"No se puede realizar la elección directa de Gobernadores-Intendentes porque todavía la Ley no les ha dado las atribuciones", sostienen los centralistas, como argumento para postergar la convocatoria electoral 2020.
En realidad, esto es meramente una excusa de los dueños del actual sistema político para no perder poder. Las verdaderas razones son miedo y desconfianza. Miedo a lo desconocido. Y desconfianza en el talento de los chilenos que viven en las Regiones, a los cuales, en la capital, se los considera meramente "huasos del campo".
Los sectores del miedo al cambio no comprenden todavía la urgente necesidad de desarrollar las Regiones. Sólo a partir de una agresiva política de promoción económica, social y cultural de los territorios y provincias, será posible revertir la actual tendencia centralizante que está matando a Chile por la cabeza, con esta Macrocefalia asfixiante, que ha concentrado un tercio de la población nacional en una sola ciudad, llena de smog, stress e inseguridad.
El proceso de desarrollo regional comienza por la cabeza; por las cabezas de regiones; por esos líderes que deben surgir para pensar los planes de reactivación socioeconómica, según las capacidades y fortalezas de cada territorio. Líderes legitimados por sus pueblos, que asuman las responsabilidades de representarlos para conducirlos al desarrollo. Por eso es necesario elegir ya los Gobernadores Regionales.
Los argumentos utilizados para postergar la elección de Gobernadores Regionales en 2020 son inconsistentes. Algunos señalan que el Parlamento no ha logrado darles las atribuciones adecuadas, sin advertir que allí se encuentran, justamente, los intereses que quieren bloquear a toda costa el surgimiento de la figura de los Gobernadores Regionales.
Los parlamentarios, sobre todo los senadores, prefieren impedir la elección directa de los Gobernadores Regionales para no perder poder. En el actual sistema, los senadores susurran al oído del presidente el nombre del intendente, y luego, lo tienen sometido a su voluntad. En varias regiones, es tradición que las obras públicas se inauguren exclusivamente los viernes, para que el senador pueda presidir la ceremonia para capitalizar el rédito político.
Esto es sólo un detalle de la preponderancia que tienen los parlamentarios sobre los poderes regionales, que no se atreven ni a respirar sin pedir permiso al poder central.
A pesar del miedo y la desconfianza del poder central, es conveniente realizar las elecciones directas de Gobernadores Regionales porque el solo hecho de crear ese espacio, va a desencadenar un proceso de activación de las fuerzas intelectuales, sociales y económicas en las Regiones, a partir de las cuales se van a articular las masas críticas para diseñar los planes de desarrollo adecuados a los recursos y fortalezas de cada región.
Los flamantes gobernadores regionales van a cambiar la agenda nacional, al incorporar los temas específicos de sus territorios. Van a visibilizar sus regiones y van a enriquecer sensiblemente el debate público, con otras miradas y enfoques. Por primera vez, después de dos siglos de oscuridad, se comenzarán a visibilizar los trazos del Chile Profundo que aletea en las regiones. Y esta salida a la luz, será el primer paso para su despegue económico y social.
"Se frustrarán las Regiones porque el anhelado Gobernador Regional no tiene atribuciones", sostienen los gatopardistas. "Serán voces críticas", se asusta el poder central.
Ambos elementos están asociados, y entre ellos se va a generar una sinergia positiva. Es real que los Gobernadores Intendentes tendrán una voz legitimada que nunca se ha escuchado en Chile, y al principio, el gobierno central se va a sentir incómodo con la apertura de un nuevo flanco. Ello servirá de incentivo para cederle facultades, de modo tal que los Gobernadores Intendentes asuman responsabilidades. De este modo, tras un periodo inicial de prueba y error, se logrará un nuevo equilibrio, mucho más fecundo y estimulante.
El centralismo está dañando a Chile. Lo comenzamos a verificar ahora mismo, con el inicio del invierno y su secuela de smog, enfermedades respiratorias, estrés e inseguridad propia de las megalópolis latinoamericanas.
Para salir de este encierro, más que seguir insistiendo en construir líneas de metro y restricciones vehiculares, es tiempo de levantar la cabeza y mirar las estrellas. Esas estrellas llamadas Regiones, llenas de chilenos inteligentes, que sueñan con un futuro mejor.