La resistencia a los antibióticos es un problema universal, pero las soluciones son diferentes para Médicos Sin Fronteras (MSF) porque los recursos que tenemos en los tipos de lugares en los que trabajamos son, generalmente, más bajos que los disponibles en Europa o en EE. UU. No podemos ver la resistencia a los antibióticos como un problema localizado geográficamente, ya que la globalización implica que las bacterias ahora viajan con más facilidad a otros lugares; ahora es "bacterias sin fronteras" y "resistencia sin fronteras".

Los antibióticos fueron uno de los medicamentos más importantes que se descubrieron, un punto de inflexión en la historia de las enfermedades infecciosas. Pero hoy en día nos estamos quedando sin opciones de antibióticos porque las bacterias se han vuelto resistentes a muchos de los medicamentos actuales, y las empresas no han invertido en la creación de medicamentos nuevos. Recetar el mejor antibiótico para un paciente según sus resultados microbiológicos es importante para garantizar que estamos tratando a los pacientes adecuadamente y a tiempo, pero también es importante en términos de salud pública no crear cada vez mayor resistencia al dar antibióticos de amplio espectro sin tener un enfoque específico para el tratamiento.

En MSF tenemos tres pilares que creemos que tienen los roles más importantes a la hora de frenar la resistencia: aumentar la capacidad de diagnóstico, mejorar el control y la prevención de infecciones en nuestros centros, y promover el uso razonable de los antibióticos para que las personas solo reciban los antibióticos que necesiten, cuando los necesiten y durante el período de tiempo en que los necesiten. En nuestros proyectos, tenemos microbiólogos y especialistas en enfermedades infecciosas, personal responsable de la higiene y del control de las infecciones, farmacéuticos que supervisan el acceso a los antibióticos y, por supuesto, el equipo de administración que también está comprometido en asegurarse de que no perdamos de vista estos pilares.

El enfoque de MSF con la resistencia a los medicamentos comenzó en el Oriente Próximo cuando empezamos a recibir pacientes heridos de guerra con fracturas abiertas que eran más vulnerables a infecciones como la osteomielitis, una infección del hueso. Desde el primer día, con el primer paciente, tuvimos que afrontar este problema, porque las bacterias con las que estábamos lidiando tenían una resistencia alta a muchos medicamentos. Esto se debía, en parte, al uso excesivo de antibióticos de venta libre en lugares como Jordania, Irak y Yemen.

Empezamos a preguntarnos: "¿Por qué no responde a los antibióticos el paciente que estoy tratando? ¿Es posible que haya resistencia al medicamento?".

Frenar la resistencia también es importante donde hay pacientes desnutridos, con mayores índices de quemaduras graves o que tienen malaria o VIH, ya que, cuando se está inmunodeprimido, hay un riesgo más alto de contraer una infección y necesitar antibióticos.

Si los profesionales clínicos ven que sus pacientes no responden, y no tienen las herramientas para diagnosticar la infección exacta e identificar qué antibiótico sería el más eficaz, su tentación es pasar a un antibiótico más potente. Aunque los médicos puedan pensar que esa es la mejor o la única opción para salvar a la persona que tienen delante de ellos, queremos evitar esta especie de recetas de antibióticos a ciegas porque pueden provocar que haya más resistencia.

Además, está el problema de la higiene y el control de infecciones en los centros de salud. Tenemos que capacitar al personal para garantizar el cumplimiento de las medidas de control y la prevención de infecciones, como lavarse las manos adecuadamente entre un paciente y otro. El personal también debe saber cómo implementar una zona de aislamiento apropiada para los pacientes que tienen infecciones resistentes a los medicamentos. Es necesario saber que se aísla a los pacientes infectados con bacterias resistentes y que esas bacterias no se propagarán de un hospital a otro. Para ser honesta, este es uno de nuestros desafíos más grandes; más que los desafíos de diagnóstico y más que el uso razonable de los antibióticos.

No alcanza con que solo MSF trabaje para frenar la resistencia. Creo que, en el ámbito de nuestros hospitales, solo podemos tener un impacto en la administración clínica directa de nuestros pacientes. Pero por eso una de nuestras estrategias de promoción es compartir nuestra experiencia con otros actores para que haya cada vez más personas y organizaciones comprometidas con esto.

Somos una organización grande y, en algunas áreas, somos la única entidad que tiene la capacidad de adherirse a esos tres importantísimos pilares para combatir la resistencia a los medicamentos en el mismo centro y de mostrar que este modelo funciona. Otra manera en la que MSF tiene un impacto es en la vigilancia de la resistencia. En Mali, por ejemplo, trabajamos para que reconocieran nuestro laboratorio de microbiología como un laboratorio de vigilancia para supervisar la resistencia en la región.

Creo que MSF puede tener un impacto enorme si nuestro trabajo ayuda a diseñar y reforzar los sistemas nacionales de vigilancia.

* Asesora en microbiología de Médicos Sin Fronteras (MSF)