La pandemia actúo en un escenario de desigualdad en muchos sentidos. La educación fue una de esas áreas donde profundizó las brechas existentes. Eso se aprecia la educación preescolar, que tuvo como más afectados a los niños y niñas de hogares vulnerables.
La pandemia y la dificultad para hacer clases presenciales produjo brechas de aprendizaje, revela un inédito estudio en Chile, que indica que niños de hogares vulnerables muestran un desempeño muy disminuido respecto de generaciones anteriores, lo que se manifiesta en casi todas las áreas, a excepción de la función ejecutiva.
También se evidencia un rezago en vocabulario, desarrollo general y socioemocional importante, con un desempeño significativamente menor que el logrado por una población equivalente en 2017.
El estudio desarrollado por Fundación Educacional Choshuenco, Protectora de la Infancia y Fundación Liguria, y ejecutado por el Centro de Estudios y Encuestas Longitudinales (CEEL) de la Universidad Católica, ayuda a comprender mejor, desde la perspectiva de los aprendizajes y bienestar socioemocional, el efecto que tuvo la pandemia en niños y niñas vulnerables durante el 2020.
Desarrollado entre el 25 de noviembre y el 23 de diciembre 2020, consideró a 240 niños y niñas de 3 a 4 años, matriculados en siete centros de la RM.
Para estimar los efectos se aplicaron cuatro instrumentos para evaluar desarrollo general, amplitud de vocabulario, función ejecutiva y socioemocional. Todos ellos ya han sido aplicados en la Encuesta Longitudinal de la Primera Infancia (ELPI), representativa de la población total.
Preocupantes cifras
Previo a la pandemia, cifras 2019 de la Subsecretaría de Educación Parvularia indicaban que la cobertura de Educación Parvularia en Chile llegaba al 50%, es decir, solo la mitad de los niños y niñas en edad de asistir a educación inicial estaban matriculados en algún establecimiento ya sea jardín infantil con financiamiento estatal, escuela/colegio público o privado.
Educación inicial que los hallazgos en la ciencia del desarrollo del cerebro subrayan, es muy importante en la primera infancia. Diversos estudios muestran que los estímulos, aprendizaje y entorno de esa etapa, son las bases para el bienestar emocional, la competencia social, las habilidades cognitivas, entre otros aspectos determinantes para el desempeño escolar, estudios, trabajo y hasta expectativas salariales.
Sin embargo, durante la pandemia miles de niños en educación inicial vieron interrumpido el proceso por la implementación de un modelo de educación a distancia. Alternativa compleja para la mayoría de los centros educativos debido a que no tenían capacidad ni recursos de responder a la inesperada demanda.
El estudio UC es el primero en mostrar objetivamente el costo de eso en segmentos más vulnerables. En relación al área del desarrollo general, los resultados indican que los niños y niñas evaluados el 2020, en comparación con niños y niñas similares evaluados en la ELPI 2012 y ELPI 2017, obtienen un puntaje promedio significativamente menor.
David Bravo, director del Centro de Estudios y Encuestas Longitudinales (CEEL) de la Universidad Católica, señala que no hay estudios que se hayan podido hacer para poder dimensionar que está pasando no solo en términos de ir a clases, sino qué les pasa en términos de competencias de los estudiantes. “Un área importante para dimensionar el costo de todo este año en pandemia. Esta es la primera medición que se hace a nivel escolar y en primera infancia”, indica.
Respecto a la evaluación del lenguaje, el grupo evaluados el 2020 presentan resultados significativamente inferiores respecto al grupo evaluado en las tres rondas de la ELPI (2010, 2012 y 2017). Al calcular la brecha en esa área, se observa que los evaluados el 2020 tienen, en promedio, 8.5 puntos menos al compararlos con los evaluados el 2010, 3.7 puntos menos que los de 2012 y 3.8 puntos menos que los de 2017.
Además, en lenguaje al restringir aún más los grupos de comparación, considerando para la ELPI 2017 solo niños y niñas que viven en comunas definidas como prioritarias, la brecha es de 3.1 puntos, 4.0 puntos cuando se considera como control la comuna de residencia, y 4.9 puntos cuando solo se considera los que asistieron a un jardín infantil al momento de ser encuestados en ELPI 2017.
