la pandemia y con nuevas medidas restricitivas para la población, las clases online para los niños vuelven a tranaformarse en la modalidad escolar predominante.

Y en este contexto, muchos padres y profesores se están preguntando si los niños deben o no encender sus cámaras durante las clases.

Alejandra Muñoz es profesora y entrevistada en una nota en Qué Pasa, dijo que ha debido acostumbrarse a enseñar con pantallas en negro. Solo ve los nombres de los alumnos e interactúa con ellos las pocas veces en que hablan. “Por las plataformas no los veo a todos al mismo tiempo, tengo que buscarlos para hablar con ellos”, comentó.

Los primeros días, reconoció que sus estudiantes intentaban prender las cámaras. Pero eso hacia inestable las conexiones “y muchos usaban sus datos móviles, por lo que se consumían rápidamente”, dice. El resultado fue que dejaron de encenderlas.

Para muchos profesores es una experiencia conocida, clases en línea, pero con todas o casi todas las cámaras de sus estudiantes apagadas. Es el modus operandi del aprendizaje virtual.

Varios asistentes ya sea por Meet, Zoom u otra plataforma, se niegan a encender sus videos. Y para los académicos es un tema complejo. ¿Deberían los alumnos prenderla toda la clase? ¿Deberían encenderlas por cortesía y saludar al inicio de la clase? ¿Influye en el aprendizaje? ¿Puede ser obligación?

Jeff Hancock, director fundador del Stanford Social Media Lab, centro especializado en la comprensión de procesos psicológicos e interpersonales en las redes sociales, citado en la misma nota, dijo que se trata de una práctica de la que aún no hay un respuesta certera “Cuando tuvimos ascensores por primera vez, no sabíamos si deberíamos mirarnos o no en ese espacio. Más recientemente, el viaje compartido ha planteado dudas sobre si se habla con el conductor o no, o si debe sentarse en el asiento trasero o en el asiento del pasajero”.

En todos esos casos, añade Hancock, se desarrollaron modos para que funcionara. “Ahora estamos con las videoconferencias, y comprender los mecanismos nos ayudará a comprender la forma óptima de hacer las cosas para diferentes entornos, diferentes organizaciones y diferentes tipos de reuniones”.

Macarena Fuentes, profesora en Educación Básica en las asignaturas de ciencia y matemáticas, hace clases a estudiantes de 4 año básico, y contó en el reportaje que el año pasado muy pocos prendían las cámaras en clases on line. “Como era un sistema nuevo no les exigía mucho, pero ahora se les pide que las activen. Son pocos los que no las prenden, de 28 niños 6 a 7 no las prenden”, dijo.

Pero asegura que es importante, porque al verlos por la pantalla ayuda a ver cómo trabajan. “Quienes no lo hacen dicen que es por internet. Me dicen ‘tía no prendo la cámara porque se pega’, dicen muchos, otros, los más sinceros me dicen ‘tía me da vergüenza’”.

Alejandra se dio cuenta que varios no tienen un espacio para estudiar, comparten living, comedor o pieza con otras personas que estudian o teletrabajan. Por eso, dice, “no se puede forzar a que las prendan, porque implica que muestren un espacio personal que no necesariamente quieren o pueden mostrar”.

Puede haber razones de distinto orden detrás de una cámara apagada, dijo Magdalena Müller, directora de pregrado de la Facultad de Educación de la UC. La más frecuente, dada tanto por estudiantes del sistema escolar como de Educación Superior, son los problemas de conexión. También hay quienes sin tener problemas de conexión prefieren mantener su cámara apagada, “para resguardar su privacidad o por no contar con un espacio cómodo o privado para conectarse”.

Patricio Abarca, director de la Escuela de Educación de la Universidad Mayor, coincide en que muchas veces es por falta de condiciones. Prender la cámara es un acto de mostrar el espacio privado del hogar y “muchos estudiantes conviven en espacios con múltiples personas, por lo que prender una cámara puede resultar incómodo”.

