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Facebook, Instagram, X, TikTok: estos son los hombres que más agreden en redes sociales a las mujeres

La violencia digital es una amenaza silenciosa que afecta a miles de mujeres en Chile. ¿Por qué sigue creciendo y qué se está haciendo para frenarla?

Facebook, Instagram, X, TikTok: estos son los hombres que más agreden digitalmente a las mujeres

El 36% de las personas encuestadas en la Consulta Ciudadana Virtual sobre Violencia Digital 2023 reportó haber sido víctima de violencia digital en redes sociales. Los principales grupos afectados son mujeres y personas de la comunidad LGBTIQA+, quienes enfrentan formas recurrentes de agresión como acoso (38%), publicación de injurias y calumnias (33%) y amenazas (30%).

Facebook, Instagram, X, TikTok: estos son los hombres que más agreden digitalmente a las mujeres

La violencia digital de género es un fenómeno en crecimiento en Chile, afectando de manera significativa a mujeres y disidencias de todas las edades y contextos.

De acuerdo con Karen Vergara, directora de Incidencia de la ONG Amaranta, esta violencia se manifiesta con mayor intensidad en el ámbito sexual, con agresiones que buscan humillar y exponer a las víctimas. Funciona como una ‘marca moral’, que desmotiva a muchas mujeres a participar en espacios digitales”, explica.

Las particularidades de esta violencia también dependen del contexto geográfico. Mientras en zonas rurales, las agresiones afectan especialmente a dirigentas y defensoras de sus territorios, en ciudades más grandes, los ataques suelen centrarse en la exposición de la intimidad y lo sexual.

“El daño que genera es a largo plazo. Muchas mujeres terminan autoexcluyéndose de espacios digitales para evitar ser víctimas de agresiones”, señala Vergara.

De acuerdo a un informe de ONU Mujeres (2022), "el 41% de las mujeres que sufrieron violencia digital sintieron que su integridad física estaba amenazada", esto porque la violencia digital también puede traducirse en síntomas físicos.

A pesar de estas consecuencias, la mayoría de las personas afectadas no denuncia ni busca apoyo.

La principal barrera es la falta de conocimiento sobre los procedimientos, y a la percepción de que son complejos e ineficaces. Muchas víctimas intentan protegerse por su cuenta y toman medidas para prevenir nuevas agresiones, como bloquear a los agresores o cambiar la configuración de privacidad.

“El problema es que ni siquiera se necesita tener una gran presencia en línea para ser víctima”, advierte Vergara. Muchas mujeres han sido atacadas mediante el uso indebido de su información personal, incluso cuando han restringido su acceso a redes sociales.

“La violencia digital de género convierte a internet en un espacio hostil para mujeres y diversidades, lo que contribuye a aumentar la brecha de género en términos de acceso y seguridad digital”, explica la investigadora de ONG Amaranta.

Otro de los factores que perpetúa esta desigualdad es la falta de respuesta efectiva de las plataformas digitales ante los reportes de violencia. Vergara señala que, en los últimos meses, “los discursos de odio han adquirido mayor visibilidad y parecen incluso ser promovidos por los algoritmos”.

Ello se ha observado en redes como X (ex Twitter) y Meta (Facebook e Instagram), donde los cambios en políticas han debilitado la moderación de contenido violento.

Un estudio de Amaranta muestra que el 73,8% de las mujeres encuestadas han sufrido algún tipo de violencia digital, que van desde violencia verbal, acoso y amenazas, hasta la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento y la suplantación de identidad.

Uno de los hallazgos más alarmantes es que estos ataques no solo provienen de desconocidos, sino también de cercanos. Se estima que el 50% de las mujeres víctimas de ciberacoso han experimentado violencia sexual o física por parte de una pareja, y el 77% han sido acosadas por personas conocidas según un informe de ONU Mujeres.

“Los agresores pueden ser tanto anónimos como parejas, exparejas o grupos de hombres cercanos, y la diferencia en el tipo de violencia que ejercen es significativa”, explica Vergara. Mientras que los agresores anónimos buscan silenciar a las mujeres en espacios públicos, los ataques de personas conocidas suelen centrarse en la violencia íntima, explotando la autoestima y la seguridad de las víctimas.

La percepción de que el anonimato hace al mundo digital más seguro se contradice con los datos: muchos ataques provienen de hombres del entorno de la víctima. El estudio de Amaranta muestra que un 18,1% de los ataques fueron perpetrados por parejas o exparejas, mientras que un 14,8% provinieron de grupos de hombres conocidos.

Además, se ha observado que la violencia digital íntima tiende a escalar hacia la violencia física, aumentando los casos de acecho y agresiones fuera de la esfera digital.

Vacíos legales

Chile no cuenta con estadísticas oficiales sobre violencia digital de género, lo que dificulta su reconocimiento como un problema social y deja a las víctimas sin mecanismos efectivos de denuncia y protección. “Esto hace que muchas veces no se le tome la importancia que merece”, advierte Patricia Peña, directora de la Fundación Datos Protegidos.

La data muestra que solo el 17% de quienes han sufrido violencia digital han denunciado los hechos, y que la mayoría evita hacerlo por desconocimiento o desconfianza en los mecanismos existentes.