En el área socioemocional, los niños evaluados el 2020 presentaron resultados significativamente distintos a los evaluados en las 2 últimas rondas de la ELPI, dando cuenta de mayor presencia de problemas socioemocionales en la generación evaluada a fines de 2020.
En el caso de las diferencia para los test en función ejecutiva, los niños y niñas evaluados el 2020, obtuvieron resultados significativamente superiores respecto a los niños evaluados en la ELPI aplicada el 2017.
Impacto
Era una sospecha que los niños y niñas que no pudieron asistir a sus clases tuvieron perdidas en su desarrollo pese a los apoyos, señala Alejandra Abufhele investigadora del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales y del Centro Justicia Educacional, UC. Lo que este trabajo revela son efectos importantes “y al estimar con grupos de comparación se aprecian brechas que son relevante y que tendrán repercusiones en su desarrollo”, destaca.
Los niños estuvieron mayoritariamente en casa con los padres, madres u otros cuidadores, y se pudo pensar que ese confinamiento no tendría efectos tan negativo. Pero hay que pensar, aclara Abufhele que fue un contexto de estrés para madres y padres, “estrés por las clases on line, por estar atendiendo las múltiples cosas, además para los niños mucho tiempo de pantalla y con poco contacto social, que los afectó”.
Mucha investigación científica apoya cómo impacta la asistencia a la educación preescolar en el desarrollo del cerebro antes de los 5 años. Bravo explica que datos de la encuesta ELPI muestra que ya a los 5 años hay diferencias entre niños vulnerables y los que no lo son. “En ese momento ya las brechas están asentadas y se plasmaron antes de entrar al colegio. La educación en jardines para niños más vulnerables si es de calidad es determinante en su desarrollo y la pandemia a esos grupos los golpeó muy fuerte, es difícil poder explicar la magnitud”.
Para la subsecretaria de Educación Parvularia, María Jesús Honorato el estudio representa un gran aporte al medir de forma presencial la perdida en habilidades lingüísticas y socioemocionales. Resultados que sirven para enfocar el trabajo hacia adelante. “Nos aporta muchísimo, y si bien era predecible una baja importante, cuando se estandariza tiene un valor enorme para poder mostrar los datos de manera objetiva”, dice.
En primera infancia cada retroceso es más difícil de recuperar. Por eso, indica Bravo, es urgente tener un plan para recuperar los efectos de la pandemia en primera infancia. “El estudio dimensiona aquello y aporta con cifras la urgencia que tenemos, mostrando que pueden haber estrategias y que no hay quedarse de brazos cruzados”, dice.
En ese senido, el plan Chile Recupera y Aprende del Ministerio de Educación, dice Honorato, se enfoca en habilidades y aprendizaje pre lingüísticas.
Si esta situación continua y se vive este año en las mismas condiciones de suspensión de clases en educación preescolar como en 2020, sostiene Bravo, es probable se incrementen las diferencias. “Es cosa de mirar dónde y cómo están pasando la pandemia los niños entre 3 y 5 años, los con mayores ingresos tendrán las condiciones y estímulos en sus casas, pero otros van a tener un impacto negativo”.
En esos casos, detalla Honorato, en los jardines infantiles hay planes de acción. “Los protocolos están funcionando y donde se aplicaron no hubo brotes. Los jardines infantiles y sala cuna con esos planes de funcionamiento son ambientes protectores”.
Es importante mencionar, indica Abufhele que si bien sería ideal mantener jardines infantiles abiertos, depende de las condiciones sanitarias. “El mensaje no es abrir a pesar de todo. Si no que resguardando también el cuidado de profesores y alumnos, abrir en la medida que se pueda y con todos los protocolos sanitarios”, aclara. Y en aquellos momentos donde no se pueda, dice, mantener el apoyo a las familias con contacto, material, y “el apoyo que se pueda entregar desde las instituciones, especialmente a la población más vulnerable”.
Tal como Bravo subraya, las condiciones actuales son una apelación a la creatividad con sentido de urgencia de “cómo constructivamente enfrentar el tema y cómo reaccionar en el caso de estas familias más vulnerables, porque todo se amplifica con la pandemia, con la gran diferencia que es mucho más difícil de recuperar todo lo que se pierda antes de los 5 años”.