Falta de tiempo, dinero y habilidades: Las presiones que mujeres reconocen las hace sentir “malas madres”
Lo que se ha considerado históricamente el gran sueño femenino, la maternidad, parece estar, al menos, en revisión, dice estudio que señala que solo para el 6% de las mujeres la maternidad uno de los ámbitos más relevantes de su realización personal. Aquellas con hijos reconocen que no son capaces de ser la mamá que se les pide ser.
Las recientes imágenes de largas filas para acceder a los centros comerciales por motivo del Día de la Madre no solo llaman la atención por la situación sanitaria del país (las multitudes son una mala idea si se quieren evitar contagios), también porque ante la proximidad de esa tradicional celebración surge la pregunta: ¿Qué hace la sociedad para a apoyar la maternidad?
Un cuestionamiento relevante si se considera que el número de mujeres en Chile, y también en el mundo, que decide ser madre va en claro descenso. La actual tasa global de fecundidad (TGF) del país, es decir el indicador que da cuenta del número de hijas e hijos promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15 a 49 años), es de 1,56, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
Esta cifra está muy por debajo del nivel de reemplazo generacional, que se estima en 2,1 hijos por mujer. Muy alejada también de la realidad, por ejemplo, del Chile de la década de 1960 cuando las mujeres en promedio tenían cinco hijos (TGF 5,49).
Hoy solo para el 6% de las mujeres la maternidad es uno de los ámbitos más relevantes para su propia realización personal. De esta forma, lo que se ha considerado históricamente el gran sueño femenino, la maternidad, parece estar, al menos, en revisión indica el estudio Chilenografía, investigación cualitativa y cuantitativa que considera un total de 1.000 entrevistas, realizado por La Vulca, agencia de consultoría especializada en lectura social, y apoyada por Colaborativa, agencia especialista en análisis cualitativo y por la Facultad de Matemáticas UC.
El público del estudio fueron hombres y mujeres mayores de 15 años, de los grupos socioeconómicos (GSE) ABC1a, C1b, C2, C3 y DE, residentes de Santiago y Regiones, de 196 comunas a nivel nacional.
La investigación muestra que de manera transversal la situación económica aparece como una de las principales razones detrás de esa elección (48%), influida por la situación de gran incertidumbre actual de la pandemia. A su vez, otras instancias aparecen como más importantes que la maternidad como el “Sentirse independiente / autovalente” (42%) y “Tener tiempo personal para disfrutarlo” (24%).
Malas madres
José Miguel Ventura, estadístico y socio de La Vulca Marketing, explica que en el estudio pudieron ver que para las mujeres el ser madre representa una presión, pero también, gracias a múltiples factores “hoy hay más apertura a reconocer que no se quiere ser madre”.
La maternidad no está en los planes de las generaciones más jóvenes. Al consultar a quienes no tenían hijos si era algo que planeaban, el 20% de los hombres dice no está en sus planes, lo que en las mujeres alcanza el 32%. La paternidad como realización personal es más importante para ellos, que la maternidad para las mujeres (14% en hombres y 6% para que las mujeres).
Marcela Pérez de Arce, socióloga a cargo de la Chilenografía indica que para los hombres sigue siendo agradable y deseable el tener hijos, “pero no asumen las responsabilidades, y las mujeres dicen ‘basta, no quiero’, y esa diferencia llama mucho la atención, es muy significativo cómo están cambiando las mujeres”.
Ese progresivo cambio en el rol de la maternidad empuja necesariamente un cambio en el rol de la paternidad en lo cotidiano. Cuando el discurso de las mujeres se mueve, se mueve inevitablemente el discurso del hombre, explica la socióloga, “por eso ser madre implica también la discusión de ser padre, y el discurso masculino se mueve es más lento, porque es una reacción”.
En mujeres con hijos también notaron una mayor aceptación a que ser madre no implica ser perfecta. Al pedirles que respondieran libremente a la pregunta abierta ¿Cuándo te has sentido mala madre? El proceso fue revelador. Al no tener la presión de un entrevistador al frente, las respuestas fluyeron y lograron mayor profundidad, dice Ventura.
¿Qué detectaron? Son tres ámbitos cotidianos en los que el rol de madre se ve concretamente tensionado y las hace sentir “malas madres”: El tiempo, el dinero y las habilidades parentales.
Se sienten “malas madres”, dicen los testimonios de mujeres: “Cuando me juzgan” (mujer ABC1 Millennial), “Cuando los castigo” (ABC1 Millennial), “Cuando no puedo solventar una situación” (mujer C3 Millennial), “Cuando creo que no doy en 100%” (mujer C2 BabyBoomer).
Si bien, hay cambios, Ventura admite en los testimonios queda claro que aún existe un estereotipo que se instala como un enemigo en la conciencia de las madres. Mandato social que indica que es ser una “buena madre”, resultado, dice, de una cultura machista que sobrevalora el éxito y la eficiencia obligándolas a la perfección. “Un modelo o estereotipo de madre ideal forjado en la cultura y todas sus representaciones. Difundida en los medios, en la publicidad y en el discurso mainstream presente en los ámbitos privados de la convivencia”, dice el estudio.
El tiempo de calidad para entregar y dar a los hijos, dice Ventura, “no existe”. Algo que compite con otros tiempos como el que se desea dar a la realización personal y el disponible para el desarrollo profesional, “entonces hoy se asume que no se da ese tiempo de calidad”.
