“Explotación reproductiva”, “mercantilización de la maternidad”, “dignidad” y “desinformación” son algunos de los términos que han resurgido últimamente en el debate sobre la gestación subrogada.
Noticias como el proyecto de ley que busca prohibir la técnica de reproducción asistida en Chile o el anuncio de la actriz Lily Collins acerca de su maternidad por este método, han avivado la discusión en redes sociales y en ámbitos como la medicina reproductiva, el feminismo, la bioética y el derecho.
¿Qué es la gestación subrogada?
La gestación subrogada, también conocida como gestación por sustitución, maternidad subrogada o vientre de alquiler, es una técnica de reproducción asistida en la que una mujer (gestante) lleva a cabo un embarazo para otra persona o pareja, quienes serán los padres legales del niño o niña.
Este procedimiento se suele realizar mediante la implantación de un embrión concebido con los gametos de los padres o mediante la donación de óvulos (ovodonación).
Hay países y estados con legislaciones que prohíben por completo esta práctica, mientras que otros hacen una distinción según sus fines, que pueden ser “comerciales”, implicando una transacción económica, o “altruistas”, en los que la mujer no recibe compensación económica.
Según archivos de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, los países que autorizan la gestación subrogada con fines “comerciales” incluyen Estados Unidos (en estados como California y Nueva York) y México (en los estados de Tabasco y Sinaloa).
En cuanto a la gestación subrogada “altruista” (penalizando la práctica con fines comerciales), se permite en países como Australia, Canadá, Países Bajos, Sudáfrica y Uruguay. Aunque no se mencionan en los archivos, otros países que la autorizan son Grecia, Portugal y el Reino Unido.
Por otro lado, los países que prohíben expresamente este método son Alemania, Francia y España.
Pese a que esta práctica es relativamente moderna en cuanto a sus términos, distinciones y normas, sus raíces se extienden a culturas antiguas y textos históricos.
Los orígenes de la gestación subrogada: antigua Mesopotamia e Israel
Aunque los registros oficiales de la gestación subrogada o vientre de alquiler datan de 1970 en Estados Unidos, los indicios de esta práctica se remontan a la antigua Mesopotamia y escritos bíblicos.
Un ejemplo de ello es el Código Hammurabi (1750 a.C), uno de los conjuntos de leyes más antiguos y mejores conservados perteneciente a la antigua Mesopotamia. En la versión comúnmente aceptada del escrito — traducida e interpretada por instituciones como la Universidad de Chicago —, la Ley 144 establece lo siguiente:
“Si una mujer no puede concebir y su esposo toma una esposa secundaria, esta esposa secundaria tendrá hijos. Pero si la esposa que no puede concebir dice: ‘Yo quiero que ella entregue los hijos’, el hombre puede permitirle a su esposa legítima tomar los hijos y hacerlos suyos”.
La ley de la época ha sido interpretada como una forma primitiva de “acuerdo” sobre maternidad por sustitución o de infertilidad. La profesora titular de Derecho Romano de la Universidad de Barcelona, Patricia Panero Oria, también evidencia la existencia de esta práctica en el artículo Precedentes de la gestión por sustitución publicado en el Anuario de Derecho Civil (2021) del Boletín Oficial del Estado (BOE):
“Los orígenes de dicha práctica (subrogación) se encuentra ya en la antigua Mesopotamia donde era frecuente que las mujeres estériles acudieran a la subrogación tradicional para no ser marginadas y apartadas de la sociedad por no ser capaces de engendrar”.
Asimismo, existen antecedentes bíblicos que documentan esta práctica en el pueblo de Israel. En el Antiguo Testamento (Génesis 16:1-4) se relata lo siguiente:
“Sarai, esposa de Abram, no le daba hijos; y tenía una sierva egipcia llamada Agar. Entonces Sarai dijo a Abram: ´Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos por ella´. Y Abram accedió al ruego de Sarai”.
De esta manera, la gestación subrogada de la época refleja la visión histórica de las mujeres, cuya función reproductiva fue vista como un medio para asegurar la continuidad familiar y social.
