Gigantesco iceberg dos veces más grande que Santiago se desprende de la Antártica
La gigantesca masa de hielo, que formaba parte de la plataforma de hielo Brunt, es la más grande desde el iceberg A68 en 2017 en la zona del Mar de Weddell.
En 2017, un gigantesco trozo de hielo se separó de la Antártica, formando un gigantesco iceberg, uno de los más grande jamás registrado, cuatro veces la ciudad de Londres y bautizado A68a.
Cuando se desprendió de la plataforma de hielo Larsen C, en la Península Antártica, el iceberg tenía un área cercana a los 6.000 kilómetros cuadrados y perdió muy poco de su volumen en los últimos dos años y medio.
Por más de dos años vagó por el océano, impulsado por las corrientes marinas y los vientos, hasta que en diciembre pasado, finalmente el gigantesco tempano colapsó y se hizo añicos.
Pero ahora, un nuevo coloso de hielo acaba de desprenderse de la Antártica. Se trata de un trozo de 1.270 km², que se separó de la plataforma de hielo Brunt de 150 m de espesor, casi una década después de que los científicos del British Antarctic Survey (BAS) detectaran por primera vez el crecimiento de vastas grietas en el hielo.
La primera indicación de que se produciría un inminente rompimiento se produjo en noviembre de 2020 cuando un nueva grieta, bautizada North Rift, se dirigió hacia otro gran abismo cerca de Stancomb-Wills Glacier Tongue a 35 km de distancia. North Rift es la tercera mayor grieta en la plataforma de hielo que se ha activado en la última década, según explicó la British Antarctic Survey (BAS).
Durante enero, esta grieta avanzó hacia el noreste a una velocidad de hasta 1 km por día, cortando la plataforma de hielo flotante de 150 m de espesor. El iceberg se formó cuando la grieta se amplió a varios cientos de metros del resto de la plataforma de hielo flotante, en unas pocas horas durante la mañana del 26 de febrero, según el organismo británico.
Según Raúl Cordero, climátologo de la U. de Santiago, lo que pasó fue que el hielo que cubre el continente antártico fluye lentamente debido a la gravedad hacia el océano. “Cuando llega a la costa comienza a extenderse sobre el mar, formando lo que se conoce como plataformas de hielo flotante. La Antártica tiene varias plataformas de hielo flotante”, explica.
Dice que dependiendo de la geometría de la bahía, las plataformas de hielo flotante pueden crecer hasta un cierto límite, más allá del que se fracturan generando enormes témpanos o icebergs.
“Las plataformas flotantes más grandes son la de Ross y la de Ronne que tienen decenas de miles de km2 de extensiÓn. Una de estas grandes plataformas, en el sector Atlántico de la Antártica, es la plataforma de hielo de Brunt”.
Base británica: comenzó a agrietarse
Desde los años 50, la plataforma de Brunt aloja a la base británica Halley. “De manera natural y como era de esperarse, la plataforma ha crecido en las últimas siete décadas y actualmente presenta el mayor tamaño jamás observado. Al haber crecido tanto era esperable que comenzara a agrietarse en su extremo y genere icebergs. Hace aproximadamente una década se detectaron en esta plataforma un par de grandes grietas que anticipaban su falla”, dice Cordero.
El climatólogo señala que la situación se precipitó cuando hace pocos meses se detectó una nueva grieta que avanzó por la plataforma a una inusitada velocidad de más de cientos de metros cada día. “Es esta última grieta de rápido crecimiento la que finalmente ha roto la plataforma en su sector norte generando un iceberg de 1.270 km² de extensión”, dice.
Agrega que las imágenes satelitales no permiten a veces percibir las colosales dimensiones de los icebergs en la Antártica. “Sobre un iceberg de 1.270 km² se podrían acomodar un par de grandes ciudades como Santiago”, afirma.
El iceberg más grande jamás registrado en la era moderna fue el bloque de 11.000 kilómetros cuadrados llamado B15, que partió de la plataforma de hielo Ross en 2000. Uno de sus últimos restos, que ahora mide “solo” 200 kilómetros cuadrados, está a medio camino de las Islas Sandwich del Sur, al este de Georgia del Sur.
Cambio climático exacerba el proceso
Cordero señala que el flujo del hielo antártico es natural. Por lo tanto también es natural que se generen en “Antárctica icebergs” cada cierto tiempo. Sin embargo, dice, el flujo glaciar en la Antártica se ha acelerado de manera significativa en las últimas décadas como consecuencia del cambio climático.
“En particular, debido al debilitamiento de las plataformas de hielo flotantes originado en el alza en la temperatura del océano. Por lo tanto, aunque no es posible atribuirle al cambio climático la formación de este nuevo iceberg, tampoco se puede descartar que el flujo acelerado de hielo, mucho más evidente en otras zonas de la Antártica, haya jugado un rol”, señala Cordero.
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