El dinero es otro factor. “Las madres son también proveedoras y surje un duro enjuiciamiento a sí mismas cuando no pueden proveer. No asignan esta responsabilidad a otros”, dice el estudio. A más bajo nivel socioeconómico mayor es la frustración y la sensación de tener necesidades no resueltas. En segmentos medio/altos se agrega la tensión de satisfacer los deseos más que las necesidades.
En ese caso nuevamente la sensación de “mala madre” se instala, dicen: “Cuando no puedo darles todo los que piden” (mujer ABC1 GenX). “Cuando los restrinjo en algo”, (C3 Baby boomer). “Cuando trato de darles lo mejor y a veces no es bueno para cuando ellos tengan que enfrentarse al mundo”, (D/E Baby boomer). “Cuando no les doy lo que piden, aunque sé que no debo”, (C2 Millennial).
La presión de los hijos
Cambian las mujeres. Los hombres reaccionan. Y se transforma también la figura y el rol de los hijos en las exigencias de una maternidad atrapada entre el rol de mujer que trabaja y su rol doméstico, dice Pérez de Arce, “se coló a los hijos como figuras válidas en estas exigencias”.
¿Qué demandan? Tiempo, dinero y habilidades. En ese último aspecto las mujeres admiten sensación de pérdida de control frente a los conflictos con los hijos que se manifiesta en retos y castigos. “Las madres más jóvenes se desvelan por no tener la suficente paciencia con los hijos pequeños. Mientras las madres mayores por no tener las herramientas para entender y comunicarse con los adolescentes”, detalla el estudio.
Reconocen falta de herramientas y apoyo para enfrentar la crianza. Nuevamente se sienten “malas madres”, admiten: “Cuando siento que no logro cumplir con todas mis expectativas” (C2 GenZ). “Cuando veo que mis hijas no están felices” (C2 Baby boomer). “He cometido muchos errores” (D/E Baby Boomer). “Cuando no logro comunicarme con él” (C2 GenX).
“La figura de niños y niñas como personas y que tienen derechos en el discurso está súper claro, pero en la práctica las mujeres se preguntan ¿cómo hago eso? Porque tienen que expresar sus deseos y tener tener derecho dentro de los deseos y prácticas de la familia. Desde ahí se valida la exigencia de los hijos sobre el rol de madre, pero es desde la culpa. Cuando se logre sacar la culpa de encima, será un gran cambio cultural”, sostiene Pérez de Arce.
Culpa que sienten, dicen: “No poder brindarles todo lo que merecen” (C2 Millennial). “Cuando quiere comer algo y no puedo comprarlo” (C3 GenX) o “Cuando no pude satisfacer sus deseos de estudiar más” (D/E Baby boomer).
Declaraciones que dan cuenta que hoy es posible expresar ese malestar. “Hace 20 años atrás era imposible verbalizarlo. Cuando le preguntaban lo principal de la vida era la maternidad, pero era un mandato social”, dice Ventura. Hoy se reconoce que la mujer tiene la posibilidad de libertad de elegir. “Ese concepto es algo más grande, se puede elegir la maternidad y dentro de eso puede haber arrepentimiento. Dado que la maternidad es una elección, también se puede decir que te equivocaste”, indica.
Cambios y transformaciones que se han acelerado desde inicios del siglo XXI. Un proceso en el que han sido claves los movimientos feministas y de mujeres, dice Pérez de Arce que comenzaron a visibilizar las críticas a los discursos que definieron el ser mujer históricamente desde la maternidad.
Partió entre 2016 y 2017, y si bien antes hubo discusiones sobre el tema, dice Pérez de Arce, “fue después del Me Too que toman fuerza”. Ocurrió, por ejemplo, en Argentina con la discusión de una ley de aborto, “un tema antes tabú incluso en la esfera íntima de las mujeres, pero se dio el poder atreverse a decir que es una posibilidad y poner en discusión de la propiedad del cuerpo de las mujeres”.
Lo mismo ocurrió con las discusiones sobre temas de género que fueron aportando una apertura respecto del discurso de ser madre. “Las mujeres reconocen que no son capaces de ser la mamá que se pide ser. Existe una responsabilidad que genera inseguridad y existe la presión de habilidades que deben tener y también parte de los hijos, que comparan con experiencia de otras madres”, dice Ventura
Las leyes han cambiado, aún se requieren más cambios, pero se aprecian situaciones hace años insospechadas. Tal como ocurrió con los retiros del 10%, dice Pérez de Arce, “que se diera ese beneficio para el pago de pensiones adeudadas y que haya hecho pensando en las mujeres sin una protesta callejera fue, increíble, porque la responsabilidad se establece es de ellas, las mujeres deben hacerse cargo, los hombres eligen y la pandemia ha sido catalizador y ha acelerado los cambios”.
Por ello que celebrar un nuevo Día de la Madre en el contexto actual también es observar esos cambios. “En ese día a la mamá se la celebra, está en un trono, ese día se le sirve el desayuno. Pero, ¿Qué se celebra? Se celebra una figura del pasado, porque hoy no se necesita celebración sino legislación, apoyo y liberación del discurso de la maternidad y del concepto de ‘mala madre’, que fue siempre el peor insulto, y no se cuestionaba hasta ahora”, resalta Pérez de Arce.
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