La gestación subrogada moderna
El primer caso de gestación subrogada moderna ocurrió en 1976 en Michigan, Estados Unidos, cuando el abogado Noel Keane negoció y redactó el primer acuerdo formal entre un matrimonio y una mujer gestante. Pero no fue hasta una década después que el debate sobre la gestación subrogada se volvió completamente mediático.
Ocurrió en 1986. William y Elizabeth Stern, una pareja de Nueva Jersey, firmaron un acuerdo con Mary Beth Whitehead para que fuera la gestante subrogada de su hijo(a) por medio de inseminación artificial. Sin embargo, al dar a luz al bebé, Whitehead cambió de opinión y decidió quedarse con la niña, a quien llamó Sara.
Después de un juicio histórico, la Corte Suprema de Nueva Jersey invalidó el contrato de subrogación por considerarlo ilegal, pero otorgó la custodia a los Stern, permitiendo a Whitehead derechos de visita.
Este caso, conocido como Baby M durante el juicio para proteger la identidad de la menor, fue el primero en Estados Unidos en que se otorgó la custodia a la pareja en lugar de a la madre biológica. Con este hito, Noel Keane se consolidó como uno de los pioneros de la gestación subrogada, habiendo gestionado —hasta 2017— casi un tercio de los 600 a 700 acuerdos de este tipo en el país, según Los Ángeles Times.
El evento no solo reflejó la complejidad legal y ética de la gestación subrogada, sino que también puso en manifiesto su creciente dimensión comercial. A medida que la práctica ganaba terreno en Estados Unidos, surgieron debates sobre la mercantilización de la maternidad, con acuerdos que empezaron a implicar transacciones económicas significativas, lo que generó preocupaciones sobre la explotación reproductiva y los derechos de las gestantes.
Gestación subrogada: el debate actual en Chile y en el mundo
El pasado 14 de enero se presentó ante la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca prohibir la maternidad subrogada, que actualmente no está permitida ni regulada en el país. El hecho alertó a los especialistas en el campo de la medicina y el derecho, generando numerosas opiniones acerca de la gestación subrogada o vientre de alquiler.
Según la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (Sochog), este último término, “tiene una connotación mercantilista que desvirtúa el propósito de la subrogación gestacional, el término recomendado por las sociedades científicas y médicas internacionales”.
Sin embargo, hay muchos que se oponen a la gestación subrogada y ni siquiera lo consideran una técnica de reproducción asistida, sino una forma de explotación reproductiva contraria a la dignidad de las mujeres y niños.
En Chile, los especialistas en reproducción asistida consideran necesaria la práctica, siempre y cuando se realice de manera altruista. En relación con las dificultades que presenta el país con esta materia, la Sochog manifiesta: “El principal desafío es consensuar un eventual marco normativo que proteja a todas las partes involucradas, garantizando los derechos de los padres intencionales, de la gestante del nicho por nacer, bajo los más altos estándares bioéticos”.
“La prohibición no es la solución. Lo que Chile necesita es una regulación ética, basada en la ciencia y en el respeto por los derechos reproductivos de las personas, entendiendo que la negación a cualquier técnica tendrá como consecuencia impedir el derecho humano a formar una familia”, agrega.
Si bien no hay una cifra exacta de cuántas personas han solicitado este método, el director de IVI, Carlos Troncoso, menciona que, en sus más de 20 años de carrera profesional, solo 4 o 5 mujeres le han consultado por la gestación subrogada como método de reproducción asistida y ninguna de ellas lo ha llevado a cabo. “Son consultas absolutamente inhabituales”, asegura.
Respecto de las candidatas a la gestación subrogada, el médico sostiene que serían mujeres con síndrome de Rokitansky-Küster-Hauser (ausencia congénita de útero), malformaciones uterinas o patologías cardíacas o cardiovasculares graves que pondrían en riesgo el embarazo.
Otro tema de preocupación para ambos especialistas es que el nuevo proyecto, además de prohibir la gestación subrogada, también buscaría prohibir la ovodonación. De acuerdo con la Sochog, esto “representaría un grave retroceso para quienes necesitan tratamientos de fertilidad”.