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Hay otro punto, no menos importante que Alejandra detectó: la vergüenza on line. El año pasado en un curso donde solo dos personas de 40 respondían y activaban el video, conversaron y una fuerte razón para no hacerlo era la vergüenza. “Me dijeron el miedo al ridículo y las burlas, porque la clase queda grabada y eso los hacía quedarse callados porque no sabían quién o qué se podía hacer con el video”.

Pero la cámara apagada, dijo Müller, es un obstáculo para la construcción de vínculos que favorezcan ambientes de confianza en los que estudiantes se sientan seguros para interactuar.

Las clases sin rostro y muchas veces sin voz, carecen de los beneficios lingüísticos que se dan, por ejemplo, al ver el rostro de alguien mientras nos habla. Al mirar de frente es posible leer su rostro y comprender mejor la entonación, el tono y el significado de lo que comunica.

Las cámaras apagadas generan falta de conexión. El lenguaje corporal es muy importante al establecer una interacción para el aprendizaje, explicó Abarca. “Uno como docente requiere monitorear las respuestas verbales y no verbales de los estudiantes. Por esta razón es relevante que podamos incentivar, entendiendo siempre que muchas veces existen razones de fuerza mayor para no prenderlas”.

Por eso Müller destacó que es importante transmitirle a los estudiantes el sentido de las cámaras encendidas, que favorece el poder establecer un vínculo. Las experiencias de aprendizaje no dependen exclusivamente del profesor, sino que, de todos los participantes, “por lo tanto encender la cámara es una señal de querer ser parte de esa experiencia”.

No se los puede obligar a encenderlas agregó Macarena. “En todo momento les digo que las prendan, pero es una invitación a encenderlas para ayudarlos en sus ejercicios. Pero si alguno no lo hace, no lo reto, muchos no tienen un espacio para estar en clases”.

Y otro elemento aporta a esa dificultad: la virtualidad cansa. Scott Debb, presidente del programa de maestría en ciberpsicología de la Universidad Estatal de Norfolk explica en un artículo que la gran cantidad de lenguaje corporal que se debe traducir en una clase on line agota a los estudiantes. “Estamos gastando mucha energía mental en llenar estos espacios en blanco no verbales, y estamos agotando nuestros recursos mentales para prestar atención, para descubrir en qué podemos contribuir a la reunión”.

Una sensación que se incrementa al ser mirados mientras también se miran a sí mismos. Jeremy Bailenson, investigador del Stanford Social Media Lab indicó que esa “mirada constante” puede llevar a una mayor atención, pero con un costo, incomodidad. En un artículo en la revista Technology, Mind and Behavior explicó que los videos prolongados contribuyen a la sensación comúnmente conocida como “fatiga del zoom”. Tal cómo indicó Bailenson “la videoconferencia es algo bueno para la comunicación remota, pero piense en el medio: el hecho de que pueda usar video no significa que tenga que hacerlo”.

Verse a sí mismo en un video constantemente en tiempo real, fatiga. Es antinatural, dijo Bailenson. “En el mundo real, si alguien te sigue con un espejo constantemente, de modo que mientras hablas con la gente, tomas decisiones, das retroalimentación, recibes retroalimentación, te miras a ti mismo en un espejo, sería una locura. Nadie lo consideraría jamás”.

Muchas investigaciones muestran consecuencias emocionales negativas del efecto “espejo”. El investigador recomendó que las plataformas cambien la práctica predeterminada de transmitir el video tanto a uno mismo como a otros, cuando solo es necesario enviarlo a otros, para evitarlo.

Por último, también muchas de estas plataformas en línea no son seguras. Lo demuestran los “zoombombers” que se infiltran en clases compartiendo desde pornografía a otro contenido que las interrumpe. A su vez, por redes sociales se han compartido fragmentos de clases en línea en tono de burlas e humillación, como la imagen un alumno que se quedó dormido con la cámara prendia o el profesor que mostró a su esposa desnuda por error mientras daba clases.

