Fact Checking: ¿Mascarillas tienen compuesto que causa cáncer? ¿Estudio demuestra que pacientes infectados con viruela del mono tenían el virus en el aire?
A través de redes sociales, ha trascendido que cubreboca no sería 100% seguro y que la viruela podría transmitirse por vía aérea. Revisa la veracidad de estas informaciones.
Mascarillas tienen compuesto que causa cáncer
Publicaciones en redes sociales han compartido la afirmación de que un estudio de 12 modelos de mascarillas realizado por investigadores en Bélgica mostró que todas contienen un “compuesto que causa cáncer” en niveles que exceden la “exposición aceptable”.
Un usuario de Facebook compartió una publicación que decía: “En un estudio de 12 máscaras faciales (mascarillas), cada una contenía partículas de dióxido de titanio (TiO2) en al menos una capa, a niveles que excedían el nivel de exposición aceptable y que la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasifica el dióxido de titanio como carcinógeno del Grupo 2B, lo que significa que es “posiblemente cancerígeno para los humanos por inhalación”.
Científicos dijeron a la agencia Reuters que algunas mascarillas aprobadas en EE.UU. pueden contener pequeñas cantidades de dióxido de titanio. Sin embargo, el estudio probó implementos distribuidas en Europa y no probó si los usuarios de mascarillas inhalaron alguna partícula. La IARC de Naciones Unidas ha clasificado el mineral como “posiblemente” carcinogénico cuando se inhala, y la Agencia Europea de Sustancias Químicas dice que debería etiquetarse como carcinógeno bajo condiciones específicas.
El dióxido de titanio está aprobado y considerado seguro por la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA, su sigla en inglés) en una amplia gama de productos de consumo, pero los reguladores de EE.UU. no han establecido niveles de exposición seguros para inhalar el mineral.
El estudio citado en las afirmaciones en línea fue publicado en febrero de 2022 y encontró que cada mascarilla contenía dióxido de titanio en un rango entre 791 y 152,345 microgramos (millonésimas de gramo) en total. En la superficie, el rango fue de 17 a 4394 microgramos, y superó sistemáticamente el nivel aceptable de exposición a TiO2 por inhalación (3,6 microgramos), según la suposición de un uso “intensivo” de la máscara, informaron los autores.
Sin embargo, el coautor del estudio, Jan Mast, confirmó que su equipo no probó si las personas realmente podían inhalar dióxido de titanio al usar las mascarillas examinadas en el estudio. “No probamos esto. Y hasta donde sabemos, esto aún no se ha investigado en detalle. También porque la medición directa de la liberación de TiO2 no es técnicamente factible”, dijo.
En resumidas cuentas, aunque algunas mascarillas aprobadas por la FDA pueden contener dióxido de titanio, el estudio citado en las afirmaciones en línea no proporciona evidencia de que liberen dióxido de titanio o que los usuarios puedan inhalar el dióxido de titanio liberado de las máscaras.
Estudio demuestra que paciente infectados con viruela del mono tenían el virus en el aire
Una investigación liderada por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC) muestra por primera vez evidencia de la presencia de altas cantidades de virus de la viruela del mono (monkeypox virus o MPXV por sus siglas en inglés) en muestras de aire y en la saliva de pacientes infectados.
El trabajo, que aparece publicado en la revista The Lancet Microbe, pone de manifiesto la posibilidad de que el virus pueda transmitirse por vía aérea, aunque el contacto directo, especialmente con lesiones cutáneas de alguien infectado, siga siendo la forma de contagio dominante.
El virus, del género Orthopoxvirus, puede transmitirse entre animales y seres humanos y los síntomas que provoca son similares a los de la viruela, erradicada en 1980, aunque los de la viruela del mono suelen presentar una menor gravedad, transmisibilidad y mortalidad. La enfermedad es endémica en África central y occidental y se transmite fundamentalmente por contacto estrecho.
En mayo de 2022 surgió un brote de viruela del mono a nivel mundial que fue declarado emergencia de salud global por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Meses después, aunque la propagación se ha ralentizado, el número de casos detectados, que asciende a más de 79.000, ya supera al total de los registrados en África desde el descubrimiento del virus en 1970. En Europa, y hasta el 8 de noviembre, eran cerca de 25.400 los casos confirmados, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés), mientras que, en España, el brote ha llevado hasta ahora a la confirmación de más de 7.300 casos.
“Los datos epidemiológicos apuntan a que la transmisión del virus de la viruela del mono tiene lugar principalmente por contacto, pero, a la vista de estos nuevos resultados, proponemos no desestimar y vigilar la posibilidad de que se pueda transmitir también a través de las microgotas de saliva y por vía aérea”, indica Antonio Alcamí, investigador del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC-UAM).
En este estudio los científicos han analizado muestras de saliva procedentes de 44 pacientes que, entre el 18 de mayo y el 15 de julio de 2022, acudieron a dos centros sanitarios de Madrid (una de las regiones con una de las incidencias más altas del mundo) porque presentaban lesiones cutáneas características de la enfermedad.
Tras analizar las muestras de saliva, los investigadores detectaron en el 85% la presencia de ADN viral. “Además, otro dato relevante es que, en el 66% de las muestras, el virus mantenía su capacidad infecciosa”, añade Bruno Hernáez, investigador del CBMSO-CSIC-UAM.
Los encargados del análisis detectaron la presencia del virus retenido en la mayoría de las mascarillas que portaban los pacientes durante la consulta médica. Además, se detectó ADN viral presente en el aire a una distancia de entre dos y tres metros del paciente, que fue posible gracias al empleo de unos filtros de nanofibras desarrollados por el CSIC y la empresa Bioinicia, capaces de capturar el virus.
“Así, hemos podido determinar por PCR la presencia del virus de la viruela del mono en el aire muestreado durante la visita médica del 64% de los pacientes del estudio”, indica Alcamí, quien destaca que, en este caso, lo que no pudieron constatar fue la capacidad infectiva del virus que circulaba por el aire.
Los resultados de esta investigación, enmarcados en la Plataforma Temática Interdisciplinar Salud Global del CSIC (PTI+ Salud Global), se han obtenido gracias a la implicación de equipos del Centro Sanitario Sandoval; el Hospital Universitario Clínico de San Carlos de Madrid; el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol de Badalona; el Centro Nacional de Microbiología (ISCIII), y el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC).
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