Desde marzo, y en respuesta a la crisis sanitaria por Covid-19 en América Latina y el Caribe, 23 países y 12 estados independientes cerraron colegios y escuelas.
El resultado fue que cerca de 154 millones de niños, niñas y adolescentes dejaron de tener clases presenciales.
Para asegurar la continuidad de los aprendizajes se establecieron modalidades flexibles y a distancia. Plataformas en línea, televisión, redes sociales, podcasts, etc. y la distribución de materiales impresos de autoaprendizaje, fueron algunas de esas medidas de emergencia.
Pero no todos los niños y niñas han sido alcanzados. Incluso para aquellos que sí, su involucramiento con las diferentes modalidades de educación a distancia y sus resultados de aprendizaje siguen siendo inciertos.
Sobre la fecha para reabrir los colegios aún no hay detalles. Y la incertidumbre sobre en qué condiciones será ese proceso no es menor en estudiantes, apoderados y también en docentes.
Por eso, tres agencias de Naciones Unidas, la Unicef, la Unesco y el Programa Mundial de Alimentos (WFP), pidieron a los gobiernos de la región intensificar la preparación de todas las escuelas para una eventual reapertura segura y ayudarles en este proceso. Presentarán además guías de orientación para facilitar la planificación e implementación de un proceso de reapertura segura de las instituciones educativas.
Esas guías se darán a conocer en un webinario abierto al público educativo el próximo 27 de agosto a las 11 de la mañana. Les tres agencias de Naciones Unidas, invitan a participar a representantes de ministerios de educación, así como de los administradores y directores de centros educativos.
Reapertura escolar
Las recomendaciones e insumos técnicos para planificar, preparar e implementar una reapertura escolar segura, señalan, se basan en el Marco para la reapertura de las escuelas elaborado por Unesco, Unicef, Banco Mundial, WFP y ACNUR; orientaciones existentes relacionadas con la pandemia por el Covid-19 y lecciones aprendidas de crisis pasadas y actuales, así como las posiciones de la comunidad educativa internacional.
¿Cómo debe ser la reapertura? Como primer requisito, indican las tres agencias de Naciones Unidas, se debe considerar el interés superior del niño, niña y adolescente. “La decisión y modalidades para reabrir las escuelas deben guiarse por un equilibrio entre el riesgo de brotes y la propagación del Covid-19 en niños, niñas y adolescentes, docentes y personal de la escuela, familia y comunidad, además de los beneficios sobre el bienestar y aprendizaje de los estudiantes”.
En la preparación de la reapertura de las escuelas, es esencial garantizar unas condiciones adecuadas que minimicen el riesgo de contagio y propagación del virus.
Desde el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, Jennifer Nuzzo, investigadora principal señaló que el proceso debe considerar una cantidad de niños e instructores en cualquier grupo baja, para lograr así, destacó, que “si una de esas personas está infectada, sabremos quién estuvo expuesto”.
Para asegurar operaciones escolares protegidas y la prestación de servicios esenciales, “se requiere evaluar las capacidades actuales de la escuela y proporcionar la orientación y suministros necesarios a fin de consolidar la continuidad del servicio y promover comportamientos saludables”, advierten las agencias de Naciones Unidas. Eso incluye protocolos relacionados con agua, saneamiento e higiene, distanciamiento físico, salud.
Previo a reanudad las clases se debe diagnosticar las condiciones de infraestructura de las escuelas. Establecer criterios para la reapertura segura y directrices nacionales para la reapertura de las escuelas en formatos accesibles y con lenguaje sencillo.
“Crear una comisión interministerial para garantizar el regreso seguro a la escuela. Contar con datos actualizados de los distritos de educación, las autoridades educativas y los directivos de escuela. Formular una hoja de ruta de reapertura junto con su plan operativo y presupuestal”, enumeran las agencias de Naciones Unidas.
Un proceso que requiere a su vez, establecen, involucrar a toda la comunidad escolar, incluidos niños, niñas y adolescentes, padres, madres y cuidadores, docentes, personal administrativo de la escuela, comunidad y gobierno local, de una manera incluyente y accesible. “La participación de los padres y cuidadores es particularmente clave a fin de verificar que están lo suficientemente confiados para enviar a sus hijos e hijas a la escuela”.
Las escuelas tendrán que planificar la prevención y cómo se comunicarán con el personal y los padres si se informa un caso de Covid-19, indicó Nuzzo: “Si hay un caso reportado de Covid-19, y el número de estudiantes en una cohorte determinada es limitado, “con suerte, no tendrán que cerrar toda la escuela a menos que descubran que la infección se ha extendido más allá de esa cohorte”.
Distanciamiento físico
Para facilitar las acciones de distanciamiento físico, se pueden considerar medidas como alternancia (días/semanas), entre el aprendizaje presencial y a distancia, apoyado en el hogar.
Horarios escalonados a lo largo de la jornada escolar (tiempos de inicio/final, recreos, almuerzo, entre otros). Turnos múltiples o dobles. Reducir el número de estudiantes en clase, y mantener los mismos grupos. “Priorizar las actividades escolares para que sean compatibles con las medidas de distanciamiento social”, indican.
Capacitar a docentes y personal escolar sobre las medidas de limpieza, desinfección e higiene; y procurar que este protocolo detallado se encuentre disponible en distintos formatos e idiomas, de modo que sea accesible para todos.
Considerar o no “descansos de mascarillas” para los niños, momentos en los que podrían quitarse esa protección en recreos, por ejemplo, Annette Anderson, subdirectora del Centro Johns Hopkins para Escuelas Seguras y Saludables, resaltó que la evidencia anecdótica de Israel de la propagación del coronavirus en colegios, quizás relacionada con roturas de mascarillas, sugiere que la práctica puede no ser aconsejable. En cambio, dijo: “Creo que tenemos que ayudar a nuestros jóvenes a saber cómo ponerse las máscaras”.
Que niños pequeños pasen de siete a ocho horas al día con mascarillas, es un inquietud que los expertos reconocen indicó Anderson, quien sugirió ofrecer algún tipo de incentivos para alentar a los niños a resistir la tentación de quitárselas, “porque es parte del protocolo de seguridad” para evitar la propagación del Covid-19.
Una vez que se reabran las escuelas, será necesaria una estrecha vigilancia a estudiantes, docentes y personal de la escuela del estado de salud física y mental. “Se debe considerar el desarrollo de indicadores, mecanismos y herramientas para supervisar el bienestar psicosocial de estudiantes, docentes y personal de la escuela”, indican las tres agencias de Naciones Unidas.