2. Esto es lo que se sabe de la variante de Nueva York que ya está en Chile

Desde hace tiempo que el Ministerio de Salud (Minsal) y el Instituto de Salud Pública (ISP) vigilan las distintas variantes que circulan en el país, trabajo que ya ha permitido advertir la presencia de las originadas en Brasil y Gran Bretaña entre las siete que ya se han confirmado en el país.

Esta supervisión de ellas es la llamada B.1.526, también conocida como “variante de Nueva York”, detectada en Antofagasta.

Se trata de una de las 4 mil que circulan en el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se está propagando a un ritmo alarmante en la ciudad de Nueva York. Y de acuerdo a una investigación de Caltech y Columbia, que aún no ha sido revisada por pares, podría reducir la efectividad de algunas vacunas actuales.

De acuerdo a un artículo publicado por Qué Pasa, los primeros datos de esta variante datan de noviembre de 2020, aumentando a un 27% en febrero pasado según la información de Caltech y la base de datos Gisaid. Los investigadores de Columbia secuenciaron 1.142 muestras de pacientes encontrando que el 12% tenía un caso con E484K, una de las dos variantes que componen B.1.526.

El Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU., señaló que la variante probablemente se originó en Washington Heights, un vecindario en el área más alta de Manhattan, y actualmente existe cierto nivel de propagación comunitaria involucrada, con casos en Westchester, el Bronx y Queens, además de casos individuales en otros 14 estados. En Nueva York, la porción de casos nuevos causados por esta variante es de un 45%, según datos de la primera semana de marzo.

No se sabe si la variante, como otras que han surgido en todo el mundo, es más transmisible que el virus original. En este punto, se necesitan más estudios y datos al respecto, pero Fauci agrega que se debe “vigilar” a la variante debido a la posibilidad que pueda evadir la protección de los tratamientos con anticuerpos y las vacunas.

Por ello, Fauci no esconde su preocupación: “Ciertamente nos estamos tomando muy en serio la variante de Nueva York”, dijo este lunes en una conferencia de prensa en la Casa Blanca.

La aparición de variantes es un proceso natural, ya que un virus va mutando con el tiempo para garantizar su supervivencia.

Para la OMS, de momento, tres variantes se consideran “preocupantes”: las detectadas en Gran Bretaña, Sudáfrica y Japón (pero en viajeros procedentes de Brasil, de ahí su nombre de “variante brasileña”); y una segunda categoría de “variantes de interés”, cuyas características genéticas potencialmente problemáticas obligan a vigilarlas, como las de Escocia, Estados Unidos y Brasil.

Ricardo Soto Rifo, virólogo del Instituto de Ciencias Biomédicas ICBM de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explicó en una nota a Qué Pasa, que al analizar estas secuencias genómicas, “generalmente uno se fija más en la mutación en la proteína ‘spike’, que es la llave que le permite al virus entrar a la célula. Se han descrito mutaciones como la N501Y que está presente en la variante del Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, asociada a una mayor capacidad del virus para entrar a la célula”, señaló.

Sin embargo, aclaró que también hay otras mutaciones que cuando aparecen hacen sonar las alarmas, como la E484K también presente en la proteína spike, que confiere escape a los anticuerpos neutralizantes. “Esto implica que ciertos anticuerpos neutralizantes serán menos eficaces en reconocerla, y lo que se ha descrito es que la variante de Nueva York en algunas secuencias cuenta con esta mutación”.

Por ahora, existe consenso es que sólo las tres variantes “preocupantes” son más contagiosas, aunque sólo se basa en datos epidemiológicos y también existen otros factores involucrados, como las restricciones que se aplican en los diversos países.