Si bien se han logrado avances, como la Ley 21.675, que sanciona la violencia de género, su alcance en materia digital sigue siendo limitado. Aún quedan graves vacíos legales, como la falta de regulación sobre el uso de inteligencia artificial en la creación de contenido sexualizado sin consentimiento. “El principal vacío es la ausencia de una norma que sancione la generación y difusión de deepfakes con imágenes de mujeres”, advierte Daniela Olivares, experta en ciberseguridad del Centro de Estudios en Derecho, Tecnología y Sociedad (CE3).

El 95% de los casos de violencia digital de género ocurren en plataformas de redes sociales. Las agresiones más comunes incluyen acoso, amenazas, hostigamiento y manipulación de imágenes con inteligencia artificial, como los deepfakes. “Las niñas y adolescentes son especialmente vulnerables en plataformas como Instagram y TikTok, a pesar de los mecanismos de protección que estas redes dicen ofrecer”, advierte Peña.

El Estado ha comenzado a reconocer la urgencia de abordar esta problemática, y en 2024 le dio urgencia legislativa a un proyecto de ley sobre violencia digital de género, proceso legislativo que sigue en curso.

“Uno de los mayores desafíos es que las leyes deben adaptarse a los cambios tecnológicos. Cuando se comenzó a discutir este proyecto, no existían los deepfakes, y hoy son una herramienta frecuente de agresión”, señala Vergara. Además, el debate ha puesto en evidencia la necesidad de regular el rol de las plataformas digitales, estableciendo obligaciones claras en la gestión de contenido y en la protección de las víctimas.

Foto referencial a violencia digital. Fotos: Patricio Fuentes Y./ La Tercera Rolando.Morales.Cespedes

Más allá de las reformas legales, la alfabetización digital también es clave para reducir la vulnerabilidad ante la violencia en línea. Chile es uno de los países más conectados de América, pero persisten brechas de acceso y conocimiento sobre ciberseguridad. “No es lo mismo la educación digital que requieren niños, niñas y adolescentes que la que necesitan personas mayores”, explica Vergara.

Sin una estrategia integral que combine protección legal, regulación de plataformas y educación digital, las mujeres seguirán expuestas a la violencia digital sin mecanismos efectivos de defensa ni reparación.

Ciberseguridad con enfoque de género

Un estudio de 2020 reveló que las mujeres tienen menos acceso a formación en ciberseguridad, lo que las deja en una situación de vulnerabilidad.

Chile ha sido pionero en la inclusión de la perspectiva de género en su Política Nacional de Ciberseguridad (PNCS), convirtiéndose en uno de los cuatro países de Latinoamérica que han incorporado este enfoque en sus estrategias de seguridad digital. Sin embargo, la implementación en el periodo 2017-2022 fue limitada.

La única medida explícita era el diseño de una campaña de sensibilización con perspectiva de género, la cual finalmente se realizó sin incorporar este enfoque.

A pesar de estas deficiencias, en los últimos años del periodo se impulsaron iniciativas como el Cyberwomen Challenge, un ejercicio de simulación de ciberataques dirigido a mujeres, lo que demostró avances parciales en la materia.

La nueva PNCS 2023-2028 presenta mejoras sustanciales respecto a su versión anterior. Por primera vez, la equidad de género es un eje transversal de la política, lo que significa que todas sus dimensiones deben considerar la protección de los grupos más afectados por la violencia digital.

“Esperamos que el Estado genere acciones concretas para aumentar la seguridad de las mujeres en el ciberespacio y brindarles herramientas para desenvolverse de manera segura”, explica Olivares. Esto supone una oportunidad para que las políticas de seguridad digital también fomenten la inclusión de mujeres en un sector históricamente masculinizado.

A pesar de estos avances, la implementación de la política enfrenta obstáculos significativos. Uno de los principales es la falta de un plan de acción detallado que especifique cómo se aplicará la equidad de género. “No basta con enunciar la equidad de género, es necesario establecer herramientas de medición y seguimiento para garantizar su cumplimiento”, advierte Olivares. Además, la escasa educación en materia de ciberseguridad con perspectiva de género dificulta la adopción de buenas prácticas y la prevención de riesgos en línea.

Reducir la brecha con capacitación tecnológica

En Chile, las mujeres siguen estando subrepresentadas en la formación tecnológica y la industria digital, con solo el 31% de matrículas en carreras de ingeniería y tecnología y un 28% de mujeres en empleos TIC, según datos del Ministerio de Educación y la OCDE.

“Ello agrava la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia en línea, ya que muchas desconocen cómo denunciar, proteger su información y controlar el acceso a sus cuentas” advierte Peña.

Factores como estereotipos de género, falta de referentes femeninos y barreras económicas profundizan esta brecha, que además se refleja en una diferencia salarial del 17% en el sector (Fundación Chile Mujeres). “Aún falta trabajo para garantizar igualdad de oportunidades en tecnología”, advierte Jovanka Trebotich, gerente de portafolio en Know Hub Chile.

Para cerrar esta brecha, han surgido iniciativas como Laboratoria, Mujer Digital del SENCE y Mujeres X Talento Digital, que capacitan a mujeres en habilidades tecnológicas clave. Sin embargo, “no basta con usar lenguaje inclusivo, necesitamos espacios seguros y flexibles”, señala Trebotich. También es clave visibilizar referentes femeninos y garantizar acceso a equipos y conexión, permitiendo que más mujeres puedan capacitarse y acceder a empleos en tecnología.

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