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Imagen microscópica del Sars-CoV-2. Foto: AFP

¿Eso implica que sean más peligrosas? La variante britanica, por ejemplo, es entre 36% y 75% más contagiosa. Pero según un estudio publicado el 10 de marzo en la revista médica BMJ, también es 64% más mortal: por cada mil casos detectados, ésta provoca 4,1 muertes, frente a 2,5 para el “coronavirus clásico”.

“Es importante destacar que todas las variantes que están circulando han sido investigadas, y lo que se ha determinado fehacientemente es que a diferencia de la cepa original, son variantes con una alta capacidad de contagio”, dijo la Dra. Valeska Vollrath, jefa de Biología Molecular del Laboratorio Clínico de Clínica Alemana, en el mismo reportaje.

“Es por esto que en esta nueva etapa, la protección para evitar el contagio tiene que ser mucho mayor, a diferencia de la primera vez que sólo tomábamos en cuenta al aire libre y distancia prudente; hoy debemos ser más responsables. Andar siempre protegido al caminar o si estamos en reuniones, lo mas importante es estar con mascarilla. Este virus se transmite, está en cualquier parte y es más contagioso; por eso la gente no sabe dónde se contagió”, añadió.

3. De aquí surgió el coronavirus según la OMS

A 15 meses del brote de coronavirus en la localidad de Wuhan, China, y con 2,7 millones de fallecidos en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ese país oriental establecieron que la causa más probable de su origen no se sitúa en un laboratorio, sino a la transmisión vía un animal intermedio infectado por un murciélago.

Así lo evidenció un informe publicado este martes, y que lejos de resolver el misterio del origen del virus, subrayó la necesidad de realizar más estudios en una zona más amplia que China.

Su publicación suscita dudas y críticas sobre la supuesta complacencia hacia las autoridades chinas que se reprocha hace tiempo a la OMS. Se asegura que investigadores del organismo sanitario mundial estuvieron de manos atadas por los estrictos protocolos que impusieron los anfitriones chinos, ya que sólo pudieron estar cuatro horas en el instituto de virología y una hora en el mercado, esto tras dos semanas en su hotel en cuarentena sin poder poner los pies en la ciudad.

El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, manifestó su “honda preocupación” por la forma en que se llevó a cabo la misión e instó a China a poner a disposición “sus datos de los primeros días del brote”.

Para los expertos, la transmisión del virus del Covid-19 vía un animal intermedio es una hipótesis “entre probable y muy probable”. No obstante, la posibilidad de una transmisión directa entre el animal inicial y el hombre es todavía considerada entre “posible y probable”.

murciélago

El informe concluye, como ya adelantaron los expertos antes de terminar su misión en China en febrero, que es “extremadamente improbable” que el coronavirus se deba a un accidente o un escape de patógenos desde un laboratorio.

Los expertos tampoco descartaron la posibilidad que el virus haya llegado en carne congelada, una idea que Beijing defiende”, considerando que es algo “posible”.

El gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump había acusado al Instituto de virología de Wuhan, que investiga coronavirus muy peligrosos, de haber dejado escapar el virus de manera voluntaria o involuntaria.

Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), el 60% de las enfermedades infecciosas humanas son zoonóticas, es decir, se encuentran en primer lugar en otro animal.

Este porcentaje sube incluso a 75% para las enfermedades infecciosas nuevas, según un estudio británico publicado en 2001, considerado una referencia en el tema.

Entre los agentes patógenos responsables de estas enfermedades, uno de cada seis sería un virus, un tercio una bacteria y otro tercio parásitos. El 10% son hongos microscópicos, indica este estudio.

Los murciélagos desempeñan un papel de reservorio para un gran número de virus que afectan a los seres humanos. Los albergan sin enfermarse ellos mismos.

Algunos son conocidos desde hace mucho tiempo, como el virus de la rabia, pero muchos surgieron en estos últimos años, como el ébola, el coronavirus del SRAS, el Sars-CoV-2 y el virus Nipah, que apareció en Asia en 